«Ninguna verdad periodística puede valer más que la vida misma» Javier Darío Restrepo
«Los hijos en infancia y niñez en una sociedad íntegra son hijos de todos».
Por HERNANDO AYALA MELGAREJO
Hace treinta años, la noche del 24 de abril de 1991 en una calle oscura de Segovia, Antioquia, por ser periodista asesinaron a Julio Daniel Chaparro Hurtado con su compañero Jorge Enrique Torres Navas, cronista y reportero gráfico de El Espectador respectivamente. Todo quedo así, como si nada. Desde la lente del periodismo como profesión y su realidad en estos treinta años, parece como si estos dos mártires del derecho a la información, no se hubieran perdido de nada. Tanto en justicia como en periodismo las cosas son distintas en la forma pero ¿mejores en esencia, fondo y verdad real?. ¿De qué se perdieron? Impunidad total en su caso. Parece que se perdieron de los juguetes y otras formas de transmitir. Lo único veraz es que se perdieron de vivir a sus familias, sus hijos, sus vidas, con todas sus consecuencias en lo que pasó durante este tiempo.
Hasta ese abril de 1991 estuve convencido de que si era preciso morir por la verdad periodística, no dudaría porque alguien tendría que hacerlo. La imagen de los dos hijos de Julio Daniel, en infancia los dos, nueve y un año, Daniel y Julián, aferrados a su señora madre, Piedad, me hicieron asumir lo que validaría luego mi mentor de periodismo limpio, sin perder la esencia, la prioridad rotunda debe ser preservar la vida por sobre todo. Busqué crear mi propia opción de periodismo íntegro para la vida y la encontré en el carril de la salvaguarda y visibilidad de los derechos como diversidad, inclusión, equidad desde una perspectiva inagotable de todos los anteriores, la diversidad infinita de la discapacidad con todas las consecuencias de su complejidad.
El sacrificio de la vida de mi amigo, un periodista soñador que sólo quería ensoñación como gran cronista repleto de metáforas e imágenes descritas como para colmar la imaginación de los lectores ciegos, con relatos escritos como para ellos, él nunca estuvo cerca de esa lógica pero así lo hubiera hecho estos treinta años, para todos, me hizo avanzar hasta todo lo que pude hacer y aportar en lo posible, desde la vocación de autonomía e independencia, pero siempre por la vida, durante esas tres décadas. Claro que valió la pena recorrer todo lo que merecíamos recorrer por cuenta propia todos como debió ser.
Periodismo en este tiempo como soñaba Julio Daniel, es aprender a querer vivir con todas las consecuencias sin renunciar a conocer la verdad y preguntar siempre por ella. En esa medida el gran propósito de servir está en comprender para ayudar a comprender juntos toda la complejidad de la diversidad y aceptar para contar toda la realidad posible de explicar para prevenir y evitar engaño a todos nuestros otros, quienes deben cerciorarse y verificar por cuenta propia para ser libres responsables de sus decisiones.
Mucho de lo que aprendo cada día, lo aprendo de los hijos de todos, de los niños, de los nuevos. En medio de la capa de horror que es la más visible y ruidosa, hay que llegar a la invisibilidad de lo mejor que está oculto detrás de toda la estridencia y entretenimiento sobremodulado para tapar lo indebido e impedir que brille todo el talento, capacidad, capital humano que fluye desde tantas vidas nuevas. Qué tsunami de talento hay por todas partes en ebullición.
Al echar el ácido de la visión crítica sobre el mapa completo de realidad, los parches oscuros resaltan y el saldo no es lo que debía ser si la depredación no hiciera el daño cumplido, pero en medio de todo eso, hay vida, hay talento, hay integridad, hay mucha voluntad por sobrepasar tanto daño. Ahí está el sentido de vivir para sembrar vida. La esperanza grande de vivir para lo mejor posible, con propósito, está al lado de los sueños y el talento de los niños, los adolescentes, los jóvenes, los nuevos en toda la diversidad. Treinta años después, parece más difícil, pero hay más posibilidades, más capacidad para avanzar y transformar. No está perdido todo. La lucha es posible hasta fin y el relevo está ahí para continuarla. No va a ser fácil, nada digno y meritorio lo es, pero este tiempo es de alta complejidad y dificultad
Gracias a todos quienes viven para la vida, para sembrar y soñar nuevas vidas. Gratitud es todo. Gracias siempre por lo aprendido.
Escrito por Hernando Ayala M. Periodista
Don Hernando muchas gracias por la ilustración
En sintonía siempre Doña Martha, en Ibagué y todo el Tolima.
Hernando Ayala, Gracias por darnos ese baño de esperanza, se que a los nuevos, a los jóvenes, les va a quedar difícil, pero con la Tecnología, se que pueden buscar y encontrar la verdad y nos dejarse envolver por los corruptos que son como la metástasis en las entidades públicas con salarios millonarios pagados por nosotros y sin prestar ningún servicio a sus jefes, los ciudadanos Colombianos.