Por JAIME CORTÉS DÍAZ
En las marchas y paros, la juventud vio una oportunidad de salir y mostrarse sin que mediara una organización de comando agitacional de visible cara que la convocara, como si fue el caso de otros sectores de la población. A muchos sorprendió su destacada presencia llena de vigorosidad y sostenibilidad en las jornadas en transcurso. Pero el gran flujo de jóvenes en calles y plazas es el visaje que ha permitido reconocer en sus gritos, arengas, pancartas y banderas, una problemática llena de angustia, frustración, penuria, que en desgracia existencial lleva en su deambular un fuerte tufo de ira sacado de lo más profundo de su sentir. De ello, a su sombra, se aprovechan los actores del vandalismo y el terror que si están preparados con antelación para proceder dolosamente en las perturbaciones que le dan la vuelta al mundo, adobadas de falsedad y engaño.
Cuando se espera que los diálogos y negociaciones empiecen con seriedad y rigor, es confluyente privilegiar entre tantas aspiraciones y quejas las temáticas del devenir juvenil por un camino seguro de realización, lo cual significa crear confiabilidad institucional e instaurar desde los ámbitos público y privado, plazas dignas de trabajo básicas como también universitarias, técnicas y tecnológicas. Aquí hay que reflexionar en la estructura productiva que hoy es estrecha, con exportaciones girando alrededor del petróleo y minerales principalmente; acuerdos comerciales sin mediana utilización por falta de ingenio innovativo; de la inoperatividad de salir a conquistar mercados más allá de las fronteras patrias. Recuérdese que los justos requerimientos tienen que apropiarse con dinero en cantidades inmensas y solo un sector productivo amplio, eficiente y competitivo, podrá crear riqueza para sustentar fiscalmente los costos en la búsqueda de la equidad. Apenas unas cuantas empresas grandes que se cuentan en la mano como Ecopetrol, ISA, EPM, Nutresa y las que explotan carbón, y otras, sean significativas en número para pensar en un verdadero poder financiero de tipo impositivo. El ejemplo, aunque insuficiente, es para otear en el horizonte peticional la envergadura del indispensable viaje a cubrir la deuda social. En una nueva ocasión se tratará sobre lo que los analistas de la economía llaman “el cambio de modelo”. Baste decir por el momento que es posible, viendo lo que en tan pocos años logró Irlanda en el contexto mundial, un país parecido antes a Colombia en sus circunstancias de desarrollo.
Cerca de dos años atrás (prepandemia), el autor de esta columna frente a las marchas iniciales en las que se protestaba por las mismas cuestiones de hoy, escribió: “Es triste que los alumnos al terminar los estudios, vean frustrados sus sueños, sus esfuerzos y los de su familia; sus ansias de servicio, sin encontrar oportunidades laborales que les permitan seguir creciendo con superación y dignidad, ya que no encuentran fuentes de trabajo suficientes. Entonces se crea una población de desempleados con títulos idóneos y muchos se ven obligados a otras tareas de menor factura, lo que los convierte en sujetos amargados, deprimidos y enemigos de lo establecido…que soplan vientos de crisis y no estamos debidamente preparados”.
Es hora de trazar el gran salto educativo como eje central del nuevo país, porque de lo contrario será siempre lo mismo. La razón de lo dicho apunta a que la Academia juega un papel protagónico en lo que es menester acometer prontamente. Se empieza diciendo que el sector debe revisarse y nada mejor que, en colectivo, utilice su autonomía para que junto con el Estado y el empresariado, vislumbren inéditos saberes, investigación y aplicación4.0, y por ende entrar a formar profesionales y expertos en oficios especiales del trabajo, con el fin de crear demanda laboral y apetencias consolidadas. Al respecto, expresa el profesor Leonardo Fabio Yepes de la U. Católica: “(…) es prioritario incorporar a la tecnología, la cualificación y el aprendizaje a lo largo de la vida como variables de competitividad que deben apropiar las profesiones actuales y futuras una revolución de la actividad empresarial”.
Hola Jaime, creo que aprox 500 empresas de los 5 grupos más grandes del país, ganan en 4 años el presupuesto de Colombua en un año. No son contadas en la mano y tienen miles de exenciones millonarias, por eso creo que hay tanta desigualdad