Historias encubiertas de la historia de Colombia.

Por Danilo Salazar

A propósito de la celebración del 7 de Agosto, fecha que consideramos la culminación de nuestra independencia de España y que nos empeñamos en mitificar, vale la pena traer al recuerdo dos episodios de nuestra vida nacional. Uno de estos, se dio en la época del dominio español, época que ha sido llamada hispánica, y el otro episodio, luego del retiro de los peninsulares de nuestros territorios, que se ha convenido en llamar: época republicana.  Ambas historias tienen un nexo común, y es que son protagonizadas por personas de raza negra, y han sido dejadas en el cuarto de san alejo, corriéndose el riesgo de que, no sean conocidas por nuestras generaciones jóvenes y que no se valoren en la medida que realmente se  merecen, pues forman parte del accionar de ese grupo componente de nuestra nacionalidad que se  ha querido acallar o enmascarar, para tratar de invisibilizarlo; pero lo paradójico es, que sacamos pecho y los aclamamos cuando triunfan como deportistas u obtienen premios o galardones académicos, ahí si son valiosos.

Primero que todo, diré que la palabra negro, no la uso en sentido peyorativo. Sé que en la actualidad no es una palabra políticamente correcta, pero quienes me  conocen, entre ellos algunos de mis ex compañeros de trabajo, saben que soy respetuoso de su color de piel y su cultura, a la que admiro y valoro.

Por otra parte, diré que las palabras afro descendiente o afroamericano, son ambiguas, porque está demostrado por las investigaciones de ADN mitocondrial, que todos descendemos de un grupo de simios que evolucionaron en África, por los alrededores del valle del Rift, y que como homo sapiens, hace cerca de setenta mil años, grupos de humanos empezaron a emigrar por diversas rutas, llegando a colonizar el resto del mundo. En ese sentido, todos los seres humanos somos afro descendientes y nosotros los colombianos  afroamericanos, de igual manera, es obsoleto hablar de razas humanas, pues la raza original es la negra, los demás seres humanos, por variaciones climáticas y por particularidades geográficas de los sitios  donde  nos hemos asentado, hemos perdido rasgos de esos primeros seres humanos nómadas, lo que nos convierte en negros descoloridos. Luego de estas aclaraciones pertinentes, hablemos del asunto de hoy.

El primer episodio tiene que ver con las sublevaciones de los esclavos africanos, cansados de los vejámenes y atropellos de sus amos, en nuestro caso, los españoles, la rebelión era el único camino que les quedaba para protestar;  vale la pena anotar que, estas sublevaciones empezaron alrededor de 1520, en Haití y República Dominicana inicialmente, y luego hubo una serie de rebeliones en algunas islas del caribe, Estados Unidos, Puerto Rico, etc.  Muchas de éstas fueron espontáneas, una reacción violenta y apasionada contra las torturas o el trabajo inhumano, pero otras, por el contrario, fueron preparadas largamente y en el mayor secreto. Éste fuga y rebelión de esclavos se conoció como cimarronaje.

En el caso de Colombia, los negros que habitaban los alrededores de Cartagena, fueron los primeros en tratar de independizarse de los españoles, y no había entre ellos dirigentes versados en los derechos de la Revolución Francesa (que aún no había ocurrido), ninguno de ellos hizo un juramento , como el que se dice que realizó Bolívar en el monte Capitolino; se trataba de un grupo de treinta y siete negros ansiosos de libertad y dispuestos a pagar con su vida para obtenerla; habían sido tantas las fugas de esclavos que el cabildo  de la ciudad expidió una ley en 1570, indicando el castigo que se daría según la duración de la fuga. A pesar de las amenazas, Domingo Bioho y sus seguidores, se internan en el arcabuco y la ciénaga de la Matuna, por allá a comienzos del siglo XVII, allí construyen un fuerte, se dice que el citado líder cimarrón, había sido monarca de un estado africano; los amos convencidos que pueden recuperar a sus antiguas mercancías, van a buscarlos, acompañados de oficiales; piensan que sus antiguos esclavos, ahora hombres libres, regresarán con ellos apenas los vean. Según una versión de éste episodio, hasta unos sacerdotes iban acompañando a los esclavistas, asumiendo que los antes sometidos, así serían más dóciles. Los cimarrones los atacan y los hacen huir despavoridos. Los amos van donde el gobernador a quejarse, esperando envíen  tropas a buscar a los fugados. Mientras esto ocurría, Domingo, llamado el rey Benkos, se dedicó con sus seguidores a  acabar la tranquilidad de Cartagena, Tolú, Mompós y Tenerife, asaltando haciendas, fincas y cometiendo actos de piratería; el líder, en sus andanzas se encuentra un sitio donde fundó un poblado, al que encerró con palizadas, originando el célebre, San Basilio de Palenque.

