Escribiendo, escribiendo y escribiendo de regalos, aguinaldos y presentes tan mencionados en estos días, he reflexionado sobre lo que en realidad significan los presentes de que tanto se hablan, sobre todo por sus protagonistas, de quienes se comentan cosas bonitas y se hacen célebres por su presencia, porque siendo hombres sabios cuyo número eran tres según la Biblia, y otros escritos mencionan a un cuarto, o si eran cabezas visibles de caravanas, que se encontraron por una revelación celestial, siendo estudiosos de las estrellas y de los manuscritos antiguos que hablaban de profecías, tuvieron una misma idea de salir en busca de un ALGUIEN, que tenía un destino especialísimo dentro de la humanidad.
Entonces henos aquí, buscando que reflexionemos todos sobre este particular de los presentes, que estos especiales visitantes realizaron, y que en algunos análisis se comentan que representaban al mundo conocido de ese entonces la raza blanca, la cobriza o amarilla y la raza negra, o en su defecto los descendientes del patriarca Noe, Sem Cam y Jafet, como también el fluctuar de las edades en los humanos, caracterizados por el joven, el maduro y el mayor. No queriendo hacer aquí exposiciones amplias al respecto, es solo datos que muchos buscaran indagar por su cuenta, si encuentran interesante este articulo y su pregunta titular.
El simbolismo que representan estos regalos, son de alta visión espiritual, ya que el ORO es realeza en la tierra, el INCIENSO simboliza la deidad, y la MIRRA es de carácter de muerte.
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A todos nos encanta que nos regalen cosas bonitas, en fechas especiales, como recalcando el valor de un acontecimiento que tiene alta incidencia en la vida de cada uno de nosotros. Pero, por qué no hacer una cierta consideración no solo sobre la fecha de festividades, sus protagonistas y otros componentes más que se añaden a las celebraciones, sino a los regalos que en sí, representan los señalados en las fiestas navideñas: oro, incienso y mirra, que estos hombres a los que se les han dado los nombres ya muy populares de Melchor, Gaspar y Baltasar, guiados por una especial revelación de lo celestial, trajeron como obsequios a un pequeñín, que haría que el mundo mismo tuviese la connotación de su presencia terrenal, como el A.C. y el D.C.
Al entregar estos presentes al que se consideraba se le debían dar, se ha determinado que eran regalos habituales para honrar a un rey, esto es el oro, el incienso (aromática esencia) como perfume y mirra como aceite de unción.
¿Pero, cómo los hacemos palpables estos regalos en el momento actual? Si hoy en día el oro es considerado como lo más “caro” que una persona pueda ansiar tener en sus arcas, y con ello el poder que confiere tal riqueza, para manipular, oprimir y hacer lo que bien le parezca, no hace al ser humano un reyezuelo, que impone cuanta cosa quiere.
¿Y si olor fragante que da la el aroma del incienso, éste se convierte en las palabras de adulación y servilismo que hoy impone la moda, y la sociedad, mezclado con las palabras soeces de alto calibre que hoy invaden el ambiente, no pervierte acaso el olor suave y maravilloso del verdadero amor como principio y no como sentimiento? Porque el primero es Divino espiritualmente hablando, pero el otro, es humano es carnal, apasionado y altamente ego.
Y si agregando que ese rey cubierto de oro y dinero por doquier, que se siente el dios del mundo, tiene pies de barro y teme caer a tierra, entonces la mirra de ahora, le servirá para recordar que todo tiene su fin, y que la fosa abierta de la tumba, le tiene preparado su destino terrenal. ¿Pero y su alma y su espíritu qué van a presentarle a ese Niño Dios, que ya creció y que en su momento le adoraron los Sabios de Oriente, reconociéndole desde ese entonces quién era y quién es EL?
Esos regalos que hoy tienen tanta importancia comercial, social y familiar representando las fiestas de la Epifanía para dar cierre a la llamada Navidad y seguir con el diario trajín de 365 días de trabajo, dolor, enfermedad, guerra y escasez, nos permiten hacer la pregunta inicial.
Mi vida, la suya y la de todos vale ORO para el Rey de Reyes; es el único verdadero Dios que no es religión, y es el ser humano de la excelencia, que pisó este planeta y también sufrió muerte, pero que la venció, porque es el GRAN YO SOY. El misterio de la eternidad reposa en su SER.
