Por: Cristian Camilo Zuluaga Cardona
Los alcaldes de Chinchiná, Manizales, Neira, Palestina y Villamaría, al parecer, son incapaces de poner en práctica la unión y la integración. Pues en esta crisis por la COVID-19 se parecen más a una competencia de reyezuelos, con ánimos de mostrar cuál es el que más manda, que a los gobernantes que tienen como objetivo reunir a sus municipios para conformar, en un futuro cercano, el Área Metropolitana de Centro Sur.
Si ha habido algo incómodo e incluso fastidioso en esta pandemia, es habituarse a la cantidad de decretos que cada tantos días expiden los mandatarios locales y hasta el presidente de la República. Algunos modifican otros decretos recientes, lo cual ha llevado a la confusión y el caos.
Estos cinco municipios se encuentran en una superficie de apenas 1.612 km², ni siquiera hay una hora de recorrido, en carro, entre las poblaciones más distantes y el número de habitantes de esta subregión difícilmente llega a los 510 mil.
Realmente es una zona muy pequeña y ni así es posible que se pongan de acuerdo para tener decretos uniformes o articulados con el fin de evitar confusiones, caos o dificultades que les impida a los ciudadanos moverse por el territorio. Incluso a algunos les obligan a cumplir normas en una población pero incumplirlas en los otros. Pues viven en un municipio pero trabajan en otro. Para colmo parece que al quinteto de gobernantes la situación le vale huevo.
El gobernador de Caldas, Luis Carlos Velázquez Cardona, expidió hace unos 15 días un decreto que buscaba la unificación de medidas en todo el departamento. Ni le pararon bolas, pues Chinchiná, Manizales, Neira, Palestina y Villamaría hoy tienen cada uno sus medidas. Hasta en otras poblaciones de otras subregiones hay decretos que no coinciden con ninguno de los de la zona centro sur.
El pasado fin de semana, por ejemplo, en Manizales hubo toque de queda focalizado en tres zonas de la ciudad; esta medida iba acompañada de Ley Seca y un pico y cédula que les permitía salir a los que tenían su documento terminado en número impar un día y par el otro. Sumado a esto podían ingresar al casco urbano, los dos días, todos los habitantes de la zona rural. En esto último fue en lo único que todas las poblaciones coincidieron.
Esta medida no encajó con ninguna de los vecinos municipios. Villamaría por ejemplo, que es el más cercano y que interactúa con gran facilidad con la capital Manizales, a tal punto que hasta comparten Cable Aéreo, tenía un pico y cédula dónde podían salir los habitantes con cédulas terminadas en par. Contrastaba con la capital que para ese día era impar. Al día siguiente cambiaba en las dos poblaciones.
Neira por su parte tuvo un día en que salían habitantes con cédulas terminadas en 1, 2, 3, 4 y 5 y al día siguiente para el resto de dígitos. Chinchiná y Palestina tuvieron medidas más estrictas, pues pusieron un solo digito en la mañana y otro en la tarde, aunque los números no fueron iguales en las dos poblaciones. Por ejemplo, cuando en Chinchiná fue para el 6 en horas de la mañana y 7 en la tarde, en Palestina fue el 2 en la mañana y el 3 por la tarde. Una feria de decretos diferentes para controlar a tan solo medio millón de ciudadanos.
Si buscara en los otros municipios de Caldas, seguramente encontraré otra variedad de decretos. Pero que jartera echarles más cháchara y enredo con números y leyes contradiciéndose entre sí. Solo para probarles que en alguito tengo la razón, me comuniqué con un amigo en la Alcaldía de Salamina. Me dijo que allá hay pico y placa en semana que permite la movilidad de sus habitantes de a tres dígitos diarios entre lunes y sábado y el domingo solo dos. Es decir, que tampoco coincide con el de Manizales ni con las medidas de Neira por ejemplo, que es municipio por dónde se debe pasar para llegar a la capital de Caldas.
Pero esta situación, que reitero se asemeja a una competencia de reyezuelos, ya tiene un antecedente no muy grato. El 25 de abril en la Alcaldía de Manizales, los cinco alcaldes en un Facebook Live anunciaron que habían «adoptado tomar medidas conjuntas para atender la contingencia» generada por el nuevo virus. Este anuncio lo hizo inicialmente Andrés Grisales, alcalde de Chinchiná. Y Solo fue eso, un anuncio, pues a la hora de que entrara a regir el decreto sucedieron cambios de última hora y todos quedaron con medidas diferentes.
Ese mismo día Andrés Aristizabal, alcalde de Villamaría, dijo que adoptaban la implementación de un pico y género (medida que había decretado recientemente en Bogotá, la alcaldesa Claudia López) para Manizales, Neira y Villamaría, pero finalmente esta medida tampoco rigió en ninguna de las tres poblaciones. Es decir que fue puro show y falsa alarma que al final dejó a los ciudadanos sin saber a quién le hacían caso.
Está claro que en estos primeros siete meses y medio de gobierno, incluso con una crisis de carácter mundial, los alcaldes no pudieron acudir a la integración y al entendimiento, dos aspectos que son básicos, fundamentales incluso para hacer la situación menos compleja a sus habitantes.
Quisiera pensar que la soberbia de los alcaldes no tiene nada que ver en esta división absurda y mucho menos sus colores políticos. Pues acá encontramos un alcalde del partido verde, dos liberales, uno de La U y uno que recibió apoyo de una coalición de siete colectividades.
También prefiero pensar que allí no está, como pequeña parte del problema del distanciamiento, las rencillas que han estado candentes entre el director del Hospital Santa Sofía de Manizales, Carlos Alberto Piedrahita Gutiérrez y el alcalde de Manizales Carlos Mario Marín Correa, ya que Piedrahita es cercano a Mauricio Jaramillo, alcalde de Palestina.
Y como no falta quien salga a decir que estoy hilando muy delgado con el tema de Piedrahita y el Alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín Correa, tengo para decirle que incluso, el secretario de Salud de Manizales, Carlos Humberto Orozco Téllez, hace un par de semanas en rueda de prensa virtual se refirió a este tema para argumentar el no reporte de Santa Sofía en disponibilidad de Unidades de Cuidados Intensivos de ese centro hospitalario.
Esta actitud de los cinco mandatarios es contraria a todas las necesidades que tiene la región en estos momentos de crisis, pero sobre todo es contraria y muy peligrosa pensando hacia el futuro. Pues la división no permitirá mayor capacidad de gestión de recursos ni fortalecimiento de las acciones de planeación, tampoco capacidad articulada para resolver problemas ambientales en la región, mucho menos potenciar el crecimiento económico ni la reducción de costos de producción, servicios, insumos y mano de obra.
Esta actitud de los gobernantes también dificulta trabajar en temas sensibles como la generación de empleo, la inversión extranjera, el fortalecimiento del turismo y la integración del transporte público. Todos estos aspectos que fueron mencionados por La Patria hace unos meses como ventajas que traería la creación del Área Metropolitana de Centro Sur.