Por: John Harold Giraldo Herrera
La comunidad de la única medio universidad pública de la ciudad reclama el no pago de matrícula para el semestre II del 2020. El patrimonio donde se forman casi veinte mil personas en pregrado, y unas cinco mil en posgrados, se encuentra, palabra curiosa, en crisis. No por la petición, que como advierten los estudiantes, a causa de la pandemia, ha de ser pasajera, sino porque parece que no nos diéramos cuenta, cada vez es menos de la sociedad y más de entidades y corporaciones que la financian. El estado, con la ayuda de quienes la han administrado la entregan al mejor postor, desde que “vende” y oferta servicios, hasta una serie de alianzas (válidas en su intención) movidas por el poder del dinero, la Utp es menos pública desde que empezó, en varios informes del rector se muestra cómo el presupuesto es un 50% del estado y otro de la propia universidad. La conquista mayor es que fuera gratuita y de calidad, un derecho, como aparece en la constitución, pero que se cumple de modo parcial. Los estudiantes y profesores deberían dedicar sus esfuerzos a otras causas, aún así, muestran un talante digno de admiración, pues no sólo saben lo de sus disciplinas en estudio, sino del país, y cómo de manera miserable los gobiernos dedican presupuesto a otros rubros, y no a los prioritarios.
Cómo explicar el gasto de Duque, que asciende a 117 billones para cubrir la pandemia (de los cuales una parte es en subsidios, 30 billones para el sector salud y otros para gastos fiscales y créditos), adicional es un dinero con endeudamiento, donde el ministro Carrasquilla, expresó la idea de estar en una guerra y que cada bala disparada es producto de un préstamo. ¿En dónde está la plata? La guerra declarada es de Duque y el Cd a todo el pueblo colombiano, una vez que su manera de legislar y de acumular poder, no tiene ningún fundamento en el dichoso estado social de derecho, ni siquiera acatan lo proferido por la Corte Constitucional, una vez que las tropas gringas, sin autorización del Congreso, actúan sin bitácora reconocida y bajo el dominio de sus propios designios. Lo visible es una tragedia social que en las solas cifras, estalla cualquier lógica ¿de qué viven? ¿cómo hacen para poder medio sobre estar? Hablamos del 21% de desempleo, una cifra que se duplicó. Habrá que recordar, que el de Duque, es un gobierno, quien premia a los ricos y los favorece, no sólo con exenciones sino con subsidios.
La matrícula cero, es un ejercicio de gestión del movimiento de profesores, en particular de Aspu, y de los estudiantes, que han hecho la labor de argumentar y buscar con presión y con demostraciones, esa posibilidad. En general, la sociedad los respalda, como también el gobernador Víctor Manuel Tamayo, de varios alcaldes, como Rodrigo Toro de Santa Rosa de Cabal, entre otros, el que parece no querer aportar y sería un desastre, dado que la mayor parte (el 50% del total de Risaralda) de estudiantes son de Pereira, es el alcalde Maya, desde luego es conocido la continuidad de procesos, en los que se respaldan estudiantes y se han conseguido, como el caso de Audifarma, el plan padrino, consistente en financiar a varios jóvenes. El monto a conseguir para que ningún estudiante se quede por fuera es de $9.690.067.716, sin embargo, el gobierno giró un monto de $2.389.977.117, por lo cual el restante es el que se debe conseguir. Los estudiantes pretenden que lo mínimo sea que los estudiantes de estratos 1 al 3 queden exentos, y que a los demás se les haga un descuento.
Por supuesto, la deserción es un factor que perjudica (aunque se estima sólo en un 5%), tanto a la propia universidad, como a los profesores, una vez no se completen cursos o no se tengan para asignaturas, habría menos contratación, por eso también la consigna es ningún profesor sin contratación. El agravante es que más del 80% son entre catedráticos y transitorios, es decir, su manera de vinculación puede variar en cualquier momento, como prescindir de ellos, a diferencia de los nombrados. Adicional, la deserción no es un factor sólo socioeconómico, sino que se asocia a asuntos académicos, personales, psicológicos, y ahora por lo político, una vez las condiciones de virtualidad, no son lo mismo que lo presencial y como esta no será una realidad pronta, muchos no desean seguir así. A la administración de la universidad, le ha faltado hacer los debates y los balances académicos, que no pueden ser sólo en cifras, y no ha hecho uno sólo abierto para determinar cuáles fueron los resultados, hecho que se ha exigido y se encuentra en mora.
Así, la matrícula cero, depende, muy curioso, de gestiones de los estudiantes, poco sabemos de lo que adelantan los de la administración, que deberían ser los principales gestores. Habría que reconocer eso sí, la forma cómo han permitido la formación en Tic hacia el personal y dispuesto plataformas y programas de acompañamiento como el Pai -Plan de atención integral-, tanto a estudiantes como docentes. Sin embargo, la salud mental de ambos sectores se ha visto vulnerada, el confinamiento deja secuelas, y se han mostrado visos de mucho deterioro una vez que desde el trabajo en casa no hay condiciones favorables, como elementos ergonómicos, conectividad, software para el desarrollo de ciertas clases y los instrumentos adecuados.
De modo que hay mucho por encarar. Lo más particular es que ya muchas universidades públicas lo han logrado: la del Magdalena, la UIS en Bucaramanga, la del Valle, y así. Entre gestión y presión del estudiantado, la conquista de una universidad gratuita y de calidad es lo que también debe escalonar. El movimiento avanza, la sociedad y sus instituciones pueden apoyar, los estudiantes y profesores conseguirán ese logro necesario y justo.