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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadNido vacío o nido perpetuo

Nido vacío o nido perpetuo

En la edición anterior hablamos del nido vacío y cómo superar la angustia y el dolor que produce en los padres el crecimiento de sus hijos, el abandono del hogar paterno, el que salgan a buscar su realización personal y profesional con autonomía e independencia financiera.

El síndrome del nido vacío se puede superar con el paso del tiempo y con la posibilidad de realizar actividades juntos para que la unión entre padres e hijos no se pierda, por el contrario, que se fortalezca con la llegada de nietos y otros miembros de familia política.

Pero existe otra situación, donde los padres aferrándose a la posibilidad de no querer quedarse solos, hacen todo lo posible para que los hijos se vayan o peor, que los hijos no se quieran ir de sus casas.

Es una situación realmente común en nuestra sociedad, los padres no quieren quedarse solos, tal vez por el temor a enfrentar su propia individualidad o porque la convivencia con su pareja no sería sencilla, pues, por el tiempo dedicado a la crianza de sus hijos, trabajo y labores domésticas,  ese padre y esa madre se volvieron dos desconocidos, teniendo como un medio de unión a sus hijos que como polluelos emplumados,  ya están listos para emprender el viaje, cual Salvador Gaviota, pero que papá y mamá cada día les cortan parte de sus alas para que deban permanecer de forma permanente en ese hogar.  Esto se llama el síndrome del nido perpetuo.

El síndrome del nido vacío:

Cuando los hijos abandonan el hogar, los padres pueden experimentar sentimientos de pérdida, soledad y nostalgia. El síndrome del nido vacío describe estas emociones y los ajustes que los padres deben hacer para adaptarse a esta nueva etapa de la vida. Aunque este proceso puede ser desafiante, también tiene sus aspectos positivos. Los padres pueden redescubrir su individualidad, retomar pasatiempos postergados, dedicar más tiempo a su pareja y enfocarse en su propio crecimiento personal. La libertad y la autonomía adquiridas pueden proporcionar un sentido renovado de propósito y satisfacción personal. Este es un comportamiento sano de parte de unos padres que emocionalmente están equilibrados y se sienten capaces de ver volar a sus hijos, acompañándolos sólo cuando sea necesario, sin invadir.

El nido perpetuo: Por otro lado, algunos padres pueden tener dificultades para dejar ir a sus hijos y optan por hacer todo lo posible para que permanezcan en casa. Esta situación, puede generar una dependencia poco saludable tanto para los padres como para los hijos. A corto plazo, los padres pueden encontrar consuelo y compañía al tener a sus hijos cerca, pero a largo plazo esto puede impedir el desarrollo de habilidades de autonomía y responsabilidad en los hijos. Además, los hijos pueden sentirse limitados en su capacidad para explorar y experimentar la vida fuera del entorno familiar, lo que puede obstaculizar su crecimiento y desarrollo personal.

Los pros y contras para ambas partes:

Para los padres, la opción del nido perpetuo puede ofrecer un sentido de seguridad y compañía, evitando la sensación de vacío y soledad. Sin embargo, esto también puede impedir su propio crecimiento personal y dificultar el fortalecimiento de su relación de pareja, ya que se centran demasiado en la presencia constante de sus hijos. Por otro lado, permitir que los hijos abandonen el hogar puede ser doloroso inicialmente, pero también brinda la oportunidad de desarrollar una relación más adulta y equilibrada con ellos, basada en la confianza y la independencia mutua.

Por parte de los hijos, el nido perpetuo puede ofrecer una sensación de comodidad y apoyo constante, evitando la necesidad de enfrentar las dificultades y desafíos de vivir de manera independiente. Sin embargo, esto puede limitar su crecimiento personal, obstaculizar la adquisición de habilidades necesarias para la vida adulta y dificultar su capacidad para tomar decisiones propias. Por el contrario, salir del nido y buscar la autonomía financiera les brinda la oportunidad de explorar su identidad, tomar decisiones significativas y adquirir habilidades prácticas esenciales para su desarrollo personal y profesional.

