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CulturaLas brujas llegan a las cinco

Las brujas llegan a las cinco

Por ALVARO CAMACHO ANDRADE

Después del almuerzo de ayer hablando con mi suegro Jorge Enrique Arredondo me contó esta historia:

“Cómo le parece que una vez un amigo de apellido Palacio de aquí de Dosquebradas fue trasladado como oficial de policía a Marmato  a vivir en la casa de la inspección de policía en la plaza. Después de algunas noches comenzó a oír ruidos en la cocina como si estuvieran lavando o usando la chocolatera, la primera vez se levantó a la cocina y todo estaba normal, pero algunas noches seguía oyendo los ruidos, se levantaba rápido y en la cocina todo estaba organizado.

Un día, a los de la inspección les tocó el levantamiento de un cuerpo que fue llevado a la casa, lo pusieron en el piso y como el inspector no estaba, les tocó dejarlo esa noche en el lugar. Mi amigo estaba un poco maluco pero era un tipo muy valiente. Esa noche fue de espantos. Se refugió en su cuarto pero como no podía dormir salió y encontró al muerto con los pies y los brazos abiertos, no sabía qué hacer o qué pensar, regresó a su cuarto un rato, cuando volvió a salir el cadáver estaba nuevamente como lo habían dejado, pudo pensar que lo anterior había sido su imaginación, fue al baño a orinar y cuando salió, el muerto apareció en otro cuarto.

Salió corriendo a la casa de otro policía compañero de trabajo y le contó todo, que no era la primera vez, que pensaba abandonarlo todo y regresar a Dosquebradas; su amigo le dijo -¡Eso es una bruja!, no hay necesidad de renunciar, ¡Vamos a cogerla! Tengo un amigo que sabe cómo, piénselo.

Dos o tres días después del episodio del muerto, le dijo a su compañero que estaba decidido a coger la bruja, éste lo llevó donde un viejito que sabía mucho acerca de cómo atraparlas, los rezos y todo, ya que Marmato es famoso por ellas, el viejito le dijo: -Las brujas llegan a las cinco, espéreme a las 4:45 am.

Faltando quince minutos para las cinco escuchó que tocaban, un poco desconfiado y temeroso no se atrevió a abrir sino que se asomó por la ventana; era el anciano,  le abrió y lo hizo seguir. Palacio en ningún momento hizo nada ni participó de la extraña ceremonia, por un momento pensó que el viejito estaba loco porque lo vio haciendo unos extraños movimientos con las manos junto al portón, pero exactamente a las 5 a.m., después de un impresionante estruendo, la bruja cayó del techo, se levantó y salió rápidamente. ¡Es la señora del frente! dijo el anciano.

La mujer estaba perdidamente enamorada del policía  desde el mismo día que llegó al pueblo. El oficial Palacio recordó que ese día una mujer lo vio llegar y que cuando él la miró, ésta cerró la ventana tirándola con rabia.”

En esta pandemia cuánto daría por atrapar una bruja que me lave la chocolatera.

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