El día que Donald Trump fue electo como Presidente de Estados Unidos, hubo una fiesta ruidosa en las calles de ciudad de Panamá. Sintieron como propio ese triunfo. Pero pronto esa alegría se convirtió en preocupación, cuando Trump anunció sus planes de recuperar para su país el control del Canal. Y ahora, cuando Trump ya se juramentó, su decisión es categórica, intervendrá en Panamá y las risas y los brindis se amargaron.
Pasa algo similar en Colombia, donde la presidencia de Trump se toma como una victoria por amplios sectores sociales y políticos, que aplauden todo lo que dice el nuevo mandamás de la Casa Blanca. Pero su sonrisa pronto se convertirá en una mueca de desconcierto, al ver cómo se suspenderá la ayuda de 700 millones de dólares al país; el aumento de los aranceles para los productos nacionales, lo que afectará gravemente a la industria y el sector agropecuario; la disminución del precio del petróleo por la sobreoferta que Trump prometió, que disminuirá nuestros recursos públicos para la inversión social; y la llegada de miles de connacionales que habían migrado a Estados Unidos en busca de las oportunidades que nunca lograron tener en el país.
En estos días se escucha a la mayoría de los periodistas de los grandes medios de comunicación, relatando con una euforia extrema, el castigo que le propinará el gobierno Trump al gobierno del presidente Petro, como si los efectos sociales, ambientales y económicos los fuera a sentir únicamente el mandatario y no el resto de colombianos, incluidos los grupos económicos que tienen la propiedad de esos canales de comunicación.
La llegada de Trump trastoca en buena medida muchos temas cruciales para la sociedad mundial, uno de ellos relacionados con el clima, dado que él y sus seguidores no creen en el cambio climático y prueba de ello es que va a lanzar un agresivo plan de fortalecimiento de la explotación de hidrocarburos, lo que hará que muchos de los esfuerzos logrados hasta ahora en la disminución de gases de efecto invernadero, se pierdan.
Es muy paradigmático que Estados Unidos abandone el Acuerdo de Paris sobre el clima, cuando en su territorio se han presentado, en los últimos años, afectaciones inmensas como consecuencia precisamente del cambio climático.
Y para rematar, Trump y su secretario de salud, no creen en las vacunas y desacreditan a la Organización Mundial de Salud, a la que ya no pertenecen, causándole un daño inmenso a la investigación científica y a la prevención de enfermedades.
Los felices trumpistas deben estar preocupados, especialmente los latinos, que serán un blanco predilecto de los agentes de migración, que verán a familiares y amigos abandonar el sueño americano, que deberán pagar una alta tasa por sus remesas, que serán discriminados, así tengan «papeles» en el mercado laboral, que el sistema de salud les saldrá más caro y que serán humillados en un país que ellos creen que es el suyo.
Excelente, sobre todo cuando menciona que los grandes medios de comunicación van relatando con una euforia extrema, el castigo que le propinará el gobierno Trump al gobierno del presidente Petro, como si los efectos sociales, ambientales y económicos los fuera a sentir únicamente el mandatario y no el resto de colombianos, incluidos los grupos económicos que tienen la propiedad de esos canales de comunicación.