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SaludLos muertos del Covid-19, ¿muchos o muy pocos?

Los muertos del Covid-19, ¿muchos o muy pocos?

Por JAMES CIFUENTES MALDONADO 

Perdí la noción del tiempo y se me hace increíble y surrealista mirar el calendario y establecer que ya llevamos más de 15 meses en estado de emergencia sanitaria; no recuerdo exactamente cuándo, en esta misma columna, hice el planteamiento en cuanto que un país como Colombia no podía darse el lujo de seguir extremando los controles sin estrangular la economía y arruinar y matar de hambre a los que el Covid-19 dejara vivos. Hoy siento una extraña sensación porque el tiempo me ha dado la razón, el país y la ciudad de Pereira están totalmente abiertos, el presidente, los gobernadores y los alcaldes hicieron de tripas corazón y siguieron sacando unos de decretos totalmente descafeinados, que no dicen nada y no controlan nada, que se hicieron así con todo el cálculo y la sangre fría para que la gente pudiera seguir produciendo y sobre todo pudiera seguir viviendo, aunque las estadísticas de muertos siguieran creciendo.  

Al comienzo de este capítulo de horror era relativamente difícil ubicar a alguien que diera cuenta del fallecimiento de un pariente o de alguien cercano a causa del virus; hoy ya eso es el pan de cada día, todos hemos puesto nuestra cuota; a mí ya me pasó con un hermano y varios conocidos, y en todas partes los muertos ya son tantos que sólo son muertos y una pérdida para sus deudos, porque para los demás solo son estadísticas, fríos reportes en los noticieros.  

Risaralda a la fecha acumula 71037 casos de contagio y 1745 muertes, de hecho, al momento de hacer esta nota la fuente de los datos me dice que debo sumar 9 muertos más. Este cuadro, teniendo en cuenta que nuestro departamento tiene una población cercana al millón de habitantes, nos hace pensar, con suma preocupación que, si la vacunación no se acelera y si no llega la tan anhelada inmunidad de rebaño, nos faltan muchos muertos más por contar y que nada descarta que esos muertos podamos ser nosotros mismos. Con decirles que llevamos ya casi tres meses oyendo decir que estamos en el tercer pico de la pandemia, cuando eso ya no es un pico es todo un valle alto que no cede.  

Sin embargo, el mundo sigue girando, porque así tiene que ser, así nos parezca indolente, no hay nada más que hacer, sino que cada individuo tenga unos mínimos de cuidado y de responsabilidad y esperar que no nos toque la única bala en el tambor del revólver, porque el Covid-19, aún con las vacunas y con los miles de artículos escritos por los científicos, sigue siendo un misterio y hoy cada salida a la calle, cada reunión de trabajo y cada encuentro familiar es eso: un juego a la ruleta rusa.  

Solo falta que podamos ir al estadio a ver jugar al Pereira con todas las graderías llenas y que nos abran el Santiago Londoño para el Festival del Tango y que vuelvan las discotecas y las viejotecas  de Octavio Otálvaro; y sé que a nuestro alcalde no le faltan ganas, porque ha quedado demostrado que si algún mandatario en Colombia ha tenido las vísceras para manejar la pandemia y jugársela porque sigamos funcionando de la manera más cercana a la normalidad, ese ha sido Carlos Maya, y el problema es que no sabemos si eso ha sido correcto o incorrecto, porque aún no tenemos claro si los muertos han sido muchos o muy pocos

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