Johan Galtung (1930), noruego, sociólogo e investigador sobre la paz, en su obra “Teoría del conflicto (2003), plantea la siguiente dicotomía en que se ha debatido la humanidad a lo largo de su historia: “Si vis pacem, para bellum”: Si quieres la paz, prepárate para la guerra; por oposición, plantea la siguiente máxima: “Si vis pacem para pacem”: Si quieres la paz, prepárate para la paz, como un proyecto humanista realizable. La paz es posible, «pensad, discutid, actuad, las alternativas existen».
Pareciera fácil no sólo aceptar y actuar en la dirección de prepararse para la paz, pero ocurre lo contrario. La cuestión no es sencilla, son muchos los intereses que se entrecruzan, de carácter económico, político, geopolíticos, religiosos e ideológicos, por lo cual la concepción de imponerse por la fuerza es preferida por quienes ostentan el poder en esas esferas, entonces se preparan para la guerra.
Es lo que vemos en el plano internacional, con las grandes potencias militares: EEUU y su OTAN, donde concurren las principales países de Europa; Rusia, China, Israel, para mencionar unos casos, todos armados hasta los dientes, y si se les pregunta, todos tienen una explicación que resulta paradójica: “queremos la paz”, es decir, se guían por la primera de las concepciones arriba citadas: Queremos la paz, entonces nos preparamos para la guerra. En sana lógica, todo un contrasentido, pero así sucede.
Ahora mismo, Israel aplasta al pueblo palestino, bajo el argumento de destruir a Hamas, este grupo a su vez, habla de destruir a Israel, entonces se arman; de esa manera, creen que lograrán la paz. Pero aquí hay que distinguir algo: Israel es un Estado que hace parte de la comunidad de naciones, y por lo tanto, está obligado a acatar las reglas del Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario. Si se sale de ese marco, como evidentemente se ha salido, queda incurso en delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra, en una palabra, en crímenes contra la humanidad. Por su parte Hamas no es la autoridad palestina ni representa a su gobierno, actúa al margen de esas instancias, pero ello no exime a sus militantes de sus responsabilidades internacionales.
¿Qué sucede entonces? Israel, utilizando la fuerza bruta, con el respaldo de EEUU y las potencias occidentales, ha cercado al pueblo palestino, y a la usanza de las potencias antiguas, coloniza su territorio y pone su bota en el cuello de los palestinos. Ello claro está, va contra el derecho internacional, pues es la ONU la que ha propendido por la coexistencia de los dos Estados, pero Israel se cree una raza superior y se impone por la fuerza.
Lo que vemos hoy es un baño de sangre, el exterminio contra la nación palestina. Al frente de semejante atrocidad está B. Netanyahu, que dicho sea de paso, es un tirano en su propio pueblo, cuestionado por actos de corrupción, a quien el ataque de Hamas le cayó de perlas, para desatar su brutalidad contra niños, niñas, mujeres, ancianos, contra hospitales, campos de refugiados, cortando servicios esenciales como electricidad, agua, gas, es decir, condenando al pueblo palestino a la muerte por inanición, a punta de hambre y sed. Como será de brutal el genocidio que Israel comete contra el pueblo palestino, que hasta el mismo Biden, ya empezó a decirle a Netanyahu, “oiga, este baño de sangre tampoco, al menos deje entrar las ayudas humanitarias”; o, Macron, ya dice que Israel debe respetar el territorio palestino.
B. Netanyahu, debe ser llevado a juicio ante la Corte Penal Internacional, junto con su equipo de asesinos, que hasta invocan la posibilidad de usar armas atómicas en la franja de Gaza, no importa que ahí mismo, pueda desparecer ese país y llevar a la humanidad a la posibilidad real del exterminio.
La salida a este conflicto no puede ser otra que la negociación política, acompañada por la comunidad internacional, una oportunidad para que la ONU se reivindique ante el mundo, y al fin, sea capaz de contribuir al silenciamiento de las armas, que Hamas entregue los rehenes, así como Israel acepte de una vez por todas que Palestina tiene derecho a existir autónomamente.
NOTA AL MARGEN:
Saludo, como muchos colombianos (as), la liberación del señor Luis Miguel Díaz, padre del jugador de la selección Colombia Lucho Díaz, ello gracias a la acción general de la comunidad nacional e internacional y del gobierno nacional. Eso está muy bien, y reconozco en la comandancia del ELN su disposición de poner en libertad al padre de Lucho, pero también debemos ser claros, el secuestro es un acto aberrante, que ataca lo más íntimo de la persona humana, su dignidad y su libertad, hiere a la sociedad, y de contera, afecta de manera grave las negociaciones de paz que adelanta con el gobierno nacional. En manos de un gobierno uribista, este secuestro hubiera sido la excusa perfecta para dar por terminados esos diálogos, no sucedió así porque tenemos un gobierno con una concepción diametralmente opuesta, puesto que sí quiere construir la paz. Pero ¡en serio! Dejen esa práctica del secuestro que, lejos de acercarlos a la ciudadanía, los aleja irremediablemente, y además, pongan en libertad en condiciones de seguridad y dignidad, a las personas que aún tienen en su poder.