De tanto que escuchamos hablar sobre los efectos de la linaza, llama la atención el éxito de calidad adquirido por el aceite estandarizado extraído de la linaza canadiense y es que ello tiene su razón de ser dada la participación activa de cultivadores en mantenimiento y aumento de estándares de calidad. Las pautas comentes para el registro de los cultivadores de linaza en Canadá, declaran que el contenido del aceite, el valor del yodo y el contenido de proteína del nuevo cultivo no pueden ser menores que la variedad Flanders que es la variedad que marca el estándar de calidad mínimo exigido. La linaza en Canadá Occidental es plantada en mayo o a principios de junio y cosechada en septiembre u octubre. Este período corresponde a las temporadas de verano y principios de otoño canadienses. El contenido alto de aceite rico en ácidos alfa linolénicos y omega 3 y el valor de yodo en la linaza están bajo la influencia de temperaturas bajas crecientes y por períodos más largos de luz. El largo relativo de los días de las latitudes altas de Canadá Occidental se empareja con las temperaturas relativamente frescas de verano y se combinan para darle el aceite de linaza canadiense el valor nutricional y las propiedades terapéuticas de las cuales hablaremos. Una de las maravillas de este aceite es que contiene una sustancia que se asemeja a las prostaglandinas, la cual regula la presión y función arterial y tiene un papel importante en el metabolismo del calcio y de la energía. Previene además la formación de coágulos sanguíneos y ataques si se ingiere en una etapa temprana de la enfermedad modificando al mismo tiempo el estilo de vida con ejercicio y una dieta sana. Se estima que la diabetes del adulto se debe en parte a una deficiencia de ácido linolénico y a un exceso de grasas saturadas, este ácido linolénico puede también disminuir los requerimientos de insulina en el diabético, favoreciendo de esta forma el control de los niveles de azúcar con el consumo frecuente de aceite de linaza. Por más de 36 años la investigadora alemana Johan Budwing ha utilizado exitosamente el aceite de linaza en la prevención del cáncer, contando con más de mil casos documentados. Las ligninas de acuerdo a investigaciones científicas, luchan contra los químicos causantes de tumores cancerosos y bloquean a los receptores de estrógenos, lo cual podría reducir el riesgo de cáncer de colon, cáncer de pulmón y cáncer de próstata entre otros. Según el Dr. James Duke del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el aceite de linaza canadiense contiene 27 compuestos identificables como anticancerígenos. La digestión del aceite de linaza ayuda en el tratamiento del estreñimiento crónico lubricando y regenerando la flora intestinal además previene la formación de divertículos en el trayecto del colon. El ácido linolénico de la linaza por su acción antiinflamatoria mejora las inflamaciones de todo tipo como: artritis, bursitis, colitis y otras más. Uno de los más notables signos de buena salud por el consumo de aceite de linaza es el aumento progresivo de la vitalidad y la energía, de allí que sea especialmente útil para los deportistas, ya que hace que los músculos se recuperen rápidamente del desgaste que ocasiona el ejercicio. Mucha gente estima que el efecto más profundo del uso del aceite de linaza es la sensación de calma que la persona disfruta a pocas horas de ingerirlo siendo excelente para personas que tienen un ritmo acelerado de vida o para quienes trabajan bajo presión. Existen muchos más beneficios que se pueden encontrar en el consumo de dicho aceite como por ejemplo la mejoría del aspecto de la piel, la función visual, la función sexual y problemas del comportamiento, que en la medida que se sigan documentando con casos clínicos nos irán ampliando el número de indicaciones y propiedades terapéuticas. No sobra advertir que estos hallazgos se han hecho en el consumo del aceite de linaza canadiense por ello vale la pena recalcar que su consumo no se debe hacer de una manera tan folclórica como se ha venido practicando en nuestro medio.