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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLA PATERNIDAD DE JOSÉ

LA PATERNIDAD DE JOSÉ

La figura de José en el misterio de la Encarnación es mucho más que una presencia periférica; es esencial para la plena comprensión del rol de Jesús como el Mesías esperado y la manera en que se inserta en la historia de la salvación. Su paternidad adoptiva resalta el misterio de la Encarnación, que no es solo un acto divino de intervención en la humanidad, sino también un acto de cooperación humana. José, al acoger a Jesús como su hijo, participa activamente en el misterio divino, de tal modo que su paternidad adoptiva no solo tiene implicaciones legales, sino también profundamente teológicas, como una manifestación de fe y obediencia a Dios. En su figura, se reflejan los ideales de paternidad cristiana y el amor sacrificial que debe caracterizar a todos los padres en su relación con sus hijos, siguiendo el modelo de la paternidad celestial. ¿Cuál es el papel de José en el misterio de la Encarnación y su relación en el contexto de la llegada de Jesús?

Lo primero que debemos precisar es que Jesús no es un «estorbo» en la relación entre José y María, sino una bendición. Para comprenderlo, es esencial considerar la concepción tradicional que a veces se ha adoptado respecto a José, que podría haber sido visto como un hombre que, al principio, veía la llegada de Jesús como un obstáculo en sus planes de vida matrimonial. Sin embargo, en el relato bíblico, particularmente en el Evangelio de Mateo, encontramos una visión completamente diferente: Jesús no solo no interrumpe el amor de José y María, sino que lo eleva, lo transforma y lo ratifica. El matrimonio de José y María no es interrumpido por la encarnación del Verbo, sino que se convierte en un vehículo de la acción redentora de Dios.

El ángel en el sueño le revela a José que el niño concebido en el vientre de María es obra del Espíritu Santo y que él debe acoger a María como su esposa. Este anuncio no solo le da la paz, sino que le permite entender que el amor que ya compartía con ella es, de hecho, el marco elegido por Dios para que el Hijo del Altísimo naciera.

El amor de José, al aceptar a Jesús como su hijo, no es un amor que se vea disminuido, sino amplificado. Es un amor que, lejos de verse como un impedimento, se convierte en el medio a través del cual la salvación entra en el mundo.

Es crucial entender que, en la cultura hebrea, la paternidad no se entendía solo en términos biológicos, sino que era también una cuestión legal y relacional. Al aceptar al niño Jesús como suyo, José cumple con su papel de padre, no por engendrarlo de manera biológica, sino por abrazar el rol que Dios le ha encomendado. La paternidad de José, aunque diferente a la de otros padres, es igualmente legítima y esencial para la misión salvífica de Jesús.

La paz que José recibe al escuchar las palabras del ángel es la paz de la aceptación y la comprensión de que el niño es «suyo». Este es un momento de iluminación y de plena reconciliación para José: ya no ve la situación con María como algo confuso o problemático, sino como la manifestación de un plan divino que lo incluye a él como parte fundamental de la historia de la salvación.

La reflexión sobre este pasaje nos invita a reconsiderar el papel de José no solo como un «protector» o «custodio» de María y Jesús, sino como un verdadero padre, cuya paternidad es un acto de amor transformador. José es un modelo de paternidad cristiana: no engendra de manera biológica, pero engendra a través de su fe, su obediencia y su amor.

La paternidad de José, entonces, se convierte en una llamada a todos los padres a participar de la paternidad divina, siendo padres no solo biológicos, sino espirituales, custodios y educadores del amor de Dios en sus hogares.

Padre Pacho

 

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