La naranja natural es superior a cualquier preparado farmacéutico como fuente de vitamina C. Hoy sabemos que en esta fruta se encuentran, además, alrededor de 170 elementos fitoquímicos que potencian y complementan la acción de esta vitamina en el organismo.
Todo ello, unido a la sensación de bienestar y hasta de placer que proporciona una naranja, hace que sus efectos saludables sean muy superiores a los que cabría esperar de sus 50 mg/100 gramos de vitamina C.
A pesar de lo que puedan decir algunos promotores de la química farmacéutica, los 50mg/100 gramos de vitamina C de la naranja aportan mucho más al organismo que los 50 mg o incluso 500 de vitamina C de cualquier comprimida o medicamento.
Se destacan en su composición las siguientes sustancias: azúcares como la sacarosa, la dextrosa y la levulosa; minerales como potasio, calcio, hierro y magnesio; otros elementos vitamínicos como carotenoides, vitamina B1 y vitamina B2; Ácido Fólico, que es un nutriente esencial para el buen desarrollo del sistema nervioso de feto, que actúa como antioxidante y su presencia es necesaria en la sangre para que los glóbulos blancos desarrollen su función.
A todo lo anterior, a una naranja también le sumamos fibra vegetal en forma de pectina, de acción anti colesterol; ácidos orgánicos, especialmente el cítrico, que potencia la acción de la vitamina C y facilita la eliminación de residuos tóxicos del organismo como el ácido úrico.
Desde el punto de vista químico, existen dos grupos principales de elementos fotoquímicos en la naranja: Flavonoides y Limonoides. Gracias a su extraordinaria composición química, la naranja estimula las defensas contra las infecciones y es protectora de las arterias, antialérgica, alcanizante, remineralizante y ariticancerígeno.
Entre sus aplicaciones dietoterápicas para enfermedades infecciosas, la naranja no debería faltar en la mesa de toda persona que esté pasando un padecimiento de este tipo, o que desee prevenirla.
Los estudios realizados muestran que son necesarias al menos cuatro naranjas diarias (unos 250 mg de vitamina C) para que se obtengan resultados.
Hay que señalar que la vitamina C o el consumo de naranjas, no son capaces de prevenir el resfriado o la gripe, sin embargo, se ha comprobado que acortan la duración de la enfermedad y que logran que sus síntomas sean menos intensos.
La naranja ejerce acciones anti infecciosas gracias a la combinación de la vitamina C con las demás sustancias químicas que la acompañan en su estado natural, ayudando a aumentar la capacidad de los glóbulos blancos de la sangre para destruir los gérmenes, aumenta el número y la longevidad de los glóbulos blancos, esta acción se atribuye al efecto conjunto del ácido fólico y la vitamina C.
Dificulta, aunque no impide completamente, el desarrollo de los virus en las células humanas y son los flavonoides de la naranja, junto con la vitamina C, los responsables de esta acción, pues aumenta la producción de interferón, una proteína producida en el organismo en su lucha contra los virus.
El consumo diario de naranjas está indicando, no solo en caso de resfriado y gripe, sino en cualquier otra enfermedad infecciosa, incluidas las infantiles, e incluso el sida, trombosis, arterioesclerosis y afecciones cardiovasculares.
Los flavonoides contenidos en la naranja, potenciados por la vitamina C, tienen el efecto de inhibir la tendencia de las plaquetas de la sangre a formar coágulos, de tal manera, que las naranjas también incentivan al fluido de la sangre, mejorando la circulación, especialmente en los dos órganos que necesitan un aporte más constante de sangre: el cerebro y el corazón.
A nivel digestivo mejora el estreñimiento y la atonía intestinal. Las personas que presentan un nivel alto de vitamina C en la sangre, presentan menor riesgo de padecer alergias. En afecciones oculares por su riqueza en carotenoides, así como en otros antioxidantes resulta de utilidad en la prevención de la degeneración macular de la retina. Además, la vitamina C posee acción anticancerígena.