Es fundamental que tanto padres como hijos comprendan la importancia de un equilibrio saludable entre el apoyo familiar y la necesidad de autonomía. Los padres deben fomentar la confianza en sí mismos y en sus hijos, permitiéndoles explorar y crecer fuera del hogar familiar. A su vez, los hijos deben asumir la responsabilidad de su propio desarrollo, reconociendo la importancia de adquirir independencia y enfrentar los desafíos que conlleva la vida adulta.

En última instancia, la transición del nido vacío al nido perpetuo es un proceso individual que requiere una comunicación abierta y un entendimiento mutuo entre padres e hijos. El objetivo debe ser fomentar un ambiente de apoyo y amor incondicional, alentando a los hijos a buscar su propia realización y autonomía, mientras los padres encuentran su propia satisfacción y propósito en esta nueva etapa de vida.

Los padres deben reconocer que dejar ir a sus hijos es parte del proceso natural de crecimiento y deben fomentar la confianza en ellos, brindándoles el apoyo necesario para que busquen su propio camino. Al permitirles experimentar la vida fuera del hogar familiar, los padres les brindan la oportunidad de adquirir habilidades valiosas, tomar decisiones y construir su identidad.

Por otro lado, los hijos deben asumir la responsabilidad de su propio desarrollo, comprendiendo que la independencia y la autonomía son fundamentales para alcanzar la realización personal. Al salir del nido, podrán enfrentar desafíos, aprender de ellos y fortalecer su capacidad para tomar decisiones informadas.

En última conclusión, la clave radica en una comunicación abierta y un entendimiento mutuo entre padres e hijos. Ambas partes deben respetar y apoyar las decisiones individuales, reconociendo que el crecimiento y la felicidad están intrínsecamente ligados a la búsqueda de la autonomía y la realización personal.

En nuestra sociedad occidental, es importante reconocer y aceptar que el abandono del hogar paterno es una parte natural del proceso de crecimiento y madurez. Al abordar este tema con apertura y comprensión, podemos fomentar la madurez de los hijos, evitando así que está ruptura sea dolorosa. Aquí es importante hablar de la comunicación entre todos los miembros de la familia y cómo el apoyo temporal de los padres se va a hacer efectivo hasta que sus hijos emprendan su propio vuelo. Luego ellos serán los que apoyen y acompañen a sus padres en sus decisiones y proyectos, pero desde otro sitio.

Cuando el hijo no quiere irse y los padres no desean que vuele, se presenta un escenario complejo que puede generar tensiones y conflictos en la dinámica familiar. Veamos un análisis de esta situación desde ambas perspectivas:

El hijo que no quiere irse:

Pros: Para el hijo, quedarse en el hogar paterno puede brindar una sensación de seguridad y comodidad. Pueden aprovechar la familiaridad del entorno, el apoyo financiero y emocional de los padres, y evitar enfrentar las responsabilidades y desafíos que conlleva vivir de manera independiente. Además, pueden mantener la estabilidad de sus relaciones sociales y familiares.

Contras: Permanecer en casa puede limitar el crecimiento personal y la adquisición de habilidades necesarias para la vida adulta. El hijo puede perder oportunidades de explorar su propia identidad, desarrollar autonomía y tomar decisiones propias. Además, la dependencia prolongada de los padres puede afectar su autoestima y capacidad para asumir responsabilidades.

Los padres que no desean que el hijo vuele:

Pros: Para los padres, mantener al hijo en casa puede brindarles compañía, alegría y la sensación de cumplir su rol de cuidadores. Pueden sentirse más seguros al tener a su hijo cerca y protegido. Además, pueden continuar ofreciendo apoyo económico y emocional, lo que les permite mantener un sentido de propósito y satisfacción en su rol parental.

