Por ERNESTO ZULUAGA RAMÍREZ
La semana pasada inicié el espinoso tránsito por una teoría esotérica y metafísica: la existencia de una doble vida en nuestro paso por este mundo. Afirmé que vivimos dos veces simultáneamente: una de manera real y otra de manera virtual. Expliqué también en que consistían cada una de esas dos vidas y ahora pretendo manifestar que existen varias formas de conexión entre ellas, por lo menos tres: la recordación consciente, la recordación inconsciente (déjà vu) y el umbral. La primera es el conjunto de recuerdos, de hechos y vivencias que sucedieron en nuestros sueños y que permanecen vivos en la memoria y en la conciencia. Aunque la mayoría de los sueños suelen ser muy borrosos y desaparecen rápidamente la verdad es que algunos se quedan “sembrados” en nuestra recordación; todos tenemos sueños que nunca olvidamos. Aquí viene entonces una primera conclusión: podemos afirmar que en la vida real tenemos clara conciencia de una vivencia que tuvimos en la vida virtual. Hay recordación.
La segunda conexión es menos perceptible que la primera. Todos hemos tenido alguna vez la sensación de que un evento que se vive en la actualidad se ha experimentado en el pasado, aunque sabemos que no es precisamente un recuerdo de la vida real. No comprendemos bien que lo que se produce es una recordación momentánea de una vivencia virtual (nacida de un sueño) que estaba en el olvido, un «solapamiento» entre nuestras dos memorias: la real y la virtual. En 1917, el investigador psíquico francés Emile Boirac denominó a este hecho como déjà vu después de estudiarlo durante gran parte de su vida y de investigar también la metagnomia, el conocimiento adquirido sin el uso de los sentidos, lo que hoy se conoce como «percepción extrasensorial». Boirac formó parte del Consejo de Consulta de la Sociedad Magnetológica Argentina, fundada por el químico, escritor y también psíquico paraguayo Ovidio Rebaudi y en el que se encontraban también Charles Richet (Premio Nobel de Medicina en 1901), César de Vesme, Enrico Morselli y Théodore Flournoy entre otros. En la orilla opuesta, inexplicable y desafortunadamente algunos investigadores modernos han especulado con que el déjà vu es una anomalía neurológica y la han asociado con una patología denominada paramnesia. En contraposición afirmo: ¿qué pasa cuando tenemos en la realidad una experiencia parecida o igual a otra que tuvimos en un sueño?. Simplemente la recordamos.
La tercera conexión, que he denominado «el umbral», es la que se produce cuando despertamos abruptamente y creemos sentir en la vida real algo que estaba pasando en la virtual. Escuchamos, p.ej. que tocaron la puerta cuando realmente esto pasaba en el sueño o sentimos la presencia de alguien con quien interactuábamos en la virtualidad. El umbral es entonces la existencia de un instante común a ambas vidas y que obviamente nos confunde sobremanera cuando sucede. Algunos científicos han tratado también y sin fundamentos de explicar este fenómeno como una anomalía asociada a enfermedades siquiátricas o desórdenes mentales.
Sobre la vida virtual podemos afirmar que sus experiencias no se rigen necesariamente por las leyes de la naturaleza y que muchas veces se enfrentan con ellas: volamos, caemos en abismos sin fondo, tenemos poderes especiales o la extraña certeza de estar en un sitio determinado y conocido aunque sus formas son muy diferentes. Otro mundo y sin duda otra realidad que no nos hace «locos».
Si alguno de ustedes está de acuerdo con esta teoría, es hora de atender y apreciar mucho más todas aquellas cosas que experimentamos cuando estamos dormidos y que significan sin duda otra existencia, la de los sueños. ¿De cuánto nos estamos perdiendo?
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente representan el pensamiento ni la ideología de los directores, los cuales nos expresamos a través de nuestras notas editoriales.
Me encanta
Excelente
Muy interesante el tema.
Insisto en que me encanta esa ‘doble vida’ o vivir el doble.