Por FRANCISCO ARIAS ESCUDERO – PADRE PACHO
La neurociencia es el conjunto de ciencias que explican el funcionamiento del cerebro desde el punto de vista de su anatomía, fisiología; sus investigaciones han ido permitiendo comprobar que neuronas se activan o desactivan ante una determinada tarea. El ser humano viene profundizando cada vez más cómo es el funcionamiento del cerebro y su experimentación ha permitido conocer, cómo excitar una neurona, frenarla, o conectar tipos de molécula, y su estimulación, permita que estos mensajeros puedan dar determinado tipo de señales. ¿La novedad dónde está? en poder pasar de la anatomía, a la dinámica funcional.
Todo ser humano tiene un cerebro que es suyo, que se lo hace él. Heredamos la dotación genética que tenemos, y por tanto los cromosomas que nos hacen ser mujer o varón. Esa dotación genética permite que se tracen las grandes líneas de esas carreteras, de esos circuitos, esas conexiones, en un cerebro humano. Y hay distintas vías en todo cerebro para procesar situaciones diversas.
En toda persona, en todo cerebro humano, hay dos hemisferios, que están especializados. En la parte frontal del hemisferio izquierdo se procesa, por ejemplo, el pensar sistemático, el cálculo lógico, sistemático. Sin embargo, el pensar más intuitivo, la percepción y comunicación con la realidad de un modo más global, esto necesita una activación de la parte derecha del lóbulo temporal. Existe a su vez una conexión entre los dos hemisferios. Y toda persona tiene capacidad para pensar de una forma racional y de una forma intuitiva, para darse más cuenta de las emociones o la expresión de la cara de alguien, o ser muy poco empático.
Con mucha frecuencia nos preguntamos qué hace diferente al varón de la mujer, y la biología hoy, nos habla de diferencias en los mismos cromosomas. Los cientos de trillones de células que forman el cuerpo del hombre y la mujer, son diferentes, en el hombre sus células son masculinas, el cromosoma Y, les da su identidad; de los 23 pares que lo conforman, un solo cromosoma es suficiente para que el desarrollo posterior sea masculino. En la mujer el nivel hormonal del estrógeno y la progesterona establecen una relación con los circuitos cerebrales para propiciar conductas propiamente femeninas, en el caso del hombre predomina la testosterona y la vasopresina.
¿Qué diferencia a un varón de una mujer cerebralmente hablando? No existe un cerebro unisex, porque no somos genéticamente iguales y nuestros cuerpos no son iguales. Y como esto es así, durante el desarrollo embrionario no se construye lo mismo un cerebro que otro. Las grandes áreas son distintas. Nacemos ya con la estructura de un cerebro típicamente masculino o típicamente femenino.
En el caso de la mujer su cerebro es más pequeño respecto al cuerpo. Tiene más apretadas las conexiones; los dos hemisferios son muy similares, con una distribución de tareas bastante uniforme, y comunica muy bien de un lado a otro. Esto en cierta medida es la base que le da esa capacidad de tener una empatía, un conocimiento más directo de la realidad, menos racionalizado, esto no quiere decir que no razone, sino que tiene facilidad para percibir de forma más intuitiva. El cerebro del varón es más asimétrico: tiene las funciones del hemisferio izquierdo sólo en ese lado, podríamos decir extrapolando; y en el derecho lo mismo; y, además, la comunicación entre los dos es menos fuerte.
Todo esto nos lleva a concluir que, aunque se nace con una estructura cerebral masculina y femenina, ambos son cerebros humanos y sea quien sea varón o mujer, a lo largo de la vida el cerebro se va a modular personalmente, de acuerdo, al ambiente, al estilo de vida, a la educación y nivel afectivo que recibamos. El ser humano no es solo una química automática de un proceso biológico. Como seres que podemos pensar que es lo conveniente o no, en nuestro libre albedrío, podremos labrar nuestra propia vida, construyendo nuestro cerebro único y propio; seremos nosotros con nuestras decisiones quienes enseñemos a nuestro cerebro a reactivar esos resortes o presupuestos biológicos, que pongan en marcha a los circuitos o conexiones neurales, que aprenderán a decir: no, me apetece esto, paro y pienso, y actuó de otra manera.
Padre Pacho