Por DANILO SALAZAR
Otra vez el país está sorprendido por las escandalosas cifras, reveladas por la J.E.P sobre el verdadero número de víctimas de ésta matanza, que, además de enlutar miles de humildes hogares, demuestra hasta dónde puede llegar la barbarie oficial por: apetito de ascensos, unos pocos pesos, almuerzos o días de permiso; en mi calidad de colombiano del común, no sé qué es más horroroso, que la cifra sea tan alta, o que uno de los supuestos autores intelectuales, y un grupo de sus fanáticos seguidores, ante ésta aberrante cadena de viles asesinatos de colombianos, a quienes ni se enjuició, ni se les dio las garantías de defensa (que ahora reclaman a berridos sus victimarios) insinúen que hay que verificar las identidades de cada uno de los asesinados, como si esto no se hiciera, o como si la J.E.P. estuviera acusándolo de una o varias muertes, de esas, que en concepto del aludido señor no tienen mayor importancia, los que él despectivamente llama “buenos muertos”, porque ni son sus parientes, ni sus aliados políticos, a los que aprecia así sean: corruptos, narcos o paramilitares; parece que al señor, y a muchos políticos colombianos, les pasa lo que a un dictador en Brasil, militar él, que como ejercía el poder por las armas y no por votación popular, pudo decir ésta hiriente frase, que ellos por hipocresía y cálculo político no pueden decir “prefiero el olor de los caballos al olor del pueblo”.
Estas ejecuciones extra judiciales las tipificó la J.E.P. como el caso 003 “muertes ilegalmente presentadas como bajas en combate por agentes del estado o falsos positivos” que determinó que al menos 6.402 casos ocurrieron entre los años 2002 a 2008, gobierno del Dr. Uribe dónde se presentaron el 78 por ciento de las victimizaciones; pero sin querer absolverlo, quiero decir que no solo en su gobierno se asesinó alevosamente a colombianos humildes y que también deben responder por los hechos varios ex -ministros de defensa, incluida la vice-presidenta actual y el ex presidente Santos.
Uno de los efectos perversos de la doctrina Monroe, a la que me referí en el artículo anterior, es que a raíz de la guerra fría, se inició una época de dictaduras, asesinatos y golpes de estado que tenían por objetivo evitar que la ideología socialista pudiese afectar los intereses de los americanos en su zona de influencia, de hecho una de las teorías que no deben descartarse, dice que la muerte de Gaitán se dio en este contexto de frenar la amenaza comunista, igual sucedió con el envío de tropas a Corea.
En días pasados, vi un video de Alberto Donadio, quien asegura que el presidente Virgilio Barco, alarmado por los carros bombas y los ataques guerrilleros en su mandato, contrató como asesor de seguridad nacional, al espía israelí Rafael Itan, quien recomendó eliminar a la U.P. ofreciéndose para cumplir el encargo, a lo que el presidente ni se negó, ni expresó ninguna objeción ética, moral o política: así de manera fría y perversa se condenó a muerte de los integrantes de ese partido, un inédito “genocidio político”, se asegura que un alto oficial del ejército, asistente a esas reuniones secretas, al parecer el general Rafael Zamudio, ministro defensa de Barco, se opuso a que el espía ejecutara esa misión y ofreció que la realizaría más rápidamente el ejército, aunque no existen actas de las reuniones secretas, ni de los pagos secretos hechos por Ecopetrol al espía, personalmente creo en la seriedad de la investigación del reportero, famoso por ese tipo de trabajos periodísticos. Vale la pena revelar que los causantes de la violencia en el gobierno Barco no solo fueron: Pablo Escobar, los narcos y la guerrilla, sino también el estado a través de sus fuerzas armadas.
“El Espectador” el domingo 31 de Enero del presente 2021, página 6 y 7, anuncia que el 8 de febrero de este año, se reunieron en la Corte Interamericana: víctimas de la unión patriótica, delegados del estado colombiano y peritos, con el propósito de qué “se reconozca, o se descarte la responsabilidad del estado en el exterminio de todo un grupo político “, una audiencia esperada desde hace 28 años, un debate de 4 días, a la fecha se acreditan 6.002 víctimas de masacres y desapariciones forzadas. La reunión de las partes en litigio, se dio por las reiteradas negativas del estado colombiano para reconocer sus responsabilidades por acción y por omisión, pese a existir acuerdo suscrito en 2.000, buscando un arreglo amistoso y evitar a la justicia internacional, que las víctimas con todo derecho, se empeñan en buscar.
A los integrantes de la U.P. comenzaron a matarlos rápido, para las primeras elecciones en que participaron, ya contabilizaban 247 víctimas, entre activistas, dirigentes y candidatos, incluidos dos presidenciales, también fue asesinado el senador Manuel Cepeda, padre del también congresista Iván Cepeda; el estado hizo un acto de reconocimiento de su responsabilidad en éste último crimen; lo abominable en este caso, es que el senador Iván ha sido revictimizado por las persecuciones del D.A.S. y las falsas acusaciones, de las que se solicitó preclusión (en una crónica de un fallo anunciado, por el fiscal y su delegado de dudosa imparcialidad) para su acusador.
