Según la Federación Colombiana de Cafeteros, Salazar de las Palmas se dio el lujo de ser el primer pueblo exportador de café en la historia del país, cuando en 1835 se enviaron 2.592 sacos de café a Venezuela a través del rio Catatumbo y el lago de Maracaibo; de este municipio salió el café para Santander, Antioquia y luego el viejo caldas. Dice “El Tiempo” 29 de Junio de 2004: “El café llegó a Colombia procedente de las Islas del Caribe y Venezuela, de donde pasó a las misiones de los padres jesuitas de Santa Teresa en el Orinoco. Aunque en 1736 se plantaron algunos arbustos en el seminario de Popayán, la siembra del café, de modo masivo y con fines comerciales la arranca el padre Romero en Salazar de las Palmas”.
El cultivo del café fue desarrollándose luego hacia el sur y a partir de 1850 en las haciendas de Cundinamarca hacia los lados del río Magdalena; pero mientras en esta región el cultivo se dio en grandes extensiones, en el occidente se producía en pequeños predios. Hasta 1913 Santander y Cundinamarca fueron los principales productores, pero con la colonización del occidente, la “colonización antioqueña” ocurrida entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, las ricas tierras de esta región se integraron a la economía nacional y gracias al cultivo del café la economía del país tomó un nuevo rumbo. El café no se plantó inmediatamente después de la colonización; como los campesinos no tenían ningún capital, primero tenían que sembrar productos de rápida cosecha como el maíz y los pastos y solo después cuando ya conocían la tierra y tenían otros productos asegurados, sembraron el café que daría frutos en 4 o 5 años, con el café y la colonización se combinaron la propiedad familiar y la producción para el mercado mundial.
Por la extensión del área colonizada y la gran cantidad de personas vinculadas a la agricultura se hacía necesaria una demanda de café en el exterior, aparece un gran número de pequeños propietarios, trabajando ellos mismos sus parcelas y produciendo para el mercado mundial. “Antes, los otros productos agrícolas de exportación habían beneficiado a unos pocos solamente. El tabaco, el algodón o el añil por ejemplo, se habían explotado en beneficio de un reducido número de terratenientes, y al pasar su auge solo quedaron grandes dehesas para ganado y una vasta masa de asalariados que habían consumido lo ganado en jornales” (Nota 1). Con la producción cafetera en el occidente del país se aumentó la capacidad adquisitiva, creció el mercado y la distribución del excedente fue más democrática, pues los productores eran casi siempre los mismos propietarios, en éste caso es el conglomerado el que aumenta su capacidad de compra; por el contrario en Brasil o Cundinamarca se producía en grandes haciendas trabajadas por asalariados, caso en el que la capacidad adquisitiva general no mejora porque los peones apenas ganan para sobrevivir y los propietarios son más dados al lujo que a la creación de industria.
En el occidente, con la producción cafetera en pequeñas parcelas fue donde primero se desarrolló la industria nacional, porque la creciente producción industrial tuvo mercado suficiente para sus productos. “A través del comercio del café se formó una burguesía que obtuvo o acrecentó el excedente apropiado, el cual invirtió más tarde en la industria nacional. En esto también hubo una particularidad en Colombia, que hizo posible el surgimiento de ese excedente y su ulterior inversión en la industria liviana, lo que no ocurrió en otros países –ejemplo: Venezuela- en los que el principal producto de exportación no estaba en manos nacionales. El café colombiano se produce, se procesa y se exporta por nacionales, mientras que el petróleo venezolano, por ejemplo, se beneficia por extranjeros” (Nota 2).
Además de los beneficios anteriores; hubo un gran desarrollo de las vías de comunicación, debido a que el gran volumen de producción las exigía para transportar el café desde las montañas a los centros poblados y, de allí a hacia el exterior; los ferrocarriles de Antioquia, el de Caldas a la Dorada y el del Pacífico solucionaron las necesidades para exportar el grano. Álvaro Tirado destaca que en el siglo XIX nuestro país prefirió desarrollar los ferrocarriles y no otros medios de transporte, pero éste fenómeno no era solamente nacional; en general en América y en todos los países dependientes se dio el mismo proceso, había un interés imperialista, en especial Inglés para desarrollar los ferrocarriles, así daban crédito a países, y las industrias del hierro y ferrocarriles contribuían al crecimiento de su industria pesada; además se facilitaba la exportación de materias primas hacia la metrópoli y, se abarataban los costos de las mercancías de los países imperialistas: “ Los ferrocarriles construidos con ayuda de capitalistas extranjeros en América latina al termino del siglo pasado tenían como objetivo principal conectar las regiones donde estaban establecidas las industrias de exportación con los puertos . En consecuencia, dieron lugar a un poderoso crecimiento de las exportaciones y las actividades externas, pero no contribuyeron directamente a la expansión del mercado interno ni a las industrias engranadas en ese mercado” (Nota 3). También se avanzó en la unificación económica del país, con el café y la ampliación del mercado derivada de él, las mercancías nuestras tenían mayor demanda y mejores vías para facilitar su comercio. Finalmente, el desarrollo del occidente colombiano cobró importancia gracias a cultivar y exportar café, en esta región también nació y creció la industria y los dirigentes de Antioquia, Caldas y Valle empezaron a tener voz en el país.
