Por JOHN HAROLD GIRALDO HERRERA
Ser mujer en Colombia implica una de las desigualdades más atroces. Razón el levantamiento popular puso en la agenda la necesidad de establecer negociaciones para medio superar una inequidad que se suma a las demás: educación, salud, desempleo, falta de justicia, renta básica, entre otras. La pandemia ha puesto en cierto grado de visibilidad su condición: además de la fuerte violencia por el solo hecho de ser, se suma, que son mal pagas en los empleos, son el sector poblacional más desempleado del país, y sufren de amenazas constantes en sus lugares donde se desenvuelven: acoso, maltrato, humillación y en el paro una arremetida que dejó ver violaciones por parte de la fuerza pública además de un asedio continuo por su participación en las movilizaciones. Ser mujer implica, nacer para estar dispuestos a enfrentar vulneración a sus derechos, al tiempo que es discriminada y alcanzar unas mínimas garantías: parece que ser mujer en Colombia es una afrenta a su condición.
El desempleo en las mujeres en el primer trimestre de este año es cerca del 20%, para hombres de un 12%. En el 2020, en Colombia 1.400.000 mujeres perdieron sus empleos. Y las que lo mantuvieron incrementaron sus labores en casa, al cuidado de sus hijos y demandas internas que cercenaron sus libertades y hubo un deterioro más fuerte de su salud mental. De toda la población las mujeres, fueron doblemente confinadas y arraigó un modelo patriarcal con el que se debe romper. Adicional las mujeres son más mal remuneradas, según el informe del Dane, las mujeres reciben 12,9%[1] menos que los hombres. Así las cosas, una enorme brecha social, está del lado de las mujeres. Muchas mujeres hicieron parte de la llamada Primera línea, madres y jóvenes, que arriesgaron sus vidas y le pusieron su humanidad a un sistema obsoleto e injusto que va dejando relegados sectores y poblaciones como si fuera basura.
A las mujeres que tienen trabajo sus jefes, les persiguen y acosan y su estabilidad es menor, luego de trabajar jornadas extenuantes continúan con labores domésticas que superan las sietes horas de dedicación diarias al hogar, en promedio un hombre invierte unas 3 a 4. Su capacidad de organización aumentó y su resolución en el paro también. Pero los ataques crecieron. El paro hasta la fecha dejó a 31 de mayo 26 casos de violencia sexual (incluida una mujer policía), y 106 casos de Violencias basadas en género, que incluyen a la población Ltbiq. En fin, los datos son crueles, dado que suben con persecuciones, detenciones arbitrarias, desapariciones, entre otras[2].
En todas las esferas de la movilización y como un hecho legítimo, la proclama fue solicitar equidad para las mujeres. En Colombia, aunque apenas en el 2019 fue promulgada una política pública nacional de mujeres, esta como muchas otras, siguen en el papel. Y la realidad muestra retrocesos y variantes de afectación. La poca resolución del gobierno central y de inclusiones locales, deja de nuevo una cantera de posibilidades para continuar afianzando las movilizaciones. Una de cada tres mujeres sufre de abuso, y los feminicidios no cesan.
Las mujeres no reclaman nada distinto a una equidad, se sabe en el terreno educativo ha habido una inclusión mayor, y que más mujeres hoy pueden ser profesionales, pero todavía siguen marginalidades. Desde el lado de los hombres debe estar nuestra disposición y no sólo eso, ser funcionales: corresponder con el ejemplo en casa y lugares donde existe esa desigualdad atroz. La violencia también va con el lenguaje, y se excluye con las menciones y formas de nombrar, el piropeo en las calles, el azuzar la presencia femenina, el convertirlas como objetos y símbolos, el esclavismo en casas y lugares de trabajo, y unas formas diversas con las que se debe romper, a la par con una violencia estructural.
La mujer colombiana se ha empoderado, su papel es decisivo. De no trabajar en planes y concertar una agenda real, contamos con un desequilibrio, que al igual que el de los jóvenes, la factura no da más largas. Se esperaba que el paro dejara un acuerdo nacional al respecto, y sin mencionar que la mujer también ha sido víctima severa del conflicto armado, ahora, hay que decir, quedó en veremos una solución urgente. Dice la escritora Isabel Allende, en Mujeres del alma mía: “Una de las formas más eficaces de tener un impacto positivo en el mundo, es invirtiendo en las mujeres”.
[1] Invito a ver este informe detallado para comprender la diferencia de género en lo laboral entre hombres y mujeres: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/notas-estadisticas/nov-2020-brecha-salarial-de-genero-colombia-presentacion.pdf
[2] Para ampliar circunstancias, el informe en resumen de la Comisión de derechos humanos en su visita de dos días, dejó registrado lo que en Colombia no. Informe disponible en: https://www.sismamujer.org/wp-content/uploads/2021/06/Final-Resumen-Informe-CIDH-Orgs.-Mujeres.pdf