Por LUIS GARCÍA QUIROGA
No miente un político si afirma públicamente que, “la clase política está desconectada de la ciudadanía”. Afirmación del congresista Gabriel Jaime Vallejo Chujfi, quien aún con el valor de lo dicho, no descubre nada nuevo.
Nuestros políticos están de espaldas a la gente. Empezando porque están desconectados del futuro, tal como se deduce de la reciente encuesta Pereira Cómo Vamos, donde nuestros jóvenes no creen en las instituciones y mucho menos en los políticos que son quienes las controlan.
Y estar desconectados de la muchachada (que quiere emigrar a otros horizontes más promisorios) es de lo más grave que nos puede suceder en una ciudad como Pereira cuya mayor parte de población tiene más de 50 años de edad.
Pereira es un asilo de ancianos que hoy se queda sin jóvenes y será mañana un cementerio de elefantes, lo cual importa un carajo a los políticos preocupados por las próximas elecciones, pero ajenos a las próximas generaciones.
Conozco personalmente al congresista del Centro Democrático, Vallejo. Es persona honorable. Tengo por él, además de respeto, una gran admiración por su fortaleza de carácter y la convicción con que expresa sus ideas, algunas de las cuales no comparto en absoluto, en especial porque como he dicho en mis columnas, siendo Risaralda un departamento sin peso electoral en el contexto político nacional, lo que menos necesitamos son polemistas políticos polarizantes.
Es un desgaste porque ya tomados por el populismo y el clientelismo, los partidos políticos carecen de sustancia ideológica. Vallejo, quien hasta hace apenas tres años era un cotizado abogado experto en Derecho Comercial y asesor de importantes empresas privadas y públicas, es hoy una golondrina veraniega en medio de un aguacero huracanado de politiqueros que en Bogotá posan de estadistas y en las regiones son manzanillos clientelistas compra-votos y traficantes de mordidas en la contratación y la gestión públicas.
Independiente de unos pocos que configuran la excepción, al gremio político le falta clase, se le notan todas las costuras y no tiene una miseria más para mostrar. Cuando una maña no existe ellos la inventan. Tienen la dudosa distinción de la sospecha y carecen de voluntad política incluso para reformarse.
Claro que están desconectados de la ciudadanía porque están en una urna de cristal donde todo el mundo los ve a ellos, pero excepto en elecciones, ellos no ven a nadie.
Tal vez no están desconectados sino enmermelados, porque con los jugosos sueldos que les pagamos con nuestros impuestos, nos deben la esencial función del control político propia de concejales, diputados y congresistas.
Tienen también una vieja y enorme deuda social y política porque por algún motivo que desconocemos pero sospechamos, siempre hacen fracasar las reformas claves para resolver los descomunales problemas de la salud convertida en un negocio obsceno; o de la justicia, que es un sainete de corrupción que si no fuera vergonzoso sería pornográfico. Para no hablar de crisis encanecidas como la tenencia de la tierra productiva y el abandono agrícola mientras importamos maíz, arroz, algodón y pare de contar.
Nos jactamos en Risaralda de tener un gran talento humano y la mejor calidad de vida en el promedio nacional, pero hemos sido incapaces de poner esos y otros atributos y ventajas comparativas para mejorar nuestra competitividad. Tenemos todo para ser un microcosmos modelo en lo económico, social y cultural, pero somos una mesa que tambalea en la pata política.
Entonces, qué nos ganamos como ciudad y región con un senador y cuatro representantes que por estar polemizando unos y haciendo manzanillismo otros, no se ocupan de su propia gente y su propio territorio carentes de líderes transformadores.
Líderes que prediquen y generen confianza y credibilidad con el ejemplo y no con carreta barata e imposturas que al final quedan en cueros cuando se evidencian los intereses personales de la “business politik” en contubernio con los privados ídem y en contravía de lo que debería ser una “realpolitik” que permita asegurar las conveniencias de interés regional y beneficio general.
Es cierto, congresista Vallejo, los políticos están desconectados de la ciudadanía, pero no les importa porque por el otro lado están enchufados con lo que sabemos. Por eso estamos al borde del abismo. Solo falta dar un paso al frente. ¡Ja!
! Que señor artículo! , mejor radiografía no pudo haber hecho.