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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadPOR LA RIQUEZA NACIONAL

POR LA RIQUEZA NACIONAL

En el artículo pasado titulado Decrecimiento y Riqueza, al intentar algunas reflexiones acerca del subdesarrollo del que nos cuesta salir, se escribía de la indisponibilidad de inversión suficiente y continua para enfrentar los desafíos actuales y los del porvenir, de la necesidad mental y, física en el hundimiento profundo de bases que permitan elevar el edificio del progreso con criterios constructivos sociales, económicos, de oportunidad, igualdad y equidad. En esa ocasión se traía a colación ráfagas analíticas de varios doctrinantes en la materia y muy especialmente de investigadores académicos de las tallas de Daron Acemoğlu y James Robinson, autores de ¿Por qué fracasan los países?, ungidos al Premio Nobel de este año en Economía, cuyos análisis motivacionales van enmarcados en dos conceptos de gobernanza, uno positivo, “inclusivo” y otro de mal manejo, “extractivo,” con señalamiento a los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Pues bien, ellos no fijan una receta general en el modo de componer cada país por cuanto ello obedece a las características propias, siendo enfáticos en luchar contra las autocracias y la corrupción en cualquier sitio donde se establecen.

El núcleo de apreciaciones va dirigido a la insistencia de aprovechar el rescoldo democrático para lograr consensos, no solo de los inmediatistas de ahora, sino en potencializar una llegada de largo alcance, transcurrida en etapas serias, seguras, retadoras y previsibles. Con tantos requerimientos urgentes, más el pensamiento corto y las bolsas individuales, abiertas y “extractivas”, es imposible clamar milagros que no ocurrirán. Los vulnerables seguirán llenos de ira “como abrazados a un rencor” (Antonio Podestá). Entonces se debe girar con tal virtud que sobrepase en su ejecución a los cuatrienios de siempre, dejando las ansias del enriquecimiento ilícito que ha “convertido a nuestra democracia en un juego de apuestas cómodas”, para decirlo con palabras del industrial y opinador Thierry Ways. Además, sin tener presente que muy buena parte del territorio nacional no está controlado por las autoridades que han sido desplazadas por grupos armados ilegales. Seguro es que no habrá riqueza social disponible para zanjar tantas vicisitudes. De aquí surge la demanda de “reconfiguración” para la existencia plena de tipo democrático.

Cierto que Colombia es un mercado magro, pequeño en producción y rico en necesidades, sin poder emprender obras de gran calado con una riqueza raquítica; los billonarios en el país se detallan en una sola mano. El aserto lo trae el Banco Mundial (BM) para significar que las cargas impositivas no tienen dolientes en cantidad y por tal razón no se alcanzan las metas de ingreso y equidad, cayendo buena parte del peso en las clases media y trabajadora. Hay que salir de la “robusta mediocridad” con “una partitura distinta”, pero si no sale la región [América Latina y el Caribe] seguirá atrapada en sus frustraciones sin ver la luz al final del túnel”. William Maloney del BM expone la importancia de “amplias reformas estructurales no asfixiantes, con un espacio fiscal que mejore la eficacia del gobierno y [así] reducir la carga Tributaria que pesa sobre los sectores productivos”. Y agrega que es “la mejor manera de generar ingresos y, al mismo tiempo estimular el crecimiento y promover la equidad”.

Jorge Enrique Robledo quien presentó recientemente su libro Sin pelos en la lengua, anota que entrar en un desarrollo eficaz es tener un modelo de economía de mercado que haga visible, a pesar de las contradicciones, “los intereses de los empresarios y de los asalariados -unidos también con los productores campesinos e indígenas y los llamados trabajadores por cuenta propia- a desarrollar en serio el país, insertándolo incluso en el mundo de la ciencia y las tecnologías complejas, es decir, industrializándolo… como lo han hecho, sin excepción, los países que han tenido éxito o lo están teniendo” (página 39).

En conclusión: una productividad grande, fuerte, variada, tecnificada y exportadora, es la mayor fuente en la creación de riqueza que cobije a toda la población.

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