Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadPensando en “Modo Cine”

Pensando en “Modo Cine”

Hoy me dieron ganas de escribir sobre cine, sin tener en cuenta una película o un director o un evento relacionado con el séptimo arte, en particular, que obvio, me daría suficientes argumentos para justificar lo que diga, independiente de que tenga o no razón en dicho análisis o en dicha mirada.

Se me ocurrió, apenas me senté frente a este computador portátil que ya está en cierta forma, como yo, cansado de sufrir con tanto magullamiento sobre las teclas que debo hundir para permitir la aparición de esas letras que graban lo que pienso en una pantalla que cuando usted, amigo lector lo lea, deberá hacerlo en otra pantalla quizás más pequeña (porque obvio será en su celular), gracias a la magia de este invento de ese mono raro de nombre Bill Gates, que creo, hasta tiene mucho que ver con el otro invento insólito que vistió al mundo de un virus que casi nos mata a todos. Y digo que, como yo, porque yo siento el cansancio que va dando la vida, no por lo que hago, porque es mucho lo que me gusta de lo que vivo, que lo que no me halaga, sencillamente porque todas esas células que habitan mi cuerpo, veo, se están de alguna manera, muriendo irremediablemente y las energías van sintiendo la necesidad de buscar en el inconsciente, de potencializarse y renovarse y si somos sinceros, no creo que haya un alimento que ayude a su recuperación inmediata, rápida, eficaz, veraz, efectiva…

Pero me animé a hablar del cine que hay guardado en mi memoria, no en un listado de títulos, ni de nombres de directores ni guionistas ni actores ni de actrices ni de escribidores que propusieron temas para tantísimas historias que han pasado por el frente de mis ojos, sino por esas insólitas imágenes que de alguna manera se clavaron en mi memoria y me animaron a ver el mundo a través de los ojos de un fisgoneador del cine que siempre quiso encontrar lo mejor de lo mejor en todas y cada una de las películas que vio, y lo peor de lo peor en las mismas (y otras más), que también y en cantidades alarmantes, se tatuaron en su extraña conciencia y en su (mi) deformado cerebro.

Hay en mi cabeza escondidas, bandas sonoras, momentos musicales, escenas de baile, unas con lluvia y otras con sol y muchas más en escenarios artificiales e imposibles, que se recuerdan a cada rato, cuando en la vida real, suena por la radio, o se asoma por la ventana de una casa cuando se pasa por su calle una melodía que refresca la memoria de la vez que tuve frente a mis ojos en el teatro Caldas de mi ciudad a don Gene Kelly bailando debajo de un paraguas en un aguacero terrible en una callejuela inventada por un coreógrafo hollywoodiano de los años cincuenta; diálogos imborrables, textos que repliqué más de una vez y de los cuales me he apropiado para utilizar en conquistas que me llenaron el alma de vida y de amor en muchos trances, imitando hasta la voz de un Jean Luis Trintignant cuando la enamoraba a “ella” en Un hombre y una mujer; besos que quise repetir una y otra vez en bocas que fueron mías por días, por noches, por semanas y meses y que desaparecieron para siempre por culpa de ese olvido que como el cáncer, carcome la historia propia hasta volverla trizas, haciéndome pasar por ese galán (de lo cual no tengo nada) pero que me hacía sentir como él (Richard Gere), untándome los labios de esa miel roja de mujeres que se parecían a esa hermosa Julia Roberts cuando todo el mundo la llamaba MUJER BONITA; además, con desparpajo, llegué a convertirme en un Antony Perkins, y hasta en un Jack Nicholson,  cuando de guapo me puse a ver esas obras maestras del suspenso llenas de Psicosis y de Resplandor, que se convirtieron en clásicos del cine de esos géneros que no son ni lo serán de mi predilección.

En la vida real he vivido muchas veces como esos personajes imaginarios han vivido en muchas películas. Me he visto reflejado en esas pantallas como un escritor, como un bailarín, como un enamorado que sabe mucho de amor, como un poeta, como un hombre que vuela, como un guerrero que defiende a los pobres y mata millones de hombres malos e infames que no saben qué es el hambre, además me he visto como ese Robin Hood que roba para regalar sin advertir peligro alguno, como el médico que todo lo cura, como el payaso que hace reír hasta para sanar enfermedades y curar el dolor de la tristeza en seres que no sabían qué significaba la alegría porque siempre vivieron en el desamor y el dolor, pero que nunca quiso ser ni Rambo ni Rocky, porque siempre odió el boxeo y las peleas inútiles.    

Pero quiero decir algo más, mientras sigan viendo mis ojos, mientras tenga alientos para escribir, mientras haya interés por pensar en lo que las películas propongan, mientras pueda seguir hundiendo las teclas de este pequeño y viejo portátil en el que se escriben cosas y mientras tenga amigas y amigos que me ayuden a convocar y a atender a los críticos de cine que en agosto de cada año vienen a Pereira a PENSAR EN MODO CINE, seguiremos amando al arte que en 1895 se inventaron los hermanos Luis y Augusto Lumiere: EL CINE.

1 COMENTARIO

  1. Gracias Germán, por permitirme sentir que estoy viendo la película de un crítico, que termina en su madurez ,enrolado como el actor principal de la película de su propia vida, dedicada con pasión al cine y que ya cansino, después de 4 o 5 décadas imbuído en el séptimo arte y con tantos personajes que encarnó, que el delirio lo sedujo a descubrir, desde aquella época lejana de los teatros Consotá , Karká y Caldas , que no era el columnista quien escribía , sino el personaje principal de una película de los 50/ 60 que se aproximaba a su final en el 2023 y que confundido entre la ficción o la realidad ,está ensimismado entre las teclas perezosas de su computador y que en operación tortuga reaccionan lánguidamente ante un invasor llamado inteligencia artificial .

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