Por HUMBERTO TOBÓN*
Inició la semana con la noticia de la Fiscalía de que en promedio, en lo corrido del año, se reciben 25 denuncias diarias de abusos sexuales, incluidas violaciones, contra menores de edad, donde el 90% de los casos afectan a las niñas.
Los actos de violencia contra las mujeres se inician desde cuando ellas transitan la niñez o la adolescencia. Además de las agresiones sexuales cometidas fundamentalmente por miembros de su familia, ellas se enfrentan a la explotación laboral a través de trabajos forzosos, sin derecho a pago o con remuneraciones escasas. Incluso, se han descubierto casos de esclavitud laboral y sexual de niñas en zonas mineras y agrícolas.
Las mujeres, pero especialmente las niñas y adolescentes, fueron y muy seguramente siguen siendo víctimas de violencia sexual por parte de todos los actores armados. Los casos documentados son escalofriantes. Las mujeres han sido tomadas como trofeos de guerra.
En la cruda realidad que viven las mujeres están otros tipos de violencias físicas, sicológicas y económicas que se cometen al interior del hogar, muchas de las cuales no hacen parte de las estadísticas públicas, pero existen, con consecuencias muy graves para la convivencia familiar.
La discriminación por razones de género está vigente. Por ejemplo, la brecha salarial no cede, ella sigue rondando el 18% en contra de las mujeres que realizan trabajos similares o desempeñan responsabilidades iguales a las de sus pares masculinos, incluso, cuando ellas demuestran mejor productividad y más preparación académica.
En el mundo laboral, sigue siendo marginal la presencia de mujeres en los altos cargos ejecutivos de las empresas privadas y no siempre se cumple en el sector público el mandato legal de participación femenina en las posiciones de dirección.
En la política, los avances femeninos son insuficiente. En el Congreso de Colombia hay 56 mujeres (25 en el Senado y 31 en la Cámara de Representantes), que representan el 21,7% del total de 258 congresistas, a pesar de que las mujeres representan el 52% del censo electoral colombiano. Sólo hay electas 2 gobernadoras (6,25%) y 121 alcaldesas (11%). En las elecciones de 2019 la representación femenil perdió 3 posiciones en gobernaciones y 13 en alcaldías.
Las mujeres ocupan el 18% de las curules en los concejos municipales del país y el 17% en las asambleas. Falta mucho trecho para lograr la paridad de género en la política colombiana.
Las noticias para las mujeres no son buenas. Los avances en materia de equidad son lentos y muchas de las políticas públicas que se aprueban, se quedan atrapadas en los anaqueles o en los vericuetos burocráticos. La pandemia de la Covid 19 fue especialmente cruel para ellas, que vieron cómo se duplicaron sus niveles de desempleo y se amplió la brecha salarial con los hombres, afectando especialmente a aquellas con edades entre 18 y 25 años, que paradójicamente tienen un promedio mayor de años de educación que sus contrapartes masculinas.
*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la cual soy Subgerente de Planeación Regional