Por JOSÉ DANILO SALAZAR
Los hombres han tenido que adaptarse a las condiciones naturales y a las disponibilidades de materias primas del medio ambiente en el que se asientan. Por lo general las grandes civilizaciones antiguas se establecieron en las cuencas de los ríos, por ej. : rio Nilo los egipcios, ríos Tigris y Éufrates, los Mesopotámicos, rio Amarillo los chinos; estas civilizaciones al igual que los zenúes de nuestra costa norte ubicados entre los ríos Sinú, San Jorge, se adaptaron a las circunstancias de su territorio usando tecnologías que permitían un adecuado uso de sus recursos sin comprometer la cantidad y calidad de sus recursos hídricos.
A los zenúes se les ubica en fechas entre el 2.000 a.c. y el 900 de la era actual; otros autores los ubican hasta el 1500 de nuestra era. Fueron una civilización anfibia, que se ubicó en las llanuras del Caribe colombiano y supo transformar los valles inundables de los ríos Sinú y San Jorge, y el bajo Cauca, donde construyeron una red de canales para repartir el agua de los ríos, transformaron cientos de miles de hectáreas inundadas en tierras de cultivo, creando plataformas elevadas y alargadas llamadas camellones.
Hace 2.000 años los zenúes hicieron el control de las aguas gracias a la estabilidad política y económica de caciques y sacerdotes, 500.000 hectáreas que el rio Cauca inunda cuando se desborda y unas 150.000 en el San Jorge, Se considera que la época de su mayor auge, fue entre el 200 a.c. y el 1100 de nuestra era.
Los Zenúes, desarrollaron un sistema de canales artificiales, los caños principales constituían el eje de los sistemas mayores de drenaje, formados por numerosos canales, que van desde los diques naturales hacia las zonas cenagosas más bajas, algunos de los canales median hasta cuatro kilómetros de longitud, en invierno el exceso de aguas salía por los canales delgados, dejando sedimentos, aprovechados para abonar los camellones usados para la agricultura en cultivos de coca, yuca, maíz, fríjol, cacao, ñame entre otros, los canales fueron vías de comunicación, que permitían crear verdaderos laberintos, los cuerpos de agua proporcionaban además de peces, en especial bocachicos y bagres, caimanes, hicoteas, iguanas y algunas aves.
El sistema de canales de nuestros Zenúes, es la obra de ingeniería más grande del continente americano, es el sistema de canales de las hoyas de los ríos Sinú y San Jorge, que cubre medio millón de hectáreas de tierras pantanosas de Córdoba, Sucre y Bolívar y parte de Antioquia, una enorme planicie cenagosa que permanece inundada unos ocho meses al año, una obra de ingeniería que hicieron nuestros ancestros sin contratar multinacionales, sin tecnologías laser o satelital, hecha a mano, sin maquinaria moderna, que adecuó la zona para un sistema de agricultura capaz de sustentar una gran población, sin alterar de manera significativa el medio ambiente.
Se calcula que la obra se inició en el siglo IX a.c. y que tardó más o menos 1.800 años en ser terminada, a la llegada de los españoles, ya los primitivos habitantes habían abandonado muchas de sus tierras, quedaban algunos grupos que habitaban las zonas más altas. Algunos autores creen que eso se debe a los cambios climáticos del siglo XII, o a la llegada de grupos invasores a sus territorios ancestrales, ambas teorías bastante probables.
Aunque no soy Ingeniero Hidráulico, no me parece descabellado que los zenúes hayan conocido los embates de los ciclos del niño y la niña y que gracias a sus obras de ingeniería hayan atenuado sus efectos; hago esta especulación porque en el periódico “El Colombiano” del Domingo 4 de Enero de 1998, página 9 B, se narra que los Incas lucharon contra el niño, arqueólogos peruanos como Quirino Oliveira, curador del Museo Nacional de Lima, afirman que “el fenómeno del niño castigó con frecuencia a los incas”, en especial en su época de mayor expansión llamado Tahuantisuyo, los peruanos registran por lo menos cinco catastróficos niños desde el año 1.100 a.c. hasta ahora, que los incas pudieron superar gracias a sus tecnologías ancestrales. En el Perú después de la conquista, los canales se dejaron de mantener, perdiéndose las antiguas técnicas que ahora intentan reencontrar.
