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PolíticaHay que exorcizar la valorización

Hay que exorcizar la valorización

Por LUIS GARCÍA QUIROGA

Es un gravísimo error -inclusive político- seguir satanizando la valorización como instrumento de financiación de nuevas obras viales. Una ciudad como Pereira e incluso Dosquebradas, merecen y requieren soluciones, sacrificios y propósitos superiores.

Si el alcalde Maya hiciera un sondeo o una encuesta en la zona del posible derrame de la valorización (obviamente excluyendo los estratos del 1 al 3 que son los menos en Cerritos) es seguro que la aceptación superaría el temor de dejar la nueva paralela a medio camino.

La valorización es el gran instrumento de gestión de desarrollo vial que Pereira no puede darse el lujo de arrojar a la basura, sin excluir de lo obsceno que representa hacer obras con recursos públicos para valorizar predios de estratos altos, industriales y comerciales, como en el caso de Cerritos.

De allí que sea muy relevante que el alcalde Maya a este columnista le haya mencionado el cobro de valorización entre sus 5 opciones para financiar la segunda etapa de la nueva paralela a Cerritos entre Pueblito Cafetero y Santa Bárbara.

Antes que sobarle la chaqueta al poderoso, preferimos incomodarlo; pero hay que reconocer cuando un gobernante tiene la intención pragmática de corregir el rumbo. Suponemos que alcaldes como Carlos Maya y Diego Ramos deben saber que la verdad para los gobernantes, es lo que necesitan. Necesitan soluciones.

Ambos están en mora de emprender una solución combinada vía Valorización y gestión nacional al otro trancón monumental que a diario se registra en las agónicas vías entre Pereira y Dosquebradas.

En el caso de Cerritos, una obra inconclusa sería fatal para la movilidad vial y para la necesidad colectiva que los ciudadanos vienen reclamando de nuestros gobernantes y dirigentes: la recuperación de la confianza pública.

Porque si hay un enemigo de la valorización, es la percepción de que las obras se cobran, pero no se hacen; lo que no es cierto, pues una obra vital como la Avenida Sur, fue totalmente financiada en los años 90 por el sistema de contribución por valorización.

La historia del desarrollo vial es ininteligible sin el mecanismo de la contribución de la Valorización. Es por lo menos grotesco que los recursos locales que pueden ser destinados a inversión social deban dedicarse a hacer las vías para que los más pudientes económicamente muevan sus coches, no pocos de ellos de alta gamma.

Ahora lo importante es que, si Maya lo decide porque es la fuente más ágil y expedita, los estudios técnicos se hagan con todas las de la ley para evitar contratiempos y amarguras. La burocracia tiene que funcionar con eficiencia y certeza.

Al igual que los impuestos, la valorización se suele mirar con sospecha, pero tenemos conciencia de lo negativo que es descartarla en una ciudad que mueve al día más de 300 mil vehículos entre motos y carros.

En tal sentido, Pereira tiene la necesidad imperiosa de resucitar la valorización porque si no lo hace el alcalde Maya, más temprano que tarde, otro alcalde tendrá que hacerlo. Y la historia cobra por ventanilla.

Si hace seis años no cobrarla fue una jugada electoral (en política cualquier hueco es trinchera) ahora, en la encrucijada vial que hoy viven Pereira y Dosquebradas, ambos alcaldes, Maya y Ramos de un plumazo deberían exorcizar la valorización como mecanismo legal para salir del espantoso trancón vial y la miedosa pérdida paulatina de competitividad. Pereira séptima, Manizales segunda en el país. ¡Duele más en el corazón que en el bolsillo!

Desde Adam Smith en 1776 hasta nuestros días, se sabe que no es propio de la ética capitalista permitir que quienes tienen mayor riqueza no contribuyan al desarrollo de la sociedad.

No hay justicia social cuando las élites compran fastuosas casas, pero no tienen con qué pagar la valorización que las obras viales les dan a sus predios. Las propias élites mismas lo saben y hay incluso, quienes se perturban con esos regalos ni pedidos ni esperados.

De hecho, ninguno de los numerosos proyectos de vivienda que se ejecutan en Cerritos (el metro cuadrado más costoso de la región) deja pasar inadvertido en su publicidad que se trata de casas o apartamentos “de gran valorización”.

En síntesis, no cobrar valorización en Pereira y Dosquebradas, es una necedad política y administrativa. Las obras de descongestión vial no pueden ser negadas indefinidamente. Dada la crisis de movilidad, sería inaceptable e imperdonable.

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