Pero no todo en la colonización fue color de rosas, un grupo de colonizadores se encontró en tierras de la concesión Aránzazu, las tierras al oriente del rio Cauca, entre la quebrada de Arma y la de Chinchiná, se dio una lucha violenta entre colonos y la compañía González y Salazar sucesora de los derechos de Aránzazu que incluyó asesinatos e incendios: “Las tierras comprometidas incluían todo lo perteneciente a los municipios caldenses de Salamina, Neira, Aránzazu, Filadelfia y Manizales“( Nota 4). Jaime Jaramillo Panesso en su artículo “Fermín López, hachero y colonizador”, “El Colombiano” domingo 27 de Octubre 1996 página 5, cuenta que Fermín López y su hermano Antonio fundaron Salamina, pero debieron salir de allí a causa de los pleitos por tierras , ya octogenario Fermín fundó Santa Rosa de Cabal, se pregunta el autor del artículo: ” ¿Puede ser un pueblo pujante y feliz cuando a los trabajadores del campo se les expulsa de la tierra y se les niega la propiedad del suelo para sobrevivir y aportar lo más importante del ser humano, después del amor, como es el trabajo?
El café: bebida revolucionaria.
En el antes citado Papel-Salmón página 8, se cuenta que a pesar de su efecto excitante y sabroso sabor, el café ha tenido enemigos entre los que se cuentan: reyes, emperadores, ministros y sacerdotes. En 1675 en tiempos de Carlos II fueron suprimidos todos los cafés en Inglaterra, considerados focos de sedición donde se hablaba contra su gobierno. En el tiempo de Mahomet IV, el gran visir Kuproli hizo cerrar todos los cafés de Constantinopla, porque en ellos se hablaba con poco respeto del gobernante y se criticaba su política; al considerar que excitaba el odio y el desprecio por el gobierno, el café fue considerado bebida revolucionaria y fue proscrito del imperio. La situación más escandalosa ocurrió en El Cairo: las mezquitas permanecían casi vacías o poco concurridas, mientras los cafés estaban llenos de gente, por lo que el café fue declarado licor impío: “Abdallah- Ibrahim predicó altamente contra el café en la mezquita de Hassasania. Los que lo tomen, gritaba. Se despertaran en el día del juicio final con su rostro más negro que el fondo de las vasijas donde se prepara este licor”.
En Alejandría se formaron dos partidos, uno en pro y otro en contra del café, las gentes armadas se embistieron entre sí y la ciudad se llenó de sangre, ante esto, el comandante de la ciudad convocó a los sabios locales para pedir su opinión sobre las propiedades del café, se analizaron en una asamblea los puntos de vista, se levantó la sesión y se dio una taza de café a todo mundo, restableciéndose la tranquilidad en la ciudad. Hablando del consumo actual del café, finaliza el autor del artículo: “El mundo entero toma su tacita de café, y si las predicaciones del elocuente Ibrahim llegasen a realizarse, creo que en el día del juicio final todos resucitaríamos un poco negros en el valle de Josafat.”
Notas.
- 1- Introducción a la historia económica de Colombia, Álvaro Tirado Mejía, EL ANCORA EDITORES, Bogotá 1984, página 270.
- 2-Introducción a la historia económica de Colombia, Álvaro Tirado Mejía, EL ANCORA EDITORES, Bogotá 1984, página 276.
- 3- Introducción a la historia económica de Colombia, Álvaro Tirado Mejía, EL ANCORA EDITORES, Bogotá 1984, página 278.
- 4- Introducción a la historia económica de Colombia, Álvaro Tirado Mejía, EL ANCORA EDITORES, Bogotá 1984, página 212.
Gracias Danilo por su Columna tan interesante y enriquecedora ! Saludos!!
Que bueno poder evitar épocas mejores, tal vez más ingenuas, peroas auténticas, mil saludos y abrazos Solangel
Gracias Danilo, me hizo recordar mi época de chapolera. Me dió nostalgia recordar mi juventud y niñez rodeada arbustos de café.
Mil gracias por su generosidad.saludos.
Gracias por ese relato de historia que nos hace recordar que todo tiempo pasado fué mejor.