Por GERMÁN OSSA ( Geross )
Gracias a los encuentros nacionales de críticos y periodistas de cine, a los festivales de cine “Súper 8” que se hacían en Cali y Medellín, al Festival de Cine de Cartagena y al de Bogotá, tuve la oportunidad de conocer y hacerme muy amigo del cinéfilo Rodrigo Vidal, hombre de cine que junto a otros tesos, hace ya muchos años, fundara el famoso Cine Club de Cali, dirigiera algunos festivales y eventos cinematográficos de gran importancia en esa bella ciudad y dirigiera el famoso también cine club y la cinemateca de la Universidad del Valle.
Además de coleccionar autos pequeños, Rodrigo es un coleccionista asombroso de películas, pues tiene en su filmoteca-videoteca-cinemateca, más de cinco mil cintas, que puedo dar fe, las ha visto todas y en más de una oportunidad.
Hoy por hoy dirige un cine club sobre cine alemán y se da el lujo de tenerlo virtual, con una asistencia considerable de público todos los lunes a las 8 de la noche. Sean estos festivos o laborables.
Gracias a él y a su cine club, hemos visto una cantidad considerable de cintas que de ninguna otra manera podríamos ver, pues comercialmente ese cine no ha llegado ni llegará a nuestras pantallas que, a decir verdad, son solo de cine Colombia, que en un 80 por ciento, solo exhibe baratijas.
La semana anterior tuvimos el pacer de gozarnos una cinta extraordinaria titulada “Lección de Alemán”, realizada en el 2019, dirigida por Christian Schwochow y que narra una conmovedora historia: Tras la II Guerra Mundial, Siggi Jepsen está en una institución para educar a los jóvenes difíciles. Allí adentro, Siggi, debería escribir un ensayo sobre «los placeres del deber», pero no tiene ni idea de cómo hacerlo. Solo cuando está encerrado en una estrechísima celda, acuden a él los recuerdos de su infancia: su padre, Jens Ole Jepsen, un oficial de policía, recibió el encargo de vigilar al pintor expresionista Ludwig Nansen, y todo ello, al lado de los personajes reales que acompañaron su dura y restringida infancia, aparecerán de manera ordenada, página a página, segundo a segundo y en un impecable orden y rigor, esos acontecimientos que marcaron su niñez y adolescencia.
El esfuerzo de esta película en condensar en un metraje de 130 minutos una voluminosa novela escrita por Siegfried Lenz en 1968, centrada en el nacionalismo y el sentimiento de culpa del pueblo alemán tras la segunda guerra mundial, es meritorio.
Se trata de un libro ejemplar en Alemania, obra de un autor perteneciente a la notoria generación de Günter Grass y Heinrich Böll, y centrado en la relación entre dos amigos de una pequeña ciudad ahora enfrentados por la contienda. Uno es un pintor expresionista. El otro, responsable de la policía local, tiene la misión de destruir sus cuadros e impedir que siga pintando. El hijo del policía se hace amigo del artista, y este le enseña a imaginar en lienzos un mundo crítico y mejor.
La historia se cuenta en retrospectiva, a partir de los recuerdos del hijo, ahora en la edad adulta y encarcelado. Las altas instancias le obligan a escribir una redacción sobre las alegrías del deber, y el joven decide volcar todos sus recuerdos. El recorrido es doloroso. No solo enfrenta a vecinos de una misma población, sino que hiere en lo más hondo las relaciones familiares.
El resultado es un filme bien equilibrado pese a lo mucho que cuenta. Un gran fresco reducido a los aspectos más íntimos. Una traslación del pesar alemán por una época infausta donde el deber se confundió con la traición y la delación pasó a ser un acto común antes que deleznable.
Una película que, si usted es amigo del arte, del cine, de esa escuela expresionista alemana, de la fatídica Segunda Guerra Mundial (o estudioso de ella, mejor), de la historia, del desquite, de la buena actuación, de una extraordinaria dirección y de un nutrido grupo de excelentes actores y actrices, de una muy buena banda sonora y de una impecable fotografía cinematográfica, le recomiendo que la busque hasta encontrarla, para que disfrute de una verdadera joya cinematográfica.
Premios
Premios del Cine Alemán: Nominada a Mejor banda sonora y fotografía.