PESANDO EN VOZ ALTA.
Frente a las próximas elecciones, tengo la absoluta certeza que, dada la angurria, antropofagia, divisionismo y prepotencia de la izquierda, no obtendremos nada por más fuerza que hagamos; tanto en Risaralda como a lo largo y ancho del país. Teníamos todo para avanzar en la consolidación del proceso democrático que iniciamos con Gustavo Petro; pero creímos que a partir de entonces bastaba hablar y ya, como una especie mago Aladino o como si la gente fuera una manada de borregos que se someten ciegamente. Lo peor, cada quien se sintió jefe con el derecho a imponer su voluntad. Y, fue la debacle. No aprendimos de la historia siempre sabia al mostrar que el único camino es la unidad, surgida de la generosidad de todos. En el año 30, los conservadores divididos se fueron al abismo. En el 46, los liberales cometieron el mismo error y entregaron la patria a la derecha. En el 82, López, el ambicioso se le atravesó a Galán, el inmortal. Cuando la gente ve la división, prefiere volver a lo tradicional. Se alzarán con todas las gobernaciones y alcaldías. En Bogotá, primaron los egos y se enfrentaron estúpidamente a Claudia López, determinante en el triunfo de Petro que, ahora, prefirió enfrentarla a dialogarla. Sin ella, nadie podrá ganar en Bogotá, ni hoy ni en el año 26, cosa que no entienden esos “midisiositos” del petrismo. En Risaralda, por ejemplo, ante la fastuosa manifestación de los verdes con dos curules al parlamento, primer caso en la historia, todos debimos ponernos firme ante ellos y decirles: “orden ustedes”. Qué va, el egoísmo pudo más y ellos se ayudaron con su engreimiento. No vamos a sacar nada; salvamos la honra de haber trabajado por un proyecto alternativo, aunque dividido. Diana, por quien votaré no sacará siquiera el umbral, lo mismo Marta Alzate. A David Silva, mi candidato, se le dijo que continuara haciendo bien las cosas en la asamblea y esperar al 26. Al fin es muy joven, con prestigio y sin mancha. Pero, se creyó el rey porque había tumbado a Soto. No irá ni a la esquina. El Pueblo toma su tiempo, dijo el poeta chileno.
Deseo ardientemente equivocarme y que caiga sobre mí la guillotina de la historia antes que recibir en bandeja la fatal confirmación de mi triste hipótesis. Amanecerá y, veremos.
Las elecciones las ganarán Mauricio Salazar y Javier Darío Marulanda. Por ninguno votaré, pero, tendré cierto solaz pues al fin nos desharemos del gallismo que nos engañó y del patiñismo que, ya basta.
El senador Juan Pablo Gallo con un argumento traído de los cabellos achacó a Mauricio Salazar un complot por el asunto de los chimpancés. Gran estupidez: de qué manera podría aprovechar la fuga de esos animalitos. No me jodás; están desesperados por el fracaso estruendoso del candidato gallista que no pegó.
Mi voto al concejo será por Hamilton Tello y por asamblea, Diego Sánchez.
Jaime Bedoya Medina.
Que bien describe la insensatez y caudillismo irrefrenable de quienes piensan que si nos logran este rio revuelto (es ahora que me hago celebre o nunca)…
Será entonces nunca con tanto deseo de cacicazgo.
Gracias por esta reflexión.
La izquierda es buena para discursos y mala para administrar.
Lo que tanto criticaban es lo que más hacen en este momento, los escándalos y de que tamaño, la familia presidencial más cuestionada en la historia.
Total debacle para los petristas endiosado.
Así que De Malas.