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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

HumorHay herencias malucas

Hay herencias malucas

POR CARLOS ALBERTO CARDONA MONTOYA

CONTRACRITICA: Con Humor, Amor y … Ardor

El acto de heredar consiste en  recibir algo por disposición de alguien que, antes de morir, dispuso mediante voluntad testamentaria; es la voluntad de quien muere, y dispone  que sus posesiones, tierras, autos, fábricas, casas, fincas  etc., sean en su ausencia definitiva, parte del bienestar de las personas que en vida prodigaron afectos, bienestar o servicio oportuno.

Hay historias increíbles de herencias de bienes incalculables, cuyo destinatario después de la visita de la muelona ha dejado “patitieso” a más de uno; como el caso ocurrido en Bolivia, Javier Morales, (nada que ver con Evo) logró la separación con su esposa quien se quedó con todos sus bienes, incluida una empresa que empezaba a ser una visible multinacional con éxito en Asia y Europa. Nuestro amigo se desplomó emocionalmente, quedó en la más absoluta ruina, dormía en un banquito del parque en un pueblo, tan perdido, como el honor de los congresistas nuestros. Un día, la policía del pueblo se acercó al hombre que dormía, para anunciarle que su esposa, gravemente enferma de un cáncer terminal, le había dejado como herencia dos millones de dólares. Javier creyó que la policía lo iba a detener por vagabundo y decidió huir. El hecho ocurrió el año pasado, en el municipio de Yotala, al sur de Bolivia; A Javier lo están buscando por radio reloj, el servicio de inteligencia del ejército de Colombia y a ésta hora nadie sabe en donde está Javier.

Pero es que hablando de herencia, Wikipedia explica que, también, herencia se refiere a recibir algo que se deriva de una situación anterior, como la pandemia, o el paro, o ambos, por ejemplo.

De la época de la inquisición heredamos el mal hábito de señalar como herejes a los enemigos de las causas políticas, para que sea otro el que lo mate legalmente. También de la época de la independencia  heredamos la intolerancia de la Patria Boba, nos quedó como herencia que mientras nos “damos en la jeta”, otros invaden la casa y se llevan los calzoncillos.

No iba a ser la excepción  el tiempo de Pandemia, con paro incluido, que nos ha dejado algunas herencias, realmente insoportables; por ejemplo, volvieron las carretas con parlantes, estaban prohibidas,  ahora la colonia de venezolanos transita libremente por nuestras calles pregonando con sus enormes parlantes con altísimo sonido, al mismo tiempo, por la misma cuadra, a la misma hora, generando una “mazamorra” de ruido, digna de una película de terror.

A esa herencia inculta de la pobreza “veneca”, se suma otra herencia maluca, de la policía que no tolera la protesta, ambas herencias están chocando contra las buenas y sanas costumbres, como las que teníamos en ésta ciudad, en donde el alcalde cumplió su promesa de “Cambio”, aquí todo cambió, ahora estamos peor que antes.

Ocurrió ayer, en pleno centro, cerca a la catedral, junto al puestico del sahumerio, vociferaban por sus parlantes una docena de hermanos bolivarianos, al mismo tiempo gritaban “la piññaaa dulce lleve la piña dulce”. En otra carreta a dos metros “Bolsas pa la basura lleve 10 por dos mil lleve 10 por dos mil”;  en otra carreta, “Repueeestos pal celularrr, vidrioooo templao, más barato que en la China”,  y en otra carreta, ahí pegaitos, “Aguacates aguacates pal sancocho, pa´ los frijolitos lleve el aguacate maduro 2 por cinco mil”. ¡No pude más!, le hice señas al de las piñas que le bajara volumen a ese horrendo ruido, y una cosa es que uno llame el diablo y otra es que el diablo se aparezca.

El hermano venezolano, con cara de Katire,  se me vino encima, mostrando sus dos únicos dientes y un mueco descomunal, sacó de entre las piñas una macheta mohosa, y blandiéndola como una reforma tributaria empezó a gritar “Cónchale chamo, si no le gusta váyase pa la finca”;  y ¡zuácate!, mandó el “tarazcazo” que pude esquivar gracias a mis habilidades entrenadas en mis escasos 13 lustros; mandó el otro, y como pude le metí un empujó y cayó sobre las piñas; en eso apareció un policía que libreta en mano me amenazó con un comparendo por violencia callejera, mientras las otras seis cornetas seguían vendiendo sus promociones.

Como salí a deber por protestar contra el fenomenal ruido, que no cesaba, y ante el que el policía no hizo nada, arrugué el papelito en mi mano, me quité mis gafas, y mirando al cielo, hablé con los dioses a grito abierto “Tombooooo hiiiiiijuueeeepuuuuuutaaaaaa”; y ahí fue que como salidos de la lampara de Aladino, aparecieron dos agentes “Así de grandes”, me tomaron cada uno de los brazos diciendo: “Dios y Patria, queda detenido por irrespeto a la “autoridá”, Al  mismo tiempo el veneco desde sus piñas estripadas me hablaba en rusoChamo, eso le pasa por Gonorsofia”. ¡PLOP!

3 COMENTARIOS

  1. Mi querido Carlos Alberto, en medio de estas nuevas y jocosas situaciones que nos toca vivir como consecuencia de «la pandemia», es bastante gratificante leer y no contener la risa ante semejante columna tan divertida. Gracias por hacerme reir.

  2. Profe se extrañaba su estilo sarcástico, hace falta reír pensando como usted lo enseña en sus clases y en sus escritos, espero que ya se haya recuperado totalmente en su salud. Gracias

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