¿Usted cree en agüeros? Los seres humanos somos supersticiosos por tradición y quizás por naturaleza, aunque nos dé vergüenza reconocerlo. Sí. Creemos tonta a la persona que es agüerista, pero actuamos y tomamos decisiones conforme a premoniciones sospechosas: evitamos pasar debajo de una escalera, nos preocupamos si se nos atraviesa un gato negro, quemamos el último día de diciembre un muñeco al que llamamos «año viejo» para enterrar y dejar atrás el año que pasó. Si derramamos sal, quebramos un espejo o nos levantamos con el pie izquierdo creemos que seremos presa de la mala suerte. No nos metamos mentiras, hasta el más escéptico siente reparos frente a una cualquiera de estas situaciones.
Pero quizás el más arraigado de todos los agüeros en el mundo entero es el del número 13. Es sinónimo de mala suerte. Dice la tradición que esta superstición tiene su origen en «La Última Cena», en la que Cristo anunció a sus doce apóstoles su inminente crucifixión debido a la traición de uno de ellos. Desde entonces, se cree que cada vez que se sientan a cenar 13 personas, una de ellas morirá antes de un año. También se afirma que la muerte de Jesús fue un viernes 13 y que el anticristo aparece en el capítulo 13 de la profecía del Apocalipsis. Para el mundo no católico también el 13 es de mal agüero: los judíos creen que son 13 los espíritus malignos, el código Hammurabi (siglo 18 antes de Cristo) no tiene regla 13, los escandinavos creen que Loki (el espíritu del mal) fue el invitado número 13 a la cena de los dioses y en el Tarot la carta 13 ilustra la muerte y la desgracia eterna.
Con los siglos este número 13 se llenó de variantes hasta convertirse en la fuente del agüero más afincado de la humanidad. Es tal la magnitud de este fetichismo que en la época moderna ningún avión, en el mundo, tiene fila 13, nadie se casa en martes 13 y muchos edificios de las grandes ciudades omiten el piso 13 haciendo que los ascensores pasen del piso 12 al 14. Según la empresa Otis Elevator Co., por cada edificio con un piso numerado «13» otros seis edificios pretenden no tener uno, pasando directamente al 14. Igual sucede con los hoteles y los números de las habitaciones. Y aunque ustedes no lo crean, debido a la misión casi trágica del Apolo 13 que no pudo alcanzar su objetivo de alunizar y en el que la tripulación vivió momentos aterradores, la NASA dejó de numerar secuencialmente las misiones del transbordador espacial y denominó al vuelo 13 como STS-41-G. El miedo irracional al número 13 hasta tiene nombre en el diccionario: la triscaidecafobia.
Pues bien, traigamos esta creencia a la política pereirana. No creo que nuestra ciudad sea ajena a los malos agüeros. Me encontré con una situación que me llena de angustia: son 13 los candidatos que se «lanzaron» para llegar a la alcaldía de Pereira en las próximas elecciones: Alexander Pérez, Carlos Alfonso Victoria, Carlos Andrés Hernández, Diana Osorio, Edwin Quintero, Esteban Gañán, Fabián Gómez, Maicol Lopera, Martha Alzate, Mauricio Salazar, Nancy Henao, Oscar Cruz y Raúl Murillo. Al escribir esta columna pretendí numerarlos, pero pensé que a quien le asignara el número 13 me declararía persona no grata y hasta me demandaría. ¿Qué creen ustedes que signifique que sean 13? No creo que sea nada bueno.
Si en algo he de creer, que sea en aquello que me dé esperanza. Me gusta entrenar mis emociones elevadas. Todo estará bien.
Descubrí muchas cosas hoy, gracias.
Entretenida y juiciosa forma de abordar el tema.
Afortunadamente la leímos el 9 de marzo, cuatro días más y yo l la habría pasado por alto.