Nicolás Maduro tiene las horas contadas, el pequeño inconveniente es que son las del presidente de Iván Duque y tal vez por primera vez cerca del 80 por ciento de los colombianos está de acuerdo con él y contando.
Las maltrechas relaciones internacionales, no solo con Venezuela, son una más de la herencia del uribismo a nuestro país. Por fortuna faltan horas, por desgracia, esas horas las están aprovechando el Presidente Duque y sus secuaces para firmar adjudicaciones, declarar protegidos vitalicios al ministro del Interior y los amigos más cercanos con los gastos que ello implica, dejar en camino procesos de explotaciones mineras que acabarán con el medio ambiente en sectores vitales de Risaralda como Belén de Umbría y Mistrató por nombrar solo algunas de las joyitas que deja a su paso un mandatario que ha hecho historia: sale con uno de los mayores índices de desaprobación e imagen negativa.
En Risaralda, fortín del uribismo que por orden del innombrable colocó una importante votación para que Duque llegará a la presidencia dicen que poco o nada recibió en materia de cargos importantes en el nivel nacional lo cual no es cierto del todo. Tuvimos un Contralor General cuyo cargo incluía anexo por mejores “amigis” un Fiscal General de la Nación, lo cual probablemente debió haberle servido a más de uno.
Los balances que con las cifras y los hechos demuestran que han pasado 4 años de un gobierno conformado por dirigentes que viven en el país de las maravillas, están al alcance de la mano los medios de comunicación y redes sociales contrarrestando de paso a aquellos que con pautas fabulosas están ayudando a raspar la olla y tratando de convencer a los colombianos de una mentira que ni Paloma se la cree.
Por fortuna faltan horas y la expectativa de un cambio, de una nueva forma de gobernar está latente para millones de colombianos que sueñan con un país mejor y en el cual la corrupción no sea inherente al ser humano y como dice canta autor cubano Pablo Milanés “La vida no vale nada si cuatro caen por minuto y al final por el abuso se decide la jornada”.
Con preocupación observé en edición dominical del periódico el Tiempo que el casi expresidente Iván Duque, según sus propias palabras, será garante de la democracia y no se quedará callado ante las circunstancias. Supone uno que aprovechará su credibilidad y liderazgo para emitir inteligentes conceptos que guíen a la opinión pública.
Preocupa el tema y es necesario hacer un llamado a todo aquel que tenga un amigo influyente: unamos fuerzas para conseguirle rápidamente un puesto en un organismo internacional, el país no está para soportar el Tour de Duquis dando conferencias y tocando guitarra al lado de los exmilitares, con el Uribito y Pacho Santos de teloneros.
La obra de Duque comenzará a verse dentro de pocos días. Las horas están contadas y lo que no se arregló y firmó en estos dos últimos meses así lo quiria el Presidente. Pero como siempre sucede con los malos inquilinos no importa que no pague la administración, deba servicios, haya hecho daños de gran magnitud, huecos en las paredes pegando cuadros, no haya pagado la televisión por cable y tenga sanciones por ruidosas fiestas a las que asistieron personajes de dudosa reputación: lo importante es que desocupe.
De todo el desborde de corrupción que protagonizó este mequetrefe, me impresionó que, hasta su madre terminó involucrada en escánfalos delictivos. Cruzó la última línea de la decencia.
La verdad os hará libres y todo en su momento se sabe, creerse que con publicidad engañosa podrá disfrazar la realidad de un país manejado a la guachapanda sería iluso si se lo creyera, fin de dos décadas de martirio.
En el boxeo los contrincantes quieren dejar una buena imagen durante los últimos asaltos para impresionar a la afición y por ende, incidir positivamente en el puntaje de los jueces.
Pero esto sucede cuando existe una posibilidad de triunfo, cuando se puede ganar.
Pero Duque está derrotado y no le interesa convencer a nadie, su único recurso es el «golpe bajo» , hacer daño.
No importa que nos quede debiendo hasta las medias, pero que “ahueque” ya para olvidarlo totalmente en un esfuerzo que nos habrá de costar, cada que encontremos uno y otro despropósito cometido en su período de rapiña y desangre del país.