Estratégicamente la piedra angular del desarrollo de las naciones son la Seguridad y la Defensa, teniendo en cuenta que a partir de estos pilares se sostienen los pueblos, bajo el concepto del orden, la libertad y las sanas economías, que se relacionan estrechamente con facilidades de inversión para producir, generar riqueza y empleo, nuevas oportunidades de negocio, motivar capital nacional y extranjero, retribuyendo al Estado con pagos medidos y oportunos de gravámenes, impuestos y tributos que deben ser reinvertidos trasparentemente en salud, educación, transporte, vivienda, infraestructura y conectividad entre otros. Adicionalmente, fomentan la cohesión social, promoviendo la confianza entre los ciudadanos y las instituciones. Cuando las personas se sienten seguras, son más proclives a participar activamente en la sociedad y a colaborar en la construcción de comunidades más fuertes.
Preliminarmente es importante destacar la diferencia que existe entre los conceptos de Seguridad y Defensa, entendiéndose que la Seguridad ideal considera la ausencia de peligros y de condiciones que puedan provocar daños físicos, psicológicos y/o materiales en la sociedad. La Seguridad está estrictamente asociada a los ciudadanos, lo que significa que, en una expresión más complementaria, se debe hablar de la Seguridad Ciudadana y por doctrina es una tarea que le debe corresponder directamente a los cuerpos policiales (Policía Nacional) y a entidades similares tales como la Defensa Civil, los Cuerpos de Bomberos y la Cruz Roja.
Para el caso de la Defensa, conocida técnicamente como Defensa Nacional o Política de Defensa, se refiere a las acciones Político-Militares que se llevan a cabo para prevenir o repeler actuaciones ofensivas de carácter militar que eventualmente pudieran realizar otros países, incluyendo maniobras expansionistas territoriales, invasión u ocupación indebida de fronteras, sin excluir el crimen internacional organizado que representan los grupos narcoterroristas. Funcionalmente esta actividad del ejercicio de la soberanía nacional y protección de los intereses nacionales en nuestro país corresponde a las Fuerzas Militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea).
La Constitución Política contempla estos dos pilares y así lo describen el artículo 217 de la misma, en la que se indica: “La Nación tendrá para su defensa unas Fuerzas Militares permanentes constituidas por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea para defender la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional.” En cuanto a la Seguridad, se menciona lo correspondiente en el artículo 218: “La Policía Nacional tendrá como fin primordial el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz.”
Políticamente los países desarrollados han mantenido una línea clara en la preservación de estos dos elementos, delegando a sus Policías todo lo concerniente a la Seguridad Ciudadana y a sus Fuerzas Armadas o Fuerzas Militares el ejercicio de la soberanía y control de fronteras. Nuestro caso es muy diferente debido a la amenaza asimétrica que hemos tenido que enfrentar por décadas, como lo es la guerrilla, el terrorismo, el narcotráfico, las disidencias y todo lo malo que ha derivado de estas amenazas comunes. Por estas mismas razones, algunos Jefes de Estado históricamente tuvieron que apartarse de las misionalidades naturales de las Fuerzas Armadas y de la Policía para construir Políticas de Seguridad Democrática y facultar a las Fuerzas Militares para operar coordinadamente con la Policía y así contrarrestar la amenaza interna dentro del contexto de los Derechos Humanos (DD.HH.), sin olvidar su misión en Defensa Nacional. A partir de