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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLA DEUDA DE LA LIBRE

LA DEUDA DE LA LIBRE

Como estudiante de derecho que fui de la Universidad Libre, suelo decir que mi alma mater me quedó debiendo, y digo esto porque en mi pregrado, en mi sentir, no accedí a todo el contenido que un abogado debe comprender para salir a enfrentarse a la vida profesional en la que nuestro trabajo, como en ninguna otra profesión, tiene que ver con todos los escenarios del ser humano desde que nace hasta que muere.

La Libre de Pereira tiene una marcada tendencia a producir abogados en su mayoría orientados al desempeño como funcionarios en la rama judicial, a la defensa en el derecho penal y al ejercicio del derecho administrativo, ya sea como servidores públicos, como dirigentes políticos o como litigantes, por supuesto que, por la dinámica del mercado y la demanda natural que se deriva de la interacción y la conflictividad entre las personas, muchos prosperan y salen adelante con el derecho civil, el de familia y el derecho laboral.

Yo estudié de noche y los que pertenecimos a las promociones 1997 y 1998 nos correspondió cursar 6 años de carrera, los cuales no fueron suficientes para recibir completa una materia que se daba al final y que yo consideraba y sigo considerando esencial, el Derecho Comercial; paradójico en una ciudad como Pereira que se ufana de su comercio y de su vocación empresarial.

Debo decir con franqueza, aunque con algo de pena, que hasta cuando egresé de la Libre, por lo menos en la seccional Pereira, los abogados salíamos crudos en temas comerciales, y quienes decidían ampliar los conocimientos en ello necesariamente debían apresurarse a buscar una especialización en Medellín o preferiblemente en Bogotá; así lo hice yo y para mejorar mis competencias como asesor y directivo de la desaparecida Telefónica de Pereira me matriculé en un posgrado en Derecho de los Negocios en la Universidad Externado de Colombia, en parte por la gentileza del Dr. Leonardo Rodríguez Arango quien, para la época, se desempeñaba como subgerente de talento humano de esa entidad que antes era del municipio, que luego fue absorbida por UNE EPM y hoy conocemos bajo la marca Tigo, toda una metamorfosis sustentada precisamente en el derecho comercial.

Pero no fue en el Externado donde alcancé la plena claridad sobre un tema que me llamaba mucho la atención como parte de la disciplina comercial, el de las sociedades, yo no sé si era incompetencia mía o una falencia del programa metodológico, pero en la universidad no logré entender la esencia de lo que es una sociedad y especialmente las razones prácticas para que se desarrollara esa figura jurídica, sin la cual el mundo empresarial y de los negocios como lo vemos hoy no existiría.

Fue con la lectura del libro De Animales a dioses, de Yuval Noah Harari, que entendí plenamente el concepto de ficción sobre el cual gravitan gran parte de los instrumentos con los cuales la humanidad se ha desarrollado, entre ellos la religión, el dinero y las sociedades comerciales, siendo estas últimas la forma ideal que los hombres encontraron para seguir haciendo negocios e invertir sus capitales, sin exponer de manera directa sus nombres y limitando los riesgos sobre su patrimonio. Es elemental y al mismo tiempo prodigiosa la forma en que Harari explica el tema en el capítulo de La Leyenda de Peugeot.

Hasta aquí dejo esta historia, en la que el objetivo no era hablar de mi universidad sino del genio disruptivo de Harari, pero se me travesó el tema académico; estos desvíos literarios suelen pasar, continuaré en la próxima entrega.

3 COMENTARIOS

  1. Lo programas de pregrado podría decirse que son una inducción al mundo del derecho. Yo viví los dos goles, fui alumna y profesora; como alumna, en la Libre de Bogotá, tuve profesores muy brillantes en su ejercicio profesional y muy mediocres en la docencia, y otros que nos enseñaron lo debido, y nadie los nombraba. Pero me dieron las bases para el ejercicio profesional. En el programa de especialización en Derecho Administrativo del Colegio Mayor del Rosario, solo un profesor me enseñó algo que yo mo supiera ya, por el ejercicio de l profesión en la Oficina Juridica de la Gobernación. .

  2. Recuerdo con mucha tristeza el comentario de uno de mis profesores: «con eso de la conciliación se nos acabó el litigio». Para esa persona era más importante mantener a las partes en una larga confrontación que solucionarles el conflicto. La justificacion: con la conciliación se gana menos plata. En ese momento y todavía pienso que el camino es conciliarlo todo lo conciliable. Gracias James. Me permitiste recordar los sinsabores de la carrera y los grandes vacíos. Y de comercial? El profesor de la materia, lo que decía en jna clase, lo corregía en la clase siguiente porque «así no era….». Un total desacierto. No hubo poder humano qué lo cambiaran.

  3. Su comentario es el mio y el de muchos. El pregrado siempre deja esa sensación, sabemos de todo y de nada. El ejercicio profesional se hace en la práctica, qué genera experiencia, coadyuvado con la investigación.
    Es por eso que las universidades deben contratar docentes que combinen, lo que está escrito en los libros y códigos y fundamentalmente con la casuistica, los casos, la experiencia en campo.
    Buen articulo James.

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