Por Jesús Saldarriaga Gaviria
Los planes de desarrollo y las grandes inversiones que se ejecutan desde los sectores público y privado, nacional e internacional, se hace a través de una célula llamada “proyecto”. En los países como Colombia no se le ha dado la importancia que merece dicho instrumento para el desarrollo y más bien se ha acomodado a los intereses politiqueros y del clientelismo de los diferentes grupos de interés.
Las entidades del sector público deben ejecutar los presupuestos de inversión a través de proyectos, de acuerdo con la Ley 152 de 1994. Pero esto se convirtió en una regla, más no en una estrategia, por ello se ven en los bancos de proyectos de inversión pública miles de fichas de proyectos que no lo son. Solo diligencian unos formatos de la metodología general ajustada (MGA) y muchos funcionarios públicos rellenan dichos formatos con metas, estadísticas y presupuestos, solo para obtener el certificado que exige la ley y gastarse los recursos en contratos de prestación de servicios. Esto es más asimilado a gastos de funcionamiento que de inversión.

El sector público llama proyectos de inversión a lo que se ejecuta para pagar las nóminas de los profesores o pagar los subsidios del régimen subsidiado de salud. En el año 2015 el Banco Mundial en una asesoría al Departamento Nacional de Planeación (DNP), le recomendó clasificar los proyectos de inversión en dos tipos. Una primera categoría serían los proyectos tipo A, para agrupar todas las inversiones que son proyectos bajo el concepto estricto: “que tienen un inicio y un fin”, “que son únicos e irrepetibles”. La otra categoría (tipo B), para agrupar los que en Colombia llamamos proyectos, que no lo son, pues no cumplen con la premisa de tener un inicio y un final, y que sean irrepetibles. Estos últimos son para cumplir la Ley 152, pues son gastos de inversión que se mantienen en el tiempo como lo es la nómina de los profesores.
Dentro de los proyectos tipo A (que sí son proyectos), se tiene muchas deficiencias en Colombia, pues a las entidades públicas no les gusta invertir recursos en las fases iniciales de planificación (preinversión). Se sigue creyendo que llenando los formatos de la MGA ya tenemos la formulación de un proyecto. En la mayoría de los proyectos de inversión se obvian muchos procesos estratégicos como el trabajo de campo para obtener la información de fuentes primarias y la participación directa de los potenciales beneficiarios.
Hoy leí la columna de Roberto Angulo en el periódico Portafolio titulada “Las partículas elementales del desarrollo”. Esta empieza narrando la tragedia de una niña de 13 años que se cayó de una garrucha atravesando el río Cauca, cerca al municipio de Ituango, pues el puente que utilizaban las personas en dicha zona, se lo llevó el desastre ambiental que generó el megaproyecto hidroeléctrico Hidro Ituango. El columnista se refiere al proyecto como la “partícula elemental del desarrollo”. Lo crítico es que en Colombia no tenemos aún la visión de lo importante que es formular bien un proyecto, y que se debe invertir buena parte de los recursos, tiempo y ética en la etapa de planificación de un proyecto. También se debe tener conciencia que en la planificación de un proyecto debe formularse muy bien la etapa que garantice la operación eficiente y la sostenibilidad en el tiempo.
Uno de los ejemplos de la deficiencia en la formulación de proyectos se puede verificar en el Sistema General de Regalías (SGP) del país. Hoy se tiene más de $10 billones de pesos en los bancos sin poderse ejecutar dado que los proyectos no se formulan bien y los organismos encargados de aprobarlos, los devuelven muchas veces antes de darles la aprobación en los OCAD.
Excelente articulo, debería ser leído por todos los lideres en los barrios al lado de sus juntas de acción comunal