Hay vida más allá de WhatsApp, las formas de interactuar no se agotan con esa aplicación; Colombia y quizás Latinoamérica son casos extremos de la dependencia que, en especial en esta parte del mundo, hemos desarrollado por esa plataforma de mensajería instantánea, al punto que, en eventos de caída total, como sucedió esta semana, nos hacen sentir que si no hay WhatsApp no hay nada más que hacer, que hay que parar, porque quedamos incomunicados. Un absurdo.
En una situación similar millones de personas en su momento nos dimos la oportunidad de probar con otra alternativa y en particular con Telegram, sin embargo, yo pregunto, ¿cuántos este martes, en el apagón de WhatsApp la utilizaron?, creo que muy pocos, yo no lo hice, de hecho, me costó un poco ubicar en qué parte de la pantalla de mi móvil tenía el icono de Telegram.
El fenómeno se explica en el que pega primero pega dos veces y eso es lo que logró WhatsApp cuando, de la mano de sus creadores Jan Koum y Brian Acton, en 2009, revolucionaron la forma de comunicarse a través de mensajes cortos, en un momento en que reinaba la famosa BlackBerry con su teclado maravilloso en relieve que yo aun sigo extrañando. Con WhatsApp las posibilidades se hicieron inagotables para el intercambio de información, para el consumo de contenidos, como juguete de entretenimiento y más recientemente como herramienta de trabajo, en el nivel en que la posicionó el señor Mark Zuckerberg, potenciada con Facebook e Instagram, combinación de redes que tiene atrapado a medio mundo, en condiciones ya de enfermedad.

WhatsApp es imbatible por ese fenómeno de la masificación, en el que la mayoría de personas se vuelcan a la misma solución tecnológica, similar a como el mundo se integra y se globaliza con el inglés como idioma integrador, lo que sin embargo no significa que tengamos que dejar de hablar español, francés, portugués o mandarín. Y aquí es donde, creo, estamos fallando porque, en términos coloquiales, en materia de comunicación, hemos metido todos los huevos en la misma canasta y por eso, si WhatsApp se cae, 2000 millones de usuarios se detienen angustiados pensando ¡oh! ¡Y ahora cómo vamos a comunicarnos!
Esto me hace recordar que hace apenas 20 años los operadores de larga distancia (servicio que era carísimo) Orbitel, Telecom y ETB, con las telefónicas locales desarrollaban operativos, con Fiscalía a bordo, para luchar contra la práctica del reoriginamiento, que consistía en que desde otros países, especialmente Estados Unidos, a través de internet, con equipos ubicados de manera clandestina, por lo menos clandestinos en Colombia, se cursaban llamadas para terminarlas en el territorio nacional como si fueran locales y por tanto más baratas. Esa práctica era considerada delictiva y era un negocio super lucrativo que les significaba pérdidas multimillonarias a los operadores legales.
Hoy, muy pocos se acuerdan de Orbitel, Telecom y ETB, la larga distancia no existe y aunque la gente puede hacer llamadas de voz infinitas desde y hacia cualquier lugar del planeta, pagando el plan mensual de internet, le cogimos Las suspensiones programadas de energía son actividades para realizar mejoras a la infraestructura eléctrica🔧 de cada sector o barrio. Entre estas mejoras están las renovaciones, mantenimientos o podas para así garantizar que recibas un servicio de energía con calidadfastidio a hablar por teléfono, ya no queremos timbrarle a nadie, eso se volvió incorrecto, sólo se vale chatear.
Pero hay qué reconocer que, en la dinámica y la velocidad del mundo actual, sobre todo para los nativos digitales, pretender que hagamos más llamadas de voz y menos chats, es una idea romántica, es como pedirle a alguien que, en un edificio de 30 pisos, suba por las escaleras y no por el ascensor.