“Para reducir la violencia y reprimirla, ya lo estamos viendo, es preciso que la Nación entera, sin reservas, se dedique a este trabajo supremo, no con la cándida esperanza de que cada iniciativa o cada acción aislada produzca el milagro de la Paz, sino acondicionándose para la larga empresa que puede requerir la alteración de la mayor parte de nuestros hábitos, de nuestros conceptos y de nuestra capacidad de resistir duras pruebas. Sabemos que la violencia sobrevive por la impunidad. La impunidad es en gran parte ineficiencia, en parte, ojalá mínima, complicidad con los violentos. Pero los violentos y sus cómplices, por razones políticas o económicas, no son sino una exigua minoría del pueblo que solo anhela y solo pide la restauración de la Paz”. Así se expresaba Alberto Lleras cuando asumía la Presidencia de la República en 1.958. Hoy, 65 años después, este discurso no ha perdido vigencia.
Escuchamos a quienes reclaman por la violencia contra la mujer, los niños, los líderes sociales, los políticos, los policías, los encapuchados; todos son crímenes inaceptables, por ello reclamar sólo la agresión a nuestros más cercanos es complicidad con los verdugos, ninguna razón justifica el crimen, así que pasar por alto el degüello de un policía inerme dejado tirado por días interminables en medio de sus compañeros secuestrados, es una muestra de la crueldad y sevicia de los uniformados de una de esas autodefensas calificadas como una maravilla por un ministro, toleradas por un presidente que ordena no acudir en apoyo de las víctimas y justificadas por un gobierno que pacta la impunidad.
Si el presidente Petro ofrece La Paz Total es porque reconoce que la que reclamó el presidente Santos ante una comunidad internacional, la que arrobada aplaudía al mago que declaraba haber logrado La Paz en un país que no había conocido ni un solo día de sosiego en los doscientos años de vida republicana, fue un acuerdo con unos y no con otros, así la firma en La Habana, impuesta contra el veredicto de las urnas; dado que el río de sangre y el olor a pólvora siguen siendo los crueles compañeros de los colombianos, fue una victoria pírica o peor una estafa al pueblo colombiano.
Si la violencia se debe a la complicidad e indiferencia con los violentos como dijo Alberto Lleras y a ello agregamos lo que expresara el presidente López cuando afirmó que ningún acuerdo con los violentos tendrá resultados favorables si de antemano no se los ha derrotado, la estrategia de no enfrentar a los violentos de Petro, quien ofrece Paz Total mediante la negociación con todos los delincuentes, la que ha iniciado con dádivas e impunidad, política que a la fecha ha dado como resultado el incremento desbordado de la criminalidad y lo peor, de mostrar algunos éxitos, cuando como históricamente se ha repetido, retoña de la violencia, no se sostendrán en el tiempo.
En el otro extremo en el manejo de la criminalidad, se encuentra Bukele, quien reclama haber cambiado a su país, de ser el más violento del mundo, con históricos de hasta más de 100 asesinatos por cada 100,000 habitantes a cifras de un solo dígito, para convertirlo en el más seguro del continente, todo ello sometido a dura crítica por quienes defienden los derechos humanos, incluso de quienes sean convictos de los más crueles delitos.
Solo el tiempo probará quien ha logrado salvar más vidas y quien ha conseguido disminuir de mejor manera la criminalidad y evaluar la relación de costo beneficio en la solución de esta pandemia, la cual, como toda guerra, causa dolor, destrucción y víctimas y como corolario registramos el notorio triunfo de las extremas y la lánguida desaparición del civilizado centro.
Como siempre un uribista defendiendo el sistema capitalista y el partido centro democrático y su líder el causante de la violencia y más muertes en Colombia en los últimos 30 años .
admita que usted hace parte de aquellos que no les gusta la paz de Petro pero le encanta la guerra de Uribe con una violencia mucho más fuerte que la de años anteriores… Ver morir policías que no hacen parte de tu familia te llena de tranquilidad…
Excelente columna, no se pudo describir mejor este tema tan trillado de la Paz que es un pobre concepto, solo eso, un concepto pírrico y no real, así nos quieran hablar de ella tan cercana