Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadMigraciones, desplazamientos, éxodos y año nuevo.

Migraciones, desplazamientos, éxodos y año nuevo.

Confieso que los fines de año, celebrando en familia, aun siento soledad; durante mi época santandereana, pocas veces pude viajar por estas fechas al hogar familiar y reunirme con mamá, hermanos, cuñados y compartir con los niños que había en la familia en ese entonces, incluidos mis tres pequeños hijos, que así se conocían y compartían en familia, único y verdadero motivo de las fiestas decembrinas, si no hay perdón, reconciliación y unión familiar ¿Para qué sirven estas fiestas?

La nostalgia por mi familia, incluido papá que tenía nuevo hogar, se desvanecía con el reencuentro, y después de más de un mes en el paraíso, debía regresar a mi cotidianidad, lo cual era maravilloso, pero me causaba una sensación de pérdida, de desarraigo y lejanía, que duraba lo mismo que las fiestas.

Mamá, invitándonos a reunirnos para compartir, era el aglutinante familiar, no cesaba de insistir: “vengan mijos, estemos juntos, no sabemos quién faltará el año entrante”, ese mensaje que parecía baladí, fue una realidad: murió mamá, luego Leonila (mi primera esposa), varios tíos, varios primos, un sobrino casi niño, mi hija Paula, mi papá y finalmente mi hermano Gustavo.

La nostalgia decembrina se agravó,  porque además de mi exilio santandereano, mi hermano Eliécer se radicó en Bogotá, y  por motivos  diversos, otros hermanos debieron emigrar del país: Gustavo a USA; Libia, Guillermo y Uvita a España, los dos últimos a las Islas Canarias; en año viejo me agobia escuchar “El hijo ausente” con el corito que dice: “Vamos a brindar por el ausente, que el año que viene esté presente/ vamos a desearle buena suerte , y que Dios lo salve de la muerte”. Pasados varios años y por un corto periodo, logramos retornar todos a Pereira y compartir en familia; ahora regresa la nostalgia, Gustavo no compartirá ninguna otra celebración, y Guillermo y Maryuri no están con nosotros este año.

Éstas son mis pequeñas tragedias familiares; mientras tanto, millones de personas en todo el planeta sufren por causa de violencias o conflictos armados, siendo obligados a dejar sus raíces, culturas y bienes materiales para salvar la vida, un conflicto horroroso agravado por la indiferencia de más de 7.000 millones de seres humanos que vemos a los desplazados como parte del paisaje, y que no levantamos ni una voz de protesta ante la infame situación que les han impuesto.

“La migración humana se refiere a los procesos de migración de los seres humanos, forzada o voluntaria. Consistente en el cambio permanente o semi permanente de la ciudad, región o país de residencia” (Wikipedia). Un éxodo se define como: “Emigración de un pueblo o de una muchedumbre de personas” (Drae). “El desplazamiento forzado se refiere a la situación de las personas que dejan sus hogares o huyen debido a los conflictos, la violencia, las persecuciones y las violaciones de los derechos humanos” (www.bancomundial.org).

Hay ríos de seres humanos recorriendo el planeta, para la muestra basta el caso venezolano, una sociedad que vivía del asistencialismo del estado y se vio despojada de esos dineros por sus dirigentes políticos, y que ahora anegan nuestro país, generalmente la minoría delincuente daña la imagen de la mayoría honrada y trabajadora. En los años 70 miles de colombianos, especialmente santandereanos llegaron a Venezuela, tres de mis primos hicieron sus vidas allá y están sin posibilidades reales de retorno; luego la “Meca” fue Ecuador, en los años 90 Costa Rica, luego España, en esos países, unos pocos delincuentes colombianos nos afamaron como un país de atracadores y traficantes de drogas; actualmente Chile acoge a miles de nuestros compatriotas.

En el caso del desplazamiento forzado colombiano, los campesinos y su familias, que tienen sus raíces en una comunidad, participan en ceremonias religiosas, en fiestas familiares y regionales, que en convites con sus vecinos, han hecho o mejorado vías de acceso, represas, escuelas y capillas,  que tienen compadres  y ahijados, socios comerciales, son dueños de la tierra que trabajan y consiguen su sustento de ella, de la noche a la mañana (por orden de un asesino, que dice defender a los pobres, o de uno que dice defender a los ricos, de los defensores de los pobres), deben dejar sus tierras, sembrados, animales y salir huyendo, pasando a ser un grupo de desamparados, desempleados y discriminados ciudadanos de segunda o tercera categoría, obligados a engrosar los cinturones de miseria y trabajar en oficios humildes o en actividades delincuenciales, para salvar la vida y seguir adelante; se calcula que en Colombia hay 8.375.715 personas incluidas en el Registro Único de víctimas por eventos de desplazamiento forzado ocurridos desde 1985 hasta 31 de diciembre de 2022 (reliefweb.int);  después de Siria, somos el segundo país con más desplazados del mundo. Esa es la situación de miles de campesinos despojados por guerrillas, y paramilitares, que a la final solo son traficantes de cocaína que dominan comunidades alejadas desprotegidas por el estado, situación que sufrió una de mis cuñadas, exiliada en el Ecuador.

