Por JAIME BEDOYA MEDINA
*Habló el pueblo que llevó al poder, por voto popular, a un presidente socialista, el médico Salvador Allende. Que resistió con estoicismo, pero en pie de lucha, la tenebrosa dictadura de Pinochet. Que armó La Concertación, para enfrentar el legado del dictador. Que se levantó en el 2019 y obligó al régimen del presidente Piñera a introducir reformas democráticas, entre las cuales, elegir una constituyente para cambiar la carta magna escrita por la dictadura que, no pudieron cambiar los presidentes de La Concertación: Aylwin, Frey Logos y Bachelet, por el excesivo control que continuó ejerciendo el dictador después de dejar el sillón presidencial.
Los ciudadanos chilenos propinaron contundente paliza electoral a la derecha que no obtuvo el tercio de los votos necesario para obligar a negociar las normas que no le parezca pues apenas eligieron 37 delegados. El precio de este derrumbamiento del régimen, como diría el siempre lamentado Álvaro Gómez, fue la dolorosa cuota de violencia, destrucción y muerte del pueblo que, cansado de las “respetuosas solicitudes”, que el régimen le pide, se levantó y se mantuvo en las calles hasta pactar con el presidente las reformas urgentes y necesarias para salvar la democracia.
El presidente Piñera no salió como vaca cursienta a calificar a la izquierda de castro-chavista. Y, después de los resultados electorales, con postura de gran estadista, aceptó la decisión con una pieza maestra desde lo jurídico-político que vale la pena estudiar. Aquí, un corto resumen:
“La ciudadanía ha enviado claro y fuerte mensaje al Gobierno y a las fuerzas tradicionales. No estamos sintonizados con las demandas y anhelos de la ciudadanía. Somos interpelados por nuevas expresiones y liderazgos”.
“Es nuestro deber escuchar con humildad y atención el mensaje de la gente y esforzarnos por interpretar y responder a las necesidades, anhelos y esperanzas de los chilenos”.
Dependiendo de cómo siga respetando los acuerdos y procesos democráticos que las fuerzas alternativas impusieron, saldrá por la puerta grande de la historia. Definitivamente, ésta es una derecha muy diferente a la que agobia a Colombia.
Una investigación de un organismo reconocido por el Banco Mundial dice que “El 1% más adinerado de los chilenos, acumula el 26,5% de la riqueza, mientras que el 50% de los hogares de menores ingresos accede solo al 2,1% de la riqueza neta de Chile”. Lo mismo que aquí. Entonces, ¿habría razón para reclamar?
Ojalá nuestra antropófaga, inmadura, infantil, egoísta, estúpida y megalómana izquierda, aprenda la lección de los chilenos.
**A la nazista “revolución molecular disipada”, opondremos el perdón, la misericordia, la piedad y solidaridad consolidados, fundamento de la pacificación de nuestra Colombia amada.
***Condena total al salvajismo contra una agente de policía en Cali. No hay crímenes buenos y malos. Todos son horribles.
***Santrich, bandido que pagó caro el daño que le hizo al proceso de paz.
Jaime Bedoya Medina