Por Harold Salazar A
La ley 1098 de 2006, la cual creó el Código de la Infancia y la Adolescencia establece en su Artículo 9º: “Prevalencia de los derechos. En todo acto, decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier naturaleza que deba adoptarse en relación con los niños, las niñas y los adolescentes, prevalecerán los derechos de estos, en especial si existe conflicto entre sus derechos fundamentales con los de cualquier otra persona. En caso de conflicto entre dos o más disposiciones legales, administrativas o disciplinarias, se aplicará la norma más favorable al interés superior del niño, niña o adolescente.” Pero en el mal llamado “internacional” aeropuerto de nuestra ciudad esta ley se desconoce y prevalece la ley de una aerolínea en particular y/o una fobia desmedida que deshumaniza las mínimas normas de protección a la infancia. Aquí se trata no de una historia en particular, sino de una serie de denuncias sobre eventos similares, lo que nos lleva a concluir que algo esta fallando en la administración de este puerto aéreo de la ciudad.
Según el código citado se entiende por niño (as), todas las personas en edad comprendida entre 0 y 12 años, y sus derechos prevalecen sobre otras normas, según lo estipula claramente el articulo reseñado. Una de las diversas historias sobre el maltrato a los niños en el aeropuerto se da en su negativa a permitir el ingreso de una tasa de sopa -la misma que no le gustaba a Mafalda- en cualquier recipiente a la sala de espera, luego que la aerolínea sin explicación alguna, aplazara consecutivamente y por más de cuatro horas un vuelo. Si el niño tiene menos de dos años, no importa su condición física, la sopa hará “explotar” o destruir la máquinas “modernas” del aeropuerto y si la infante está en una condición de falta de alimento, ese problema no es de la incumbencia de la administración en la que la “seguridad” de la terminal aérea prevalece sobre la vida del niño, pues la sopa es un elemento “altamente peligroso” para la vida de todos los ocupantes del aeropuerto. Es la lógica explicativa que se desparrama con altanería y amenazas sobre una madre indefensa.
Actualmente el Aeropuerto “Internacional” Matecaña moviliza el 80.5% de los pasajeros del Eje Cafetero según su portal. “Las proyecciones del crecimiento del Aeropuerto…será el segundo de mayor crecimiento de vuelos en el país, en un horizonte de 20 años con un 3,95%, por encima de ciudades como Bogotá, San Andrés, Cali y Medellín”. Pensar con el deseo no es malo, lo contradictorio es cuando esos deseos ignoran los contextos realistas, por ejemplo, en pocos años el aeropuerto de Palestina estará funcionando, además el aeropuerto el Edén de Armenia se está modernizando, variables que en cualquier escenario de proyección gerencial se deben tener en cuenta, pero aquí nos quedamos con un “pereiranismo parroquial ” que ha impedido tomar decisiones de fondo, adicional a la entrega de su administración a un operador que aún no paga el impuesto de las estampillas.
Lo de carácter internacional es un concepto parroquial, no podemos tener vuelos directos a España, las pobres condiciones de los parqueaderos, la pésima señalización para el ingreso vehicular, las actuales señales aparecen en una curva de cerca de 90° grados, problemas de diseño como son el paso de los transeúntes desde el parqueadero hacia la terminal en medio de la vía de los carros, el no pago del impuesto de las estampillas por parte de su operador y las pocas opciones de pagar en moneda extranjera. Si a lo anterior se le adiciona este tratamiento en contra de la infancia y otros detalles que no se alcanzan a contar es este breve espacio, debemos “tocar tierra”. Para ganarnos el título de “internacional” debemos fijarnos en cómo mejorar su administración y hacerla más humanista, antes que hablar de cifras de pasajeros movilizados.
Una niña de 15 meses no es un adolescente mi estimado lector y bien lo aclaro en la columna.
segun el redactor, que los adolecentes hagan lo que les de la gana, como lo hacen en escuelas, calles, etc.
por eso estamos llevados de esta mala sociedad.