Contras: No permitir que el hijo se vaya puede limitar su desarrollo personal y emocional. Los padres pueden dificultar la independencia y autonomía del hijo, impidiendo que este adquiera las habilidades y la confianza necesaria para enfrentar los desafíos de la vida adulta. Además, los padres pueden experimentar una falta de libertad personal y dificultades en su relación de pareja al centrarse exclusivamente en el hijo.

En este escenario, es esencial que tanto el hijo como los padres se comuniquen abiertamente y busquen un equilibrio entre la necesidad de autonomía y la conexión familiar. Los padres deben alentar al hijo a explorar su propia identidad y asumir responsabilidades, al tiempo que les brindan un apoyo emocional y una red de seguridad. El hijo, por su parte, debe comunicar sus deseos y necesidades de independencia de manera respetuosa y comprensiva, reconociendo el amor y cuidado que los padres les brindan.

Es importante recordar que cada familia es única y que las dinámicas y decisiones individuales pueden variar. Lo más importante es encontrar un punto de equilibrio que permita el crecimiento personal y la felicidad tanto del hijo como de los padres, construyendo relaciones familiares saludables basadas en el respeto y el amor mutuos.

Quienes en este momento están dentro del nido perpetuo, tanto padres como hijos, pueden hablar con más claridad de situaciones como la autoridad, ya los padre no pueden pedirle cuentas a su hijo porque es un adulto; la mamá no descansa,  debe estar pendiente de la comida, ropa y demás de su hijo; incapacidad para conformar una familia independiente pues el polluelo totalmente emplumado no ve la necesidad de conformar su propia familia, en la cual deberá asumir el rol de esposo y padre.  Si todo lo tiene en casa paterna, además «acompaña» a sus papás para que no se queden solitos, ¿qué afán tienen de complicarse la existencia? He oído decir con mucha frecuencia a muchos hijos, mientras a padres y madres justificar esta falta de soltar a sus pollitos con frases como: ¿Para qué te vas a ir a pasar trabajos si aquí lo tienes todo?

Cada día llegarán más razones para evitar que los hijos se independicen emocional, económica y socialmente, salvo que se presente la enfermedad o fallecimiento de uno de los progenitores.

Lo realmente sano es dejar que sus hijos emprendan su vuelo, acompañarlos, pero no invadirlos y mucho menos manipularlos a través de enfermedades o miedo a enfrentar la soledad.  La pareja necesita retomar su vida de pareja y los hijos construir su propio camino, que con errores y aciertos les dará la experiencia requerida para enfrentar las situaciones que se les presenten.

9 COMENTARIOS

  1. Olga, excelente reflexión de vida, tan importante para los padres que sienten el miedo, temor del vacío abandono, como para los hijos que también sienten el miedo, el temor de la responsabilidad, de los retos, de culpa. Considero que todos tenemos una misión en la vida y si en ella tenemos la bendición de ser padres debemos aplicar la enseñanza de la madre Teresa de Calcuta: «Enseñaras a volar pero no volarán tu vuelo, enseñarás a soñar pero no sonarán tu sueño, enseñarás a vivir pero no vivirán tu vida, sin embargo….en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado»

  2. Amiga. Qué difícil para unos padres enfrentar este tema. Ambas situaciones nos complejas. Decirle al hijos que abandone el hogar si él no lo quiere. O pedirle que no los abandone y el hijo queriendo hacer su vida. Duras ambas situaciones.