En la primera incursión para buscar someter a los cimarrones hubo un muerto, viéndose el gobernador obligado a organizar una segunda incursión con más cuidado, pero Bioho, contaba con una buena organización y espías, por lo que supo del ataque con antelación y lejos de su palenque,  detuvo a las tropas reales. El nuevo gobernador de Cartagena, consideró que los más de treinta mil pesos gastados, persiguiendo a los cimarrones era mucho dinero, y negoció con los palenqueros, buscando reducirlos de manera pacífica;  se le concedieron algunos  privilegios a Benkos, pero no lo dejaron volver a usar el título de “rey del arcabuco”, esta rebelión fue en 1619. Posteriormente  en otra rebelión, Domingo Bioho es capturado y ejecutado. Estos negros fueron los primeros hombres libres de nuestro país, los primeros en emanciparse del rey de España.  ¡Doscientos años antes de la libertad obtenida por Bolívar y Santander!, como para quitarse el sombrero en señal de respeto.

Para vergüenza de los racistas de toda América,  el primer país libre fue Haití, en una segunda revuelta iniciada en 1791; después de ser planeada largamente, esta rebelión le dio la independencia al país, pues ella entrañaba una resistencia  contra la aculturación religiosa y los valores ajenos a ellos, y sus deseos de permanecer africanos.

El otro suceso oculto en  la penumbra histórica, es la presidencia de un hombre de cuna humilde, autodidacta, escritor fecundo y de temática diversa, a quien algunos consideran el autor de la primera novela nacional “Ingermina o la hija de Calamar”, para el que lograr sus objetivos, no fue fácil, porque  sus adversarios políticos siempre le recordaron que era un  “pardo”, un “cobrizo”. Su accionar político se caracterizó por asumir la reivindicación política de los grupos afros, lo que en esa época era un suicidio en este tipo de actividades; los políticos cartageneros siempre lo consideraron un advenedizo que ocupaba los sitiales que les pertenecían a ellos por  tradición. Su soporte político y militar estaba en los negros, zambos y mulatos de Cartagena de Indias, fue anti bolivariano, en 1836 con el apoyo de los artesanos del barrio de la Catedral, donde residía, llegó a ser representante a la cámara provincial de Cartagena. Juan José Nieto Gil, un mulato nacido en un humilde caserío del caribe colombiano, llegó a  ser  presidente del estado soberano de Bolívar, al cual se unieron, alrededor de la figura de Tomás Cipriano de Mosquera, para que fuera presidente de Colombia, los estados de: Bolívar, Magdalena, Santander y Cauca, con la intención de derrotar al gobierno de  Mariano Ospina Rodríguez.

El 25 de Enero de 1861, ante el retraso de Mosquera para llegar a Bogotá y asumir el poder, desde Barranquilla y a través de un decreto, Nieto se autoproclamó como presidente de la unión y escogió a Cartagena como “capital provisional de los estados unidos de la Nueva Granada”, cargo en que estuvo  hasta 18 de Junio del mismo año, es decir, ejerció el poder por casi seis meses, hasta que Mosquera llegó a Bogotá y asumió la presidencia. Se dice que su imagen había sido blanqueada, para ocultar su tez cobriza, y que en una restauración de su retrato como ex presidente, su imagen está más acorde a su realidad.

Espero que este escrito ayude a reivindicar a  las minorías del país, que han sido tan fundamentales para la construcción de la patria mestiza, pluricultural y diversa que somos, y a la que algunos despistados, incultos o perversos, que tienen propósitos inconfesables, se empecinan en negar.

Dedicada a: María Luisa Ortiz, John Jairo Moreno, Eustorgio Jiménez