Algo anda muy mal en una sociedad que recluta niños para la guerra, permeada por el narcotráfico que impuso a los jóvenes, no la cultura del estudio, del progreso y del trabajo honrado, sino su modelo de “riqueza fácil”, y donde las instituciones oficiales son agentes de violencia ¿Qué pasa en la formación de nuestras fuerzas militares?, ¿será que la doctrina Monroe todavía se enseña en la escuela de oficiales?, uno no se explica cómo le lavan el cerebro a un alto oficial para que admita como normal, asesinar personas indefensas, para que promocione o patrocine este tipo de conductas, o para que ordene a sus subalternos este tipo de acciones delincuenciales. Uno cree, que aun el soldado más iletrado y analfabeta, sabe que asesinar a otro ser humano, y más si está desarmado e inerme, además de ser una cobardía, es un crimen, no importa quién lo mande, es una orden que no debe cumplir, me resisto a creer que un militar pretenda defenderse de sus aberrantes actuaciones , acudiendo a la disculpa de la cadena de mando, asesinar es un acto ilegal, prohibido, y más si uno dice venir de un hogar de gente buena y haber recibido formación ética y religiosa. Vergonzosa la descomedida y abusiva respuesta del comandante del ejército, general Zapateiro, quien llamó víboras a los denunciantes de los falsos positivos, casi siempre madres adoloridas por la cruel muerte de sus hijos; por lo visto, el insiste en llamar “héroes” a unos desalmados asesinos.
Después del escándalo de la comunidad del anillo, queda una pregunta ¿Por qué personas jóvenes, con buena educación y familias religiosas, permiten ser prostituidos por sus superiores?. Más vergonzosa aun esa prostitución cuando es masculina, pero igual de nefasta si es femenina; y lo inadmisible, orquestada en una escuela de oficiales. Cuando la guerrilla atentó contra los jóvenes cadetes, nos pareció una infamia, y el calificativo de héroes de la patria nos pareció aceptable. ¿Qué calificativo debe dárseles a los cadetes y a sus proxenetas? ¿Aquí también es admisible la vergonzosa disculpa de haber actuado siguiendo las órdenes de un superior?
Por lo que puedo inferir, usar la tesis de las manzanas podridas para explicar las infortunadas actuaciones de nuestras fuerzas armadas, es un eufemismo, un malabarismo, para no aceptar que las ejecuciones extrajudiciales, obedecen a que hay una teoría de la seguridad nacional desnaturalizada, y ejercida como política ilegal por el estado colombiano desde tiempos pasados.
No puedo omitir hablar de la oleada de muertes de líderes sociales, cuyas causas pueden ser diversas, cuyas cifras el fiscal y el gobierno pretenden maquillar o manipular, ver “las cifras falseadas de Barbosa”, por Rodrigo Uprimny “El Espectador”, domingo 7 de Marzo de 2021, página 35. “El Espectador” el domingo 3 de Enero de 2021, páginas 19 y 20, presenta un análisis gráfico de lo ocurrido en 2020, en 89 masacres se asesinaron la escalofriante suma de 345 víctimas.
Otra de las oscuras facetas de la agobiante violencia cotidiana, sistemática y desaforada que se vive en éste país, es el caso de los desaparecidos, más de 120.000 víctimas que dejó el conflicto armado, el diario “El Espectador” informa el domingo 27 de diciembre de 2020, página 25, que la J.E.P. también asumió estas investigaciones con la unidad de búsqueda de personas desaparecidas, por Septiembre del año 2018, acató la recomendación del movimiento nacional de víctimas de crímenes de estado (movice) y pidió medidas de protección para 17 lugares, ubicados en diferentes regiones del país donde estarían enterradas personas desaparecidas; también han investigado sobre 13 cuerpos enterrados en la zona de influencia de Hidroituango, que podrían ser víctimas del conflicto, también se investiga en la comuna 13 de Medellín y en diciembre de 2019 se exhumaron 45 víctimas de ejecuciones extrajudiciales, en el cementerio de Dabeiba, Antioquia.
Este es el aterrador panorama de un país donde la delincuencia común, la guerrillera, la narcotraficante, paramilitar y de las fuerzas del estado, han actuado a sus anchas sin ningún control, haciendo correr verdaderos ríos de sangre, en una orgía desatada por sus apetitos de poder o dinero. Ojalá los “pantalonudos” capaces de asesinar a diestra y siniestra, tengan la hombría de contar la verdad y revelar a los instigadores, autores intelectuales y financiadores de ésta racha de asesinatos, sin sentido y sin ninguna justificación.
Cuando pasen muchas aguas bajo los puentes, y ellos, los ahora poderosos no detenten el poder, sus actuaciones como gobernantes serán juzgados por la historia, y seguramente en el mural de la infamia de los gobernantes latinoamericanos, carniceros y asesinos; sus rostros aparecerán al lado de los no menos detestables: Videla y los asesinos militares argentinos, Augusto Pinochet, Alberto Fujimori, Rafael Leónidas Trujillo y otros de su misma calaña, que siendo solo villanos, un día se creyeron dioses intocables y abusaron del poder, acabando con las vidas de muchos de sus propios compatriotas.
Todos los temas anteriores representan las caras de nuestra perversa realidad: falsos positivos, desapariciones, muertes de líderes sociales, feminicidios, violaciones y asesinatos de menores. Es tiempo de unirnos y como sociedad decir: ¡basta ya!, ¡ni uno más!
Que triste nuestra realidad, pero cuanta verdad tiene, no podemos olvidar para no repetir.