El primer éxodo histórico es el de los judíos saliendo de Egipto, vagando por el desierto por cuarenta años y llegando a la tierra prometida, a la que toman militarmente según relatos bíblicos con ayuda celestial como las trompetas en Jericó y  Josué parando el sol para terminar la batalla, claro que en esos días todo era así; luego de diseminarse y prosperar por el mundo son masacrados en Europa y se les lleva de nuevo a los territorios de sus orígenes donde son recibidos como invasores  a los que se debe combatir militarmente,  y se acomodan al estilo antiguo, con sangre y fuego causando otro éxodo pero ahora de Palestinos, en su mayoría civiles pobres y discriminados por Israel, sería maravilloso que con la celebración del nacimiento de Jesús la estrella de Belén brillase como señal de un proceso de paz entre esos dos pueblos. Esa sería una feliz navidad en el cercano oriente.

Sin tomar partido, y criticando por igual los excesos de ambos bandos en el actual y cíclico conflicto Palestino Israelí, recuerdo estas palabras: “Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de extermino está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.

Ya poca Palestina queda. Paso a paso Israel la está borrando del mapa. Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo La frontera, las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.

Es una guerra entre un elefante y una hormiga, Israel puede acabar con todo de un solo ataque”. Eduardo Galeano, citado por (Instagram.com/Leer te despierta).                       

Todo exiliado termina desarraigado; extraña su terruño, soñando regresar para morir allí donde quedaron parientes y amigos;  pero al retornar encuentra que nuestro estilo de vida “ñero”, sin respeto por  las normas, las autoridades, o por el otro, la delincuencia sigue desbordada y nada ha mejorado, y empieza a extrañar a su patria adoptiva, cuyas leyes y autoridades se respetan, y cuya delincuencia es combatida y encarcelada; suspira por ese oasis de tranquilidad, allá añora a su familia y cultura, y aquí, la autoridad, el respeto y la vida ordenada de allá.

Sin embargo, en el caso de los emigrantes árabes, o africanos a Europa en general, puede existir la inmigración como una respuesta al colonialismo: “París (y toda Francia) fue durante varias décadas, la “metrópoli” de países como Marruecos, Túnez y Argelia, donde impuso a la fuerza su lengua, sus costumbres, su historia y su forma de vida”, “Cuando en los años 60 un joven maghrebí tomaba la decisión de abandonar su país de origen, ¿a dónde iba? Obviamente, el joven tendía hacia esa cultura que le habían impuesto desde pequeño: el país cuya lengua él conocía, cuya historia había tenido que estudiar en la escuela a golpe de regla y cuyos hábitos le habían enseñado a adorar”, “El Tiempo”, Exilio y “fronteras” mentales, Domingo 29 de agosto de 1993, página 15A, Santiago Gamboa.

Aunque el inmigrante aporta a la economía y cultura de su nuevo país, es víctima de xenofobia a causa de su color de piel, su cultura, o su religión, lo que hace que algunos de ellos se vuelvan hacia las ideologías fundamentalistas y terroristas.

Ilusionados con la esperanza de un futuro mejor, El Opinadero y yo les deseamos un Feliz año nuevo, que sigan compartiendo en familia, unidos por el amor filial.                        

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4 COMENTARIOS

  1. Bueno es recordar algunos episodios de la vida, pero son más los momentos tristes que hemos tenido que soportar, por la pérdida de muchos seres queridos en poco tiempo, claro que siempre las situaciones agradables, son el bálsamo que disipa un poco la tristeza. Muchas gracias Don José Danilo, por facilitarnos diversos temas que unas veces nos alegran el espíritu, y otras nos ponen nostálgicos.

    • Don Néstor: mil gracias por su buen comentario, así es, en estos tiempos se revuelven los sentimientos, alegría por la vida y poder compartir en familia y tristeza por los seres queridos que ya no están, mil saludos y bendiciones.

  2. Entre remembranzas personales y familiares , esta vez tristes y nostálgicas que nos acompañan a todos, en el tránsito de la vida;Danilo nos recuerda la aflicción que embarga a millones de migrantes que por distintas razones sufren por la desintegración familiar, el padecimiento de las guerras, la discriminación racial ,la xenofobia y la barbarie inmemorial de los tiranos .
    Por eso la paz interior ,la paz en la familia , en la sociedad y en el mundo ;son el deseo anhelado entre familiares,amigos ,hombres y mujeres de buena voluntad en cada tránsito de año .

    • Mil gracias por su gran comentario, solo nos rescata de la nostalgia la alegría de compartir en familia. Mil saludos y bendiciones.

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