Como ya no soy tan apasionado por los paseos donde haya multitudes de personas tratando de “descansar” haciendo cosas diferentes a las habituales, resolví que los viajes los seguiré haciendo en bajas temporadas. Es decir cuando el ambiente de los aeropuertos y terminales terrestres estén menos concurridos y se pueda cumplir el objetivo de descansar para tomar nuevas energías y así regresar a rehacer las rutinas habituales.. Este sería el propósito. Sin embargo, ocurre con relativa frecuencia que en vez de encontrar tranquilidad, descanso y reactivación de nuevas energías, lo que encuentran la mayoría de los viajeros es todo lo contrario: largos tiempo de espera en aeropuertos, terminales terrestres y los habituales trancones en vías, a veces interminables que contribuyen a aumentar el estrés familiar. Claro, algunos logran su propósito vacacional, otros, por los altos costos del transporte, peajes, ni siquiera lo pueden intentar.
En mi caso, no me gustan las congestiones, y mientras pueda las evito quedándome en casa disfrutando de la lectura. Los autores y libros que redescubrí desde un poco antes de semana santa, están en su orden: Alfredo Molano: Rebusque mayor, Cartas a Antonia, Ahí les dejo esos fierros; William Ospina: Guayacanal, Ursúa, El país de la canela, La serpiente sin ojos; Benjamín Baena Hoyos: El río corre hacia atrás; Mario Mendoza: Leer es resistir; Héctor Abad Faciolince: Salvo mi corazón todo está bien. Pilar Moreno de Ángel, Antonio de la Torre y Miranda: Viajero y poblador; Juan Miguel Álvarez: Tiburones en la Pecera.
Todos sin excepción, con lenguaje sencillo y ameno, sumergen al lector en distintas épocas, acontecimientos, experiencias, costumbres, que enriquecen nuestros conocimientos en geografía, historia de Colombia, Sociología, Economía. Si queremos entender sobre la violencia en Colombia, a partir del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (que aún no está resuelto), pasando por el enfrentamiento entre liberales y conservadores hasta llegar a la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla y la historia del M19 hay que leer las crónicas de Alfredo Molano Bravo. La relación entre la Iglesia y el Estado, el papel jugado por algunos altos jerarcas de la Iglesia en Antioquia, y la forma como atajaban y perseguían a algunos sacerdotes para impedir su progreso en la comunidad, enviándolos a parroquias apartadas del país, o tener que salir del país por amenazas, historias que se desarrollan mientras se espera el trasplante de corazón de uno de sus protagonistas, el caso del Pbro. Luis Córdoba, una autoridad como crítico de cine, el libro de Héctor Abad Faciolince es excelente.
William Ospina, es un cronista y narrador extraordinario. Todo el tema de la conquista lo narra con gran soltura y sapiencia. Guayacanal describe el asunto de tierras en el eje cafetero; La historiadora Pilar Moreno de Ángel es minuciosa es sus investigaciones sobre la historia de Colombia. Aprendí de ella las condiciones precarias de los viajeros en el siglo XVIII, con el personaje español Antonio de la Torre y Miranda.
De Juan Miguel Álvarez, hijo de mi gran amigo Miguel Álvarez de los Ríos, aprendí que no solo es un gran escritor y cronista pereirano al leer Tiburones en la pecera, sino que resalto que Juan Miguel es más conocido y leído en el exterior que en su propia ciudad.
Hoy, pasada la semana mayor, inicio con mejor ánimo, nuevas energías, más conocimiento sobre mi país, y sin ninguna deuda adquirida para contribuir a los altos precios de los peajes y trancones.
JAIRO ARANGO GAVIRIA
Abril 2023