Una gran y enorme reflexión pensando en la verdadera esencia de la Navidad y el porqué de la celebración, confundimos el regalo de Dios atraves de Jesucristo su unigénito hijo con la leyenda de papá Noel o santa claus que si bien reviste bondad y nobleza en nada se compara al PRESENTE QUE NOS TRAE JESÚS QUE NO ES NADA MATERIAL PERO SI UN REGALO ETERNO EN VUELTO EN UN VELO DE CARNE, esto nos lleva a preguntarnos si papá Noel nos trae algo que no sea material y que dure por la eternidad pues nunca más una estrella brillará solo para EL SALVADOR, nunca más un eco como El donde lloró, nunca más una noche como aquella en Belén.
Cerrando y abriendo, esta festividad da para mucho que pensar, decir y escribir. Doña Amparito se caracteriza por tener una exposición literaria de doble calibre. Por eso me agrada cuando escribe con el emblema En Blanco y Negro. Por favor continúe con ese patrón que tiene mucho que compartir. Estos tiempos de regalos me pone a cavilar y al leer esta columna, se llena de inquietud mi alma. Hoy ni el oro, ni la Mirra ni el Incienso puros, sirven para calmar la ansiedad, la angustia y el sufrimiento de la humanidad. Solo la paz de Cristo puede ser el único oasis para calmar la sed del alma. Gracias por tan genial artículo mi señora. Y es verdad ese Niño Dios ya creció y hoy es el Salvador y fue digno receptor de los presentes de los llamados Sabios de Oriente. EPIFANIA CIERTAMENTE QUE SI EN SU REAL PRESENTACIÓN.
Gracias, Señora Amparo. Hoy, en el día de su santo, dejo este mensaje cargado de gratitud por su vida y por la dirección a quien usted eleva su mensaje en este artículo. Es un momento propicio para reflexionar sobre el significado de la palabra epifanía, que proviene del griego ἐπιφάνεια (epipháneia), y significa «acción de mostrarse», «revelación» o «aparición». Está formada por ἐπί (epí): «sobre» o «encima», y φαίνω (phaínō): «mostrar» o «hacer aparecer». Este verbo da origen a términos como fenómeno, fantasma, fantasía, fanerógama, fenotipo, diáfano, sicofante y hierofante, palabras que llevan consigo un misterio y una profundidad lingüística.
Las palabras son música que viajan con el viento, interpretadas y entendidas por aquellos que perciben su esencia, su fenotipo, su manifestación externa. A veces, estas palabras llegan a través de la voz de un sicofante, otras, a través de un hierofante, pero siempre tienen el poder de revelar algo significativo.
En nuestra vida, todos, en algún momento, necesitamos una epifanía: una revelación divina, una manifestación de amor, una expresión de gratitud. Como seres humanos, existimos gracias a estas manifestaciones divinas, que se concretan y nos alcanzan a través de las palabras. En ellas habitan nuestros pensamientos y las múltiples realidades que nos definen, aunque divergentes, terminan encontrándose en algún punto común. Así como los tres reyes magos, tan únicos y diferentes, encontraron en la aparición de una estrella una guía en la oscuridad, nosotros también caminamos con la esperanza de hallar esa luz. Una luz verdadera que nos conduzca a la paz que sobrepasa todo entendimiento humano. Esa luz es Jesucristo, quien nos guía en medio de la oscuridad hacia el amor y la plenitud divina. Espero que todos encontremos esta plenitud y podamos empezar este nuevo año, anhelándola. Un fuerte abrazo, estimada Amparito.
Excelente reflexión, muchas gracias Amparito un abrazo
Muy buena reflexión, a propósito de los regalos que por estas fechas damos y recibimos pero que en la mayoría de los casos, no relacionamos estas costumbres tradicionales con el originario proceder desde la teoría del cristianismo. Muchas doña Amparo por llevarnos a reflexionar desde este punto de vista.
Es una buena reflexión sobre una de las actividades del reconocimiento del nacimiento de Jesús. Además hacer un paralelo històrico le da profundidad al artìculo y lo convierte en referente acádemico.