* Pausar la racionalidad para dar paso a las emociones afirmativas del corazón.
* «Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras» predica del catolicismo para el año 25 del siglo 21.
Impulsos fraternos y tiranía de lo innecesario en el corre corre de las compras, la rutina navideña en el torrente de afecto con intenciones de alegría, acercamiento, retorno, reconciliación, todo el contenido del mes ágape pretexto para derribar barreras emocionales creadas por la competidera de los restantes once meses. He ahí diciembre con su alegría, parranda y ánimo por el reencuentro. Buscar seres queridos en la memoria de inicio, la infancia, los años inolvidables, para sanar parte del desgaste. Ajetreo, consumo, resaca y descanso. Luego trabajo duro para pagar. Gira la vida en el circuito del tiempo medido.
Consideraciones emotivas pausan diferencias por intereses que esclavizan durante el resto del tiempo hábil, cada quién con su camiseta en busca de su victoria personal en el alto rendimiento productivo, profesional y búsqueda de ascenso, donde se instrumenta esfuerzo colectivo para beneficio de procesos, programas y proyectos de resultados. No es el desarrollo armónico, es el crecimiento acumulado sin importar lo que cueste. Bueno estos días son de jolgorio en los hogares, la cuadra en los barrios, las calles pisadas en años maravillosos de menor responsabilidad en ferias y fiestas.
Salud espiritual para resarcir en parte salud mental tan azotada en esta época, siglo de revolución tecnológica y delirios de acumulación. La ilusión de soltar estrés y parar el cortisol, es la búsqueda de toda la movida para cerrar el año 24 de la gente Centennial o Z, que creció en navidades virtuales con los ojos en las pantallas en medio del barullo ancestral de sus ascendentes.
Parte de la humanidad que aún concurre en comunidad a las liturgias del mundo católico considera el año 25 como tiempo de santidad en clave de esperanza, optimismo y confianza en el futuro. Son centenares de millones de fieles en la fe que viven día a día una disciplina por la paz del mundo, no todos en la coherencia de los actos correspondientes con la prédica. Año 25. jubileo para esa parte de la humanidad que concurre en mejores propósitos posibles de salvación y redención. La realidad debería ser mejor.
La vida en sintonía constante de gratitud, agradecimiento, gracias, hace posible otear el porvenir con la misma esperanza de todos los credos que actúan para contener el daño contra la vida y la dignidad humana, sus derechos esenciales y la solución de necesidades básicas. Gracias a cada mente, espíritu y presencia física que deja todo en su mayor esfuerzo por conectarse en sintonía vital, esencial con lo mejor de la experiencia de vivir con el menor sufrimiento posible y el goce de coexistir sin daño ni engaño. Hay que lograr todo lo posible en los sueños de cada ser humano sin arrasar ni despojar a otros ni al entorno que nos acoge para mejorar.
Gracias por la posibilidad de estar y aportar. Que todos demos nuestra mejor versión de vida propia en este tiempo de regocijo y sintonía con el origen que hemos tenido. Gratitud a todos quienes expresan y fluyen en letras en esta tribuna generosa durante los cinco años trasegados en la conversación, confrontación de pensamientos con criterio en libertad de pensamiento con respeto por todas las diferencias. Mientras exista la facultad de hacerlo aquí estaremos sintonizados con la vida digna autónoma en autodeterminación y lucha firme por la verdad. Felicidades en navidad y lo mejor posible en el año 25. Prosperidad es disfrutar todo lo posible sin daño, cero engaño. Hasta la siguiente sintonía.
Escrito por Hernando Ayala M. Periodista
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