Por URIEL ESCOBAR BARRIOS, M.D.
El principal indicador de desarrollo de una comunidad o de un país debe ser la satisfacción plena de las necesidades básicas de cada uno de sus miembros; ello implica superar los viejos paradigmas, que consideran que lo más importante es lo económico: el producto interno bruto (PIB), el ingreso per cápita (IPC) y la población económicamente activa (PEA). Se supone que la economía cumple su verdadera función cuando contribuye a mejorar las condiciones de vida del ser humano; si no, ¿qué sentido tendría generar riqueza? El Informe de Riqueza Global (GWR), analizado por el banco Credit Suisse en el 2017, dice que esta ha crecido un 6,4% en los últimos años; sin embargo, tiene una distribución tan desigual, ¡que el 45,9% de ella está distribuida entre el 0,7 de la población mundial!
En Colombia, los análisis que hizo el DANE sobre la pobreza monetaria y la pobreza monetaria extrema durante el año 2020 evidencian unas cifras realmente dramáticas. Del año 2019 al 2020, un total de 3,6 millones de personas ingresaron a la condición de pobreza y 2,78 millones a la de pobreza extrema. Esto significa que el 42,5% de los colombianos se encuentra en condición de pobreza, es decir que sobreviven con menos de $331.668 al mes (y 7,47 millones de compatriotas viven con menos de $145.004 mensuales). Como si esto no fuera suficiente, la explosión social que sigue activa en las calles desde el 28 de abril del presente año ha generado pérdidas que los expertos aproximan a los 15 billones de pesos. Y todo sigue como si nada en cuanto a los acuerdos que se deben producir a nivel nacional para normalizar la vida económica del país; mientras tanto, empeora la percepción que tiene la mayoría de las personas sobre su seguridad y la de su familia y el futuro de la patria.
Lo peor que está sucediendo en Colombia es el ambiente generalizado de pugna entre quienes están ejerciendo la protesta social; a ello se agregan el enfrentamiento entre los extremos del espectro político y la falta de liderazgo de parte de sus principales actores, quienes no insinúan una verdadera propuesta que arroje luz al final de esta horrible noche. ¿Qué hacer como colombianos ante el derrumbe de la credibilidad de las entidades que representan la Institución? Duro reto, que exige que todos los ciudadanos de este país se comprometan para tomar las mejores decisiones en las elecciones que se avecinan. No podemos perder la esperanza en el futuro de una Nación más igualitaria, incluyente y respetuosa de los derechos humanos. www.urielescobar.com.co