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Juan, un filósofo cínico.

Por  LUIS FERNANDO GALLEGO RAMÍREZ

Luis F. Gallego

Entre los años 400 y 323 ac, las calles de Grecia eran caminadas por un personaje llamado Diógenes de Sinope, o conocido también como Diógenes, el perro. Dicho remoquete se debió a la manera en como vivía Diógenes, en palabras de García Gual, el perro el animal impúdico por excelencia, y el calificativo de perro evoca ante todo ese franco impudor del animal; “el perro es muy poco gregario, es insolidario con los suyos y está dispuesto a traicionar a la especie canina y pasarse del lado de los humanos, si con ello obtiene ganancias; es agresivo y fiero, o fiel y cariñoso, vive junto a los hombres, pero mantiene sus hábitos naturales”.

La manera como vivía Diógenes, dio vida a una escuela filosófica llamada escuela cínica; esta escuela predicaba, más con gestos y a través de una actitud constante que con discursos y arengas. En su vuelta a la naturaleza encuentra en los animales sus modelos de conducta hallando en el perro un buen ejemplo para un vivir despreocupado y sincero.

Las pretensiones de la escuela cínica, eran la denuncia de la inautenticidad de esa respetabilidad y sus supuestos, que los demás aceptan como costumbres y comodidad más que por razonamiento. En una época de crisis ideológica y moral, se destaca Diógenes paseando por la plaza con su farol en pleno día en busca de un hombre.

Como se dijo anteriormente, la escuela cínica no enseñaba a través de discursos, por tal razón no se encentra obra escrita de los filósofos que pertenecieron a dicha escuela, lo que existe de ellos son anécdotas o historias, en las cuales se podía evidenciar el talante y enseñanzas de la escuela.

Uno de esos ejemplos, los muestra Carlos García Gual, en su libro titulado La secta del perro, en palabras de García una de la anécdotas más famosas fue el encuentro con Alejandro Magno “ a la pregunta del joven Alejandro ¿qué quieres de mi? Responde el indolente Diógenes, sentado frente a su tinaja en tono tranquilo, que te apartes un poco y no me quites el sol. La enseñanza que se puede sacar del encuentro entre Diógenes y el rey, tiene que ver con la actitud que tuvo el perro con Alejandro, pues como se pudo observar no se inclinó ante éste, sino todo lo contrario. Otra anécdota en la cual se puede evidenciar las enseñanzas de Diógenes, esta vez con relación a la comunidad cívica es: “solía entrar al teatro topándose con los que salían. Cuando le preguntaban por qué lo hacía contestó: es lo mismo que trato de hacer a lo largo de mi vida”.  

Hasta este punto, se puede que decir que la vida misma de Diógenes era su manera de enseñar a los atenienses la manera en cómo se podría llegar a la felicidad, en un primer momento en el encuentro con el rey, se notó su poca admiración hacia los políticos, y por otro lado, en el caso del teatro, que él iba en contracorriente con la sociedad en la cual vivía.

Hasta este punto no se ha mencionado en ningún momento a Juan, o por qué se le considera como un filósofo Cínico. Antes de dar las razones por las cuales se cree que Juan es un seguidor de esta corriente, primero se quiere hablar un poco de la vida del personaje, forma de vestir, habitos etc.

Al igual que en Grecia la de Diogenes, en el municipio de Samaná, son varios las personas que deambulan por las calles, tal vez no enseñando con sus actos, al estilo del filósofo, sino viviendo su vida, sin importar la comunidad. Uno de estos personajes es Juan, conocido popularmente como Juan alambres, Juan es una persona relativamente joven, pues su edad oscila entre los 55 y 65 años de edad; en cuanto a su vestimenta, esta está compuesta por un sombrero aguadeño, sus zapatos suelen estar sin cordones, sus camisas suelen estar desabotonas en la parte de arriba, sus pantalones suelen estar sin correa dando imagen de un hombre descuidado con relación a su presentación personal. Su apodo Juan alambres, se debe a que siempre lleva en su mano, alambres de varios tipos, los cuales son su compañero, pues casi siempre se ve hablando o teniendo un diálogo con estos, es normal verlo acostado en cualquier esquina del parque o en cualquier andén del pueblo.

Las razones por cuales se cree que Juan es un filósofo cínico tienen que ver con la misma actitud de él, es decir con su forma de ser, de vestir y por sus diálogos con sus alambres, ya que su forma de vivir es digna, o representa la forma cínica, esto con relación a no tener lujos y andar vestidos de una manera no elegante, Diógenes vestía de con una única túnica, donde eran sus compañeros, una tinaja y los animales de la calle. Con relación a las enseñanzas de Juan se podría decir que los diálogos con sus alambres podrían ser una de estas, pues en un pueblo donde se suele hablar mal del prójimo, o estar pendiente de la vida de los demás, que una persona solo se preocupe por su vida, y hable con sus alambres, sería una enseñanza valiosa

Otra actitud cínica en la vida de Juan, es su forma de vivir, ya que sin importar lo que digan los demás, él se acuesta en cualquier esquina del pueblo a hacer lo que más le importa, hablar y hablar con sus alambres, hasta el día de hoy no se ha escuchado los diálogos que sostiene Juan con sus compañeros, una cosa si es segura, de lo que ellos comentan no se destruye una vida, o se habla mal del prójimo. Diógenes iba contra corriente en su Grecia, Juan va en contra corriente en su Samaná.   

5 COMENTARIOS

  1. Qué bueno empezar a leer algo diferente y al mismo tiempo tan regionalista. Gracias por este escrito.

  2. Excelente escrito que enmarca la situación de un personaje típico de una región, lo contextualiza con precisión dentro de la escuela filosófica cínica, con una invitación sugestiva para rescatar lo simple, lo natural , lo cotidiano de la ciudad.
    Gracias por llamar nuestra atención a la vida.

    • Buen artículo, «Juan Alambres» siendo un personaje típico se caracteriza por ser una persona introvertida que vive su vida de una manera tranquila y relajada; cabe descartar que entre sus largas charlas con los alambres puestos de una forma asimétrica este personaje busca muchas veces entierros y tesoros nunca encontrados en sus ratos de escabaciones en las diferentes laderas del pueblo, según él, guiado por lo que intepreta en la lectura de sus alambres. En las pocas charlas que se tienen con él se evidencia frases incoherentes con términos rebuscados (guartemalteco, cuchumeco…).
      Por otro lado también se puede decir que es un excelente negociador, él se ve en algunos fines de semana abordando a los campesinos que traen diferentes productos agrícolas para vender, entre los más buscados por él son el limón y la mandarina por los cuales paga un precio razonable y luego son vendidos al detal en las diferentes calles del pueblo. Hablar de su seriedad para los negocios es algo que se debe resaltar, ya que muchas veces con los conocidos comerciantes del pueblo se le ve pidiendo dinero prestado para la compra de estos productos, dinero que es cancelado por él luego de vender y obtener sus ganancias.

      «chincuenta»

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