Por JORGE EDUARDO MURILLO MEJIA
No hace muy poco, expertos economistas en temas de vivienda y su incidencia en la pobreza y la riqueza, decían que una manera de combatir la pobreza en la mayoría de países fuera del G-7 y otros grupos de países económicamente privilegiados, era dotar de vivienda a los pobres, liberando a esa población del pago del arriendo y canalizando esos dineros a suplir otras necesidades primarias. Esta tesis cogió más fuerza en los meses de la cuarentena obligatoria en la mayoría de países del mundo. Los más pobres sin ingreso y educación, se endeudan o roban para pagar el arriendo, los servicios públicos y la comida. Sin empleo, la cosa se dificulta y terminan delinquiendo y recurriendo a las invasiones. Esta población vulnerable no tiene vivienda porque sean vagos o sean holgazanes; en la mayoría de países, ellos nacieron pobres, no se educarán y morirán pobres o con muy pocos recursos que les permitan un modo digno de vida. La ecuación se equilibra entonces con recursos, y en este caso son los países más ricos y los seres humanos más ricos los que deben asumir esa responsabilidad. En el primer caso un país económicamente estable estará muy alejado de la corrupción generalizada, allí rinde más la platica. En el segundo caso, unos impuestos justos sin corrupción, también hacen que a esos gobiernos les rindan más los presupuestos para tal fin y los contribuyentes estén satisfechos. En Colombia y mayoría de países latinos la corrupción cunde, los muy ricos no pagan impuestos justos y crece la pobreza, allí las soluciones son retóricas por “expertos” que plantean diagnósticos sin soluciones efectivas, y lo peor, los muy ricos con el cuentico de la corrupción, presionan y compran a los gobiernos, para que los liberen de esa responsabilidad. En Colombia, aproximadamente mil empresas que pertenecen a los seis más grandes grupos económicos, ganan los billones suficientes para dotar de vivienda a los verdaderamente pobres, pagando el impuesto a la gran riqueza y esos dineros puedan tener destinación específica; así se pagaría a gusto con un exhaustivo seguimiento a los recursos sin que pasen por el ojo de los políticos. Pero acá esos grupos financian a los políticos por una menor cuantía, cada vez atesoran más y terminan dueños de los grandes medios de comunicación, de las grandes concesiones en vías, de los grandes contratos con el estado, monopolizan servicios públicos, con el poder suficiente para manejar a algunos políticos y gobernantes. Si le paramos bolas a este tema, los retóricos podrán conseguir los recursos para combatir a la pobreza y a la corrupción, es cuestión de identificar a los verdaderamente grandes y que se cuiden dichos recursos.