Se ha conocido el informe de ingresos y ganancias de Ecopetrol, la primera empresa del país, relativo al tercer trimestre con conclusiones que crispan los nervios debido a sus consecuencias, máxime que se enmarca en una situación frágil del producto nacional y de la órbita fiscal que desdice un buen presagio, siendo necesario tomar medidas de austeridad, sin que ello signifique que el deterioro de la petrolera se alivie con parches porosos. El cambio es más brusco sin una transición efectiva del uso energético en el corto tiempo. Es hecho notorio que la compañía frenó y redujo operaciones en el transcurso del último año, con el agravante de las reservas que no alcanzaron a pasar el 50 por ciento.
Hace poco en esta columna se hicieron dos escritos para señalar y comprender “la mala hora de Ecopetrol” con datos que desmotivan las inversiones y el mantenimiento de la infraestructura, el retardo de la producción conjunta con la OXY, el cambio de personal técnico por otro de menor experiencia, lo mismo salir de directivos del sector y la renuncia de otros que no fueron oídos en sus planteamientos y que otearon el despeñadero al que va este complejo industrial. Hoy, en la víspera de la finalización de la calenda, la preocupación se reafirma con un desbarajuste del 28 por ciento en las utilidades del último trimestre, lo que equivale a una reducción de 5,1 a 3,6 billones de pesos. Falta adivinar qué pasará con la explotación importante que aún se tiene en Estados Unidos en porción del 14 por ciento. Es de anotar que, de acuerdo con las cifras oficialmente anunciadas, el detrimento en la sustracción del crudo, adosado con la menor exploración, las reservas se calculan que con gran esfuerzo llegarían a 6 años vista.
En lo inmediato, los revestimientos financieros del conglomerado se estrellan en la realidad por la que se atraviesa. Un ejemplo es la anormalidad del Presupuesto Nacional (PN) para la vigencia del 2025 con lagunas en los ingresos de billones de pesos y una amenaza de nueva reforma tributaria. El desdén y la incuria son muy grandes para entrar a socorrer malos cálculos y despilfarros connotativos. En este capítulo del PN la disminución de utilidades del grupo más el detrimento en la parte impositiva, son igualmente delicados en las entradas de la Nación. Junto a ello hay que ver algo repetido en escritos anteriores: la cotización bursátil sigue en desmedro a tal punto que el gerente Ricardo Roa hace la caricatura del caso recomendado que ahora que está envilecida, es el momento de comprar, pues, la acción se pondrá a $3.500. O que el Estado que es tenedor del 88.5 por ciento, compre el 11.5 a los particulares, fondos y otros, con el fin de reconvertirla en pública pura.
Mientras se producen divagaciones sin sustento, titulares minoritarios reclaman una asamblea extraordinaria para analizar la suerte en que se mueve la empresa, pero especialmente para que su representante sea elegido en virtud de su obligatoriedad legal, además del remplazo en Auditoría y Riesgos, que se vieron por las circunstancias, compelidos a dimitir.
Roa, en su condición de gerente general ha dado lugar a muchas críticas por el manejo y direccionalidad que ha dado al emporio, pero no todo lo malo es de su iniciativa, actúa en temas concretos bajo el designio de la subordinación, cargando decisiones negativas como suyas y de allegados que hacen parte del inventario cuestionado. Ricardo Roa coadyuva su dardo justificando que no está dispuesto a retirarse.
En síntesis, es dado a decir que los puntos analíticos de la petrolera colombiana en el período comprendido entre enero y septiembre de este año, no han sido óptimos, y asegura que el desempeño operativo trasciende “con los terceros mejores resultados de la historia en cuanto a EBITDA” [medición financiera antes de deducir impuestos, intereses, amortizaciones, deducciones y otros] que se redujo en 42.3 billones. De conformidad con los estados financieros, en el lapso enunciado denotó ingresos por $98.5 billones equivalentes a un decrecimiento del 9 por ciento, y las ganancias se redujeron en 12,8 por ciento que se sitúan en 11 billones de pesos. ¡GRAVE!


