Existe en el refranero una frase que expresa: “Quien tiene el dinero tiene el poder”, y quien tiene mucho dinero suele contar con relaciones privilegiadas dentro del poder político, que le permiten no solo fortalecer sus actividades financieras, sino, el tener incidencia que, a través de organismos internacionales, establecen sus agendas, sus reglas de juego, manipulando y permeando ideológicamente por medio de la educación, y la cultura, redireccionando de esta manera, las dinámicas comportamentales de toda la humanidad.
En las últimas décadas se han ido creando fundaciones como “Open Society” de Georges Soros, la fundación “Bill y Melinda Gates”; fundaciones como “Rockefeller, Ford, Kellogg”, quienes destinan cuantiosos fondos a causas habitualmente consideradas “liberales” y “progresistas”: ¿Qué buscan con ello? ¿Crecer financieramente? O ¿existe un propósito no tanto económico sino cultural?
Hombres influyentes como George Soros, uno de los cerebros más locuaces en estos grupos, filantrópicos, quien se involucra en el mundo de las finanzas, apoyando organizaciones por todo el mundo que promuevan causas políticas progresistas, con donaciones para la educación, salud, medios independientes. Su objetivo, la lucha por un mundo abierto y equitativo, donde se impone una nueva cultura, para desestabilizar cualquier tipo de democracia.
Son fundaciones filantrópicas, que se involucran en “causas justas”, lucrándose de la miseria humana, con campañas antinatalistas, con la creación de sociedades inclusivas y justas, para dar cumplimiento a los objetivos de la “agenda 2030”, de Desarrollo Sostenible que han propuesto las Naciones Unidas.
Su estrategia no es otra que aprovechar la sensibilidad para convertir a sus militantes en los grandes defensores de los derechos humanos, el feminismo, la ideología de género, la discriminación racial, el desplazamiento y la migración forzada, el medio ambiente, la sustitución del petróleo por las tecnologías “verdes”; campañas en especial contra el coronavirus y sus vacunas; armas políticas efectivas para desestabilizar y chantajear gobiernos y Estados, sin tocar nada sustancial del sistema económico, con una herramienta eficaz como es la manipulación del colectivo con el apoyo del cuarto poder, en especial por medio de las redes sociales, quienes establecen las reglas de juego para crear unos nuevos “valores” reconstruyendo así, nueva sociedad.
El último objetivo no es otro que crear un solo gobierno, un solo líder, una sola religión y una sola moneda mundial. Todo esto nos lleva a afirman lo que en su momento declaró Carlos Diaz Olivo: “Lo que vivimos son momentos que marcan la historia inmediata y, futura de la humanidad. En nuestra isla no podemos continuar de espaldas al mundo, embobados en el letargo de lo absurdo y la inconsecuencia. Hay que despertar a la grave realidad de un nuevo orden mundial”.
Padre Pacho
Nada diferente a lo que acontece con este estado de cosas en este fatal desgobierno.