Como desde el comienzo he estado al tanto del proyecto vial Avenida Los Colibríes, me preguntan las razones por las que -casi dos años después de iniciadas las obras- tan sólo 3,4 kilómetros tiene un avance tan pobre, que ya la llaman la Avenida de Las Tortugas.
Al principio la culpa fue del invierno. Después “descubrieron” que la tierra del sector es conformación de cenizas volcánicas que exige especial manejo; ya se sabe que la gestión predial brilla por la improvisación; que la obra fue iniciada sin diseños de fase tres; que los trazados los han modificado una y otra vez, y que hay rumores sobre discrepancias entre los consorciados, uno de ellos insatisfecho por la forma como se negoció la licitación. Ahora solo falta que le echen la culpa al verano.
No se justifica que a un consorcio al que se le hizo un anticipo de $12 mil millones en un contrato de $32 mil millones, aún no le hayan ejecutado póliza de incumplimiento, lo que, sumado al silencio sepulcral de los órganos de control, la interventoría y el Concejo Municipal, ha desatado una serie de rumores y sospechas que en nada favorecen la transparencia de la Administración Municipal en cabeza del alcalde Maya.
¿Qué hay detrás del calvario que vive esta obra vial?
Nadie entiende por qué al mismo contratista de la obra le adjudicaron la gestión predial. Eso no tiene sentido ni antecedentes en materia de contratación de infraestructura vial en Pereira. Casi dos años después, aún hay predios que no han sido objeto de negociación. Al propietario de la finca La Troja le propusieron el negocio de la vida: que autorice derribar el bosque y autorice el paso por su predio, que después le pagan. A otros predios tampoco les han hecho propuestas y circula la versión que no hay flujo de caja.
En la comunidad de El Tigre hay dos colegios y condominios con un intenso tráfico vial y la carretera, siendo el mantenimiento obligación del contratista, es un paisaje lunar. Además, a cada rato los dejan sin servicio de acueducto. Y así, reuniones y promesas inútiles van y vienen, hasta la fatiga y el malestar social.
A ese paso esa obra no irá a ningún Pereira. Lo que se percibe es desorden, improvisación y la sospecha de que algo no está ni estará bien y que solo falta que el contratista deje tirada la obra, salvo que le den más plata.
No obstante, el alcalde Maya avanza en la contratación de la segunda etapa de 3,5 kilómetros con un presupuesto superior a los $150 mil millones que, al decir de algunos ingenieros, serán insuficientes.
Esta obra vial contratada con recursos provenientes de los impuestos de los pereiranos, exige que tome el vuelo de los colibríes, porque de lo contrario, de verdad, la llamarán la Avenida de Las Tortugas.