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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

Actualidad Paradigmas  ciudadanos

 Paradigmas  ciudadanos

 

Th. S. Kuhn propuso el  concepto de  «paradigma» para señalar  los conjuntos de creencias, valores  y  técnicas que comparten los miembros de una comunidad determinada. Y nada se opone a   utilizar dicho concepto en el análisis histórico de dos ciudades que han marcado ciertas pautas en el concierto nacional. Se trata de Cali y Medellín.

Al empezar la segunda mitad del siglo pasado Cali era una ciudad cuya dirigencia mostraba un talante entusiasta y propositivo. Además de la agroindustria de la caña   existieron fábricas como Croydon, la de muebles para oficina Industrias Metálicas de Palmira (IMP) y Emsirva  o Encali, empresas de servicios públicos   que  constituían un sólido  capital  municipal. Por su parte, Medellín era ya en esos tiempos la capital industrial de la provincia colombiana. Nombres como Coltejer, Fabricato, Imusa, Peldar y las EPM   evocan toda una era de esfuerzo creativo paisa.

En Medellín, aunque el narcotráfico lo permea todo, los industriales se las ingenian para mantener las viejas empresas y los capos, con Escobar a la cabeza, hacen irrupción en la política, pero no logran controlarla. Es un hecho singular que ni en la esfera pública, ni en la empresa privada, los dineros «calientes” lograron un   control igual al que sí sucedió   con los carteles vallecaucanos.

Porque la gran diferencia entre esas dos ciudades se refiere a la forma como manejaron ese gran ahorro público constituido por   sus   empresas de servicios públicos. En el Valle, los políticos se   reparten esas empresas para suministrar puestos y contratos a los válidos de cada directorio, exprimiéndolas de tal manera que estuvieron cerca de ser liquidadas. En  Medellín, la clase  política permitió  que se conserven unificadas y que en su  administración se empleen técnicas de gestión propias del  sector  privado_ como sucede con  las EPM  que generan  cerca del 60% del producto bruto de la región_,  de allí que ese municipio reciba  utilidades por   billones de pesos que sirven  a  los  alcaldes para ejecutar cualquier cantidad de obras, y con ellos hasta pueden satisfacer  muchas demandas de  los directorios  políticos que  contribuyen a elegirlos.

Medellín y Cali, dos ciudades y dos paradigmas, el uno positivo, el otro bastante negativo. Los paisas, a pesar de ser considerados como egoístas y ambiciosos, mostraron amplísima visión geopolítica y gran capacidad para sortear retos como la politiquería y el narcotráfico. Las dos urbes conforman tendencias históricas que han sido imitadas por otras, como nuestra muy querida Pereira; donde, por cierto, dividimos nuestras antiguas y sólidas empresas públicas y continuamos repartiendo   sus restos entre los directorios políticos que contribuyen a la elección de cada alcalde. Es obvio que cuando aparezca una generación que   conciba nuevas y grandes metas estratégicas para nuestra ciudad, deberá revisar este estado de cosas. Ojalá no sea demasiado tarde

AGM-23-2024

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