Por LUIS GARCÍA QUIROGA
Había pocas sillas disponibles cuando el pasado lunes 30 de noviembre llegué a Expofuturo aceptando la invitación a la Audiencia de rendición de cuentas del alcalde Carlos Maya en su primer año de gobierno.
El alcalde ya estaba en el centro del proscenio y sentado en una silla tipo bar, de espaldas a una enorme pantalla dispuesto a iniciar su alocución, pero no pude evitar la percepción de que había visto una escenografía casi calcada en una audiencia del entonces alcalde Juan Pablo Gallo en el hotel Movich.
Al principio no le di demasiada importancia al caso y me concentré en la presentación sin dejar de pensar que aún con las medidas de bioseguridad y distanciamiento más o menos prudente, me pareció demasiado masiva la reunión, creo que unas 250 personas, o tal vez más. La cuestión me siguió asediando porque soy de los que creen que, en lo público, siempre hay algo detrás.
En todo caso, parece que se equivoca el estratega político que asesora al actual alcalde de Pereira, al intentar en vano hacerlo parecer en métodos y formas al anterior alcalde, Juan Pablo Gallo, así tuviera uno la sensación de que, a lo largo de su extensa intervención, en ningún momento Maya hubiera mencionado con nombre propio a Gallo, limitándose en algunos casos a hablar de “la anterior administración”.
Más allá de cualquier suspicacia, no es cualquier cosa esa percepción. Y al jueves siguiente cuando hablé varios minutos personalmente con Maya, me siguió dejando la extraña idea de que, de alguna manera, quiere hacer parecer que toma distancia del jefe de “la anterior administración”, más no de su estrategia de marketing electoral que es en lo que, no siempre con fortuna, se enfocan los políticos.
Esto me hace recordar los tiempos de la campaña de Luis Alberto Duque a la alcaldía en 1997 cuando en todos sus discursos se refería al entonces alcalde Juan Manuel Arango, como “mi hermano del alma”, capitalizando la enorme popularidad que por entonces tenía Arango Vélez.
Desde entonces, algo ha cambiado (¿evolución?) en la mentalidad del electorado pues parece que ya no gusta que el nuevo mandatario (local o nacional) siga siendo adlátere o apéndice del anterior y que el saliente, para lograr sus fines electorales, se colinche al erario y la burocracia. No al menos de manera evidente y flagrante, a veces agresiva, como si realmente fueran “hermanos del alma”.
En todo caso, detrás de la política siempre hay una apuesta estratégica efectiva o no. Y si de recuerdos se trata, regresemos a la campaña política de 2019 cuando trascendió que Gallo presentó a Herman Calvo, Harold Calderón y Carlos Maya como sus tres pupilos y posibles sucesores, condicionando que el estratega de la campaña sería el mismo que lo asesoró en la suya propia, con el argumento de que “el cambio continúa”.
Entre otras cosas, porque no fue una audiencia pública de rendición de cuentas, en las que al final el funcionario se debe someter a preguntas de voceros de grupos de interés, del auditorio presente o de público virtual cuando la transmisión es en streaming, como en efecto ocurrió en el informe de Expofuturo.
Del contenido del informe del alcalde Maya hay tela para cortar a favor y en contra. Este prólogo intenta descifrar lo que se cocina políticamente, aunque no parezca. De allí que la prueba ácida de Maya consiste en demostrar que tiene personalidad y estilo propios. Que el agradecimiento no es el fastidioso y nocivo compadrazgo político atizador de polarizaciones.
Maya tiene el desafío de demostrar que, con motivo de las nefastas consecuencias de la pandemia, tal vez como pocas veces antes, Pereira necesita un liderazgo que una y no un mandatario que divida. Aún tiene tiempo y el tiempo lo dirá.
He leído desde entonces a varios columnistas del Diario y todos al unísono se han descargado en elogios con Maya. Pregunto ¿qué obras relevantes ha hecho Maya, cuál es el engaño del cable aéreo? Todos con excepción suya, comen callados. Lo felicito Luis siga así sin comer CUENTO.