Durante la conquista, en las tierra de los Zenúes se descubrieron tumbas que fueron saqueadas, pues se distinguían fácilmente del relieve circundante por ser montículos, donde se encontraba abundante oro, cuanto más alto era el rango del fallecido, más alto el montículo y mayor ofrenda funeraria, pasados los años, se desmontó el bosque y a la región llegaron en tiempos más recientes, grupos de antioqueños y algunos sirio libaneses, que adquirieron enormes extensiones de tierra para ganadería y cultivo de cacao, lo que hizo necesario vías de comunicación para comerciar cosechas y ganados, construyéndose carreteras, puentes y terraplenes, dividiendo ciénagas, separando cursos de aguas y en general destruyendo sin saber, la gran obra de ingeniería zenú, es decir, aquí ocurrió lo mismo que en Perú .
A pesar de que el hombre blanco destruyó de manera torpe la ingeniería ancestral, es bueno aclarar que no siempre hubo mala fe en esa destrucción, los hacendados veían grandes zanjas en sus terrenos que muchas veces mandaron rellenar, igualmente desecaron algunas lagunas buscando ampliar la frontera agrícola y ganadera. En defensa de estas personas se debe decir que solo por allá en los años noventa, por medio de fotografías satelitales se pudo contemplar y valorar la magnitud de las obras de los canales construidos por los antiguos habitantes de la región, el hecho de que la zona habitada por los antiguos Zenú, sea inundable ocho meses del año, tal como se dijo anteriormente, tiene como consecuencia que el régimen hídrico ocasione grandes dificultades para actividades agrícolas y de construcción, que se evidencian en las tragedias y desastres que todos los años dejan cientos de miles de damnificados.
En un viejo recorte del periódico El Tiempo, el Domingo 22 de Agosto de 1.999, se puede verificar la verdad de estos desastres naturales en la antigua zona zenú, el Contralor General de la Nación de esa época, Carlos Ossa Escobar, anuncia la reapertura de una investigación, pues en el año 1995 el gobierno giró recursos para atender a los 218 mil damnificados por el invierno en la Costa, a los que la plata nunca les llegó, en el recorte se narra que “la emergencia invernal duró más de seis meses, que las aguas de los ríos Cauca, Magdalena, Sinú y San Jorge inundaron las calles y las casas de 127 municipios de la costa atlántica. Aguaceros de hasta de 72 horas obligaron a los damnificados a refugiarse en los árboles y desde allí observar cómo sus muebles, sus ranchos y sus animales eran arrastrados por las aguas”.
La tragedia ocurrió entre Enero y julio de 1995 y el gobierno puso en marcha un plan para contrarrestar la emergencia en los departamentos de Bolívar, Sucre, Magdalena, Atlántico , Córdoba y Cesar y giró 25 mil millones de pesos, pero la corrupción se devoró la ayuda, lo que ocasionó que la contraloría de ese entonces, iniciara una investigación que luego archivó, por lo que Carlos Ossa decidió reabrirla, pidiéndole a la comunidad identificar a los culpables de que el “plan Torniquete” no fuera ejecutado en ninguno de los departamentos afectados. Tal como lo dijo en esa ya lejana época el contralor Carlos Ossa “los avivatos hicieron fiesta”
¿Cuánta más agua, ha corrido debajo de los puentes, cuantos inviernos, desastres, damnificados e investigaciones más harán falta para apreciar la sabiduría de nuestros ancestros indígenas y la magnificencia de su obra de ingeniería?
¿Cuántos inviernos, desastres, damnificados e investigaciones exhaustivas que no llegarán a ninguna parte, harán falta para acabar con la corrupción en éste país, donde nos caracterizamos por ser godos, rezanderos y malas personas?
Hablando de los indígenas Zenú, hallé en un viejo escrito estas palabras cuyo autor desconozco, “Mientras los griegos apenas comenzaban a construir el Partenón, los zenúes ya llevaban buena parte de su monumental obra de ingeniería hidráulica”. El legado de una cultura alternativa sobrevivió al tiempo pero hoy nuestra civilización lo amenaza, en vez de aprender de él.
Muchas gracias por mantener viva esta civilización y que no caiga en el olvido…
Sencillamente brillante la mente del docente autor de estos relatos, con los cuales nos deleita y recrea. ¡¡ Excelente !!