  3. Respetada Columnista:
    Las afirmaciones sobre el nido vacío y el nido perpetuo: de gran validez.
    Importante precisar que lla familia desde su origen ha visto transitar a los hijos desde muy jóvenes, cuando a nuestras madres y abuelas, padres y abuelos, les cuadraban los matrimonios, o salían a buscar buen futuro y organizaban su vida en otros pueblos, aldeas , ciudades. ( A los 14 años las mujeres sabían defenderse con los quehaceres del hogar, los hombres cumplir con un trabajo y colaborar con la obligación familiar) la concepción era que ya era tiempo, según la frase: » organizarse».
    Y lo hacían sin pensar, los unos y los otros si esa situación los hacía felices.
    Ahora, la modernidad, con el importante concepto de concensuar , hace que el imaginario de la joven y el joven, antepongan su felicidad sus planes de conocer el mundo, ante cualquier otra situación personal o familiar.
    Los adultos, mal que bien, lo vemos como lo correcto.
    Los adultos sabemos y conocemos que salir del hogar actualmente por:
    _Situacion de estudio
    Situación de Ocio
    _Decision de libertad..
    _ Unión con su par
    Y otra más circunstancias,
    Son parte de su forma de habitar: los jóvenes de antes lo hacían, los jóvenes de ahora igualmente.
    Es la capacidad de adultos, de ocuparse de si mismo en actividades propias: lectura, gustos artísticos,, de paseo, de encuentro con otras personas, de encuentro consigo mismo, lo que le va a permitir vivenciar con mayor racionalidad el momento.
    Es la capacidad de los jóvenes de valorar: lo que dejan en el hogar, y lo nuevo que viven.
    Es entre las partes lograr una comunicación efectiva y afectiva,,, para mantener la unión .

    • Muchas gracias @Martha Cecilia Meza García, tu comentario aporta una maravillosa conclusión: lo que se debe buscar es lograr esa comunicación efectiva y afectiva entre los padres y sus hijos adultos para mantener esa unión familiar.

  4. Qué buen aporte, Marino. Gracias. Es cierto, la vida no retrocede. Por eso debemos ayudar a que nuestros hijos sigan su propio camino. Sin invadir. Apoyando su vuelo. Abrazos.

  5. Muy bien Olga Cecilia, solo resta decir von Gibran:

    Son tus hijos pero no son tuyos

    Tus hijos no son tus hijos
    son hijos e hijas de la vida
    deseosa de sí misma.
    No vienen de ti, sino a través de ti
    y aunque estén contigo
    no te pertenecen…
    Puedes darles tu amor,
    pero no tus
    pensamientos, pues,
    ellos tienen sus propios pensamientos.
    Puedes abrigar sus cuerpos,
    pero no sus almas, porque ellas,
    viven en la casa del mañana,
    que no pueden visitar
    ni siquiera en sueños.
    Puedes esforzarte en ser como ellos,
    pero no procures hacerlos semejantes a ti
    porque la vida no retrocede,
    ni se detiene en el ayer.
    Tú eres el arco del cual, tus hijos
    como flechas vivas son lanzados.
    Deja que la inclinación
    en tu mano de arquero
    sea para la felicidad.
    Khalil Gibran

  6. Muchisimas gracias. Tus palabras me motivan a seguir dando un poquito de mi para ayudar a reflexionar sobre temas tan complicados como la soledad. Este es un ingrediente, el miedo a la soledad, que hace que dependemamos de hijos y nietos. Gracias amigo

  7. El proceso de aprendizaje de papá y mamá que parecía interminable porque debe desarrollarse mientras los hijos crecen, convirtiéndose en una de las experiencias que se construyen sobre la propia vivencia, es ahora – gracias a aportes didácticos como el que Olga Cecilia facilita en sus excelentes notas en este interesante espacio -, una oportunidad de crecer y aprender tempranamente a enfrentar, ya como abuelos, esa otra etapa en la que los hijos ya no están físicamente en casa pero acompañan desde la distancia nuestra vida cotidiana cargada de recuerdos, ansiedades, largos momentos de soledad y nostalgias y de no pocas afecciones de salud propias de la edad. Gracias Olga por desnudar ante los que aún son padres jóvenes, la realidad que les espera para que vayan construyendo las mejores condiciones de ese estadío de la vida en el que los conceptos de soledad, compañía, tiempo y otros, son tan determinantes en la calidad de vida del abuelo(a).

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