La contienda por la presidencia de Colombia se ha convertido en un «reality» vulgar o mejor dicho en una comedia barata en la que la principal y quizás la única estrategia de los candidatos es hablar mal de los demás, calumniarlos o tergiversar lo poco que cada cual dice. Los debates se concentran en criticarse el uno al otro o en atacar sus ideas, que por cierto son muy escasas. Todos parecen caer en un común denominador; sus propuestas frías y poco cautivadoras se enfocan en combatir la corrupción, mejorar la educación y la salud, reformar la justicia y muchas otras promesas que nada significan porque ninguno dice cómo lograrlas. Quizás Petro y Rodolfo se destacan porque se atreven a proponer cosas. El segundo se centra exclusivamente en su lucha contra la deshonestidad y el despilfarro que muchos réditos le ha brindado y que lo han llevado a alcanzar una alta popularidad según las encuestas. El primero, Petro, siempre se devora a los demás, dice cosas, genera polémica. Cada semana el tema de moda es lo que dijo Petro. Con oratoria esplendida y sus ocasionales desvaríos les está moviendo la campaña a su antojo. Todos se concentran en criticarlo. Si Petro no habla no hay noticia.
No creo que los resultados de las consultas del 13 de marzo sorprendieran a alguien. Lo que pasó era lo que se esperaba. Todos los colombianos sabíamos que Petro arrasaría en la del Pacto Histórico y que a los candidatos novatos les sería muy difícil superar la imagen de Fajardo en la Centro Esperanza. También sabíamos que Fico ganaría en Equipo Colombia soportado por la fuerza política del «uribismo» que abandonó sin contemplaciones al arlequín de Oscar Iván; por eso no extrañó a nadie que un día después Zuluaga renunciara para adherir al antioqueño.
Lo que viene tampoco es difícil de imaginar. Ingrid y Rodolfo van a decorar la fiesta con su histrionismo. Muy pocos votos sacará cada uno de ellos pues los colombianos no le creen a la ex secuestrada porque suele borrar con el codo lo que hace con la mano y al santandereano lo ven apenas como un «chiste» (aunque en verdad no lo sea). Fajardo seguirá en picada. Esto es definitivamente una pugna entre Fico y Petro. Los otros cinco candidatos que aparecerán en el tarjetón son, con el debido respeto, unos «pintados en la pared»; en el panorama nacional son casi unos desconocidos.
Tampoco creo entonces que alguien no sepa con exactitud lo que viene. Será más de lo mismo. La repetición exacta de la contienda de hace cuatro años en la que se ahondó la polarización política del país entre uribistas e izquierdistas. La diferencia es que en la pasada contienda eran todos contra Uribe, el dueño del poder. Ahora parece ser todos contra Petro, el líder absoluto de las encuestas (precisamente por culpa del gobierno).
El exalcalde de Bogotá contra el exalcalde de Medellín. La derecha contra la izquierda, los gobernantes contra la oposición. Volverán a ser protagonistas de primera línea el pánico y el miedo en contra del hastío y el cansancio, los malos versus los buenos; las familias divididas, las redes sociales inundadas de mentiras hábilmente prefabricadas y para colmo de males todo esto en medio de una enorme desconfianza de todos los sectores sobre la transparencia del sistema electoral. Fácil imaginar que si los resultados son parejos el perdedor argumentará que hubo un fraude. ¿Recuerdan el Paro Nacional de hace algunos meses? Agréguenle el componente electoral (el político ya lo tenía) y tendremos otro 9 de abril.
Apreciado Ernesto, no esta tan lejos ese análisis, podemos caer en ese escenario de hace tantos años, y máxime que ahora los vecinos casi todos de izquierda , esto puede terminar muy mal. Solución deben darle tranquilidad al pais y remover del cargo al registrador y su combo. Este señor es un posible florero de «Llorente», incompetente y mañoso. un nuevo actor muy peligroso.