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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

Reembolso

Por MIGUEL ÁNGEL RUBIO OSPINA

Así pues, el agente Zuñiga no hizo nada más que reembolsar un poco el saldo en rojo de indignidad que la policía tantas veces ha ocasionado a los ciudadanos y no es un héroe, ni un villano, es un ciudadano, condición que prevalece sobre su uniforme y su potestad, que ha actuado según su conciencia  y libertad.

Mientras el agente de la policía norteamericana que asesinó brutalmente a George Floyd, ciudadano afroamericano, enfrenta a un juicio histórico por homicidio; lo que despertó en la sociedad estadounidense una indignación adormilada por tantos años de cine hollywoodense,  en el que se mostraba a la policía como los héroes de una sociedad paranoica, racista, clasista, moralista, pacata, legalista y del más fuerte, mientras pasa eso en Estados Unidos;  en Colombia, una policía en la que nadie cree ya, que nadie respeta, a la que la gente es capaz de confrontar, decía, esta policía, tiene hoy  un dilema entre lo legal y lo ético.

Pues aún, cuando la alcaldesa de Bogotá deja entrever que mandaría al ESMAD en caso de que hayan marchas o mítines anunciados por las centrales obreras;  un agente de la policía nacional se opone al desalojo de una familia de escasos recursos en el corregimiento de Pance, del municipio de Cali.

Un desacato a órdenes superiores, que sin embargo en estos tiempos de pandemia, cuarentena hambre, desempleo, desigualdades sociales y temor, es un acto de justicia y valentía, que ante la gente es bien visto, y que posicionan a Zuñiga, como el nuevo héroe de una sociedad que necesita ídolos para mantener la esperanza.

Ahora bien y aunque el acto del agente Zuñiga es un acto poderosamente contestatario, es más que un acto heroico,  es ante todo  una lección de democracia y de ejercicio de los derechos humanos, que todas las personas que habitamos Colombia deberíamos ejercer  y hacer valer permanentemente. Es el derecho a la objeción de conciencia consignado en la constitución de 1991.

“Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias, ni compelido a revelarlas, ni obligado a actuar contra su conciencia.Artículo 18 constitución colombiana.

Y nada, ninguna institución, ley  o mandato, de ningún habitante del país, puede estar por encima de este principio. La policía como servicio público tampoco, y es por eso que el acto de Zuñiga, de abstenerse a cumplir  una orden a todas luces injusta, no es más que algo que le permite la constitución, las leyes, y el sentido común a él como agente policial y a cualquier ciudadano, que descubra que está ante algo que pone en entredicho sus convicciones morales o creencias.

Artículo 13. Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.

Prevalece también un principio indiscutible, que es el derecho a la vida, este que se ve en riesgo, si por un procedimiento legal, que no justo o ético, dado  el desalojo en estos momentos de excepcionalidad. Craso error de las autoridades judiciales  que lo ordenaron, son a ellos a los que les debería caer todo el peso de la ley y la indignación ciudadanas.

No debería ser necesario recordar a los lectores estos artículos, pero lo haremos con el propósito pedagógico de mostrar que el agente Ángel Zuñiga, no solo actuó mediado por el sentido común y desde su escala de valores, sino también tomando como referencia la constitución colombiana, una constitución que se consagra en el estado social de derecho y que respecto a la actuación valerosa del agente dice lo siguiente:

Artículo 11. El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.

Creo que esto no merece mucha explicación, ¿o sí? Quizá a la policía se le debería recordar permanentemente. Son ellos como institución del estado, los que deben proteger la vida de todos los colombianos, ricos, pobres, altos, bajos, jóvenes, ancianos, ex paramilitares y exguerrilleros, uribistas y petristas, blancos, negros, mestizos indígenas, mujeres, homosexuales, etc. Un sinfín de diversidades que en aras al espacio no alcanzo a enumerar, pero que dentro de estado social de derecho son iguales y deben recibir el mismo trato de todas las instituciones.

Así que Ángel Zuñiga, no hizo más que lo que el ordenamiento jurídico le indica, hizo pleno uso de sus derechos y eso no lo hace ni héroe, ni especial, simplemente lo hace humano, porque lo pone en el lugar del otro que tiene todo en contra y que sin embargo resiste porque no le queda más. Compasión le llaman,  algo que las élites desconocen.

Pero que el actuar de Ángel Zuñiga, no nos obnubile la memoria;  no se nos debe olvidar que hace tan poco unos días atrás un agente de la Policía nacional asesinó al joven afro descendiente Anderson Arboleda, nuestro George Floyd,  en Puerto Tejada, haciendo uso excesivo de fuerza y de ese agente no se ha dicho nada, quizá a ese no lo llamen a calificar servicios, y la investigación contra el crimen cometido sea archivada, pues, ¿a quién le importa la vida de un joven de Puerto Tejada? Otro caso deplorable, fue la agresión al señor Néstor Novoa, vendedor ambulante en Bogotá, que fue brutalmente golpeado por la policía, su carro de dulces decomisado y fue humillado por el excesivo uso de la fuerza, delante de una ciudadanía indignada que no se atreve a hacer nada.

Y no olvidar al agente del ESMAD que asesinó al joven Dilan Cruz, y que creó todo un descontento de la ciudadanía. Esto ha generado nuevamente en Colombia el debate sobre el desmonte de esta fuerza policial, o sobre su regulación. Sin embargo, estos asesinatos y maltratos no han costado cabezas  en los mandos policiales, ni una contravención dura de parte del Presidente.

La policía nacional está en una encrucijada, si castiga disciplinariamente a un agente por hacer lo que su conciencia y convicciones le llevaron a hacer, estarían violando un derecho consagrado en la constitución y demostrando indolencia ante el dolor, la miseria, la pobreza y el abandono del estado; y si no lo castigan, están aceptando que se han equivocado en seguir ordenes que van en contra del país que dicen defender y tendrían que repensarse como fuerza de seguridad y orden.  Así pues, el agente Zuñiga, no hizo nada más que reembolsar un poco el saldo en rojo de indignidad, que la policía tantas veces ha ocasionado a los ciudadanos y no es un héroe, ni un villano, es un ciudadano, condición que prevalece sobre su uniforme y su potestad, que ha actuado según su conciencia  y libertad.

Por MIGUEL ÁNGEL RUBIO OSPINA

@rubio_miguel

2 COMENTARIOS

  1. Miguel Ángel: Nadie podía haberlo escrito mejor. Has dicho exactamente lo que había que decir en torno a ese acto de dignidad humana.

    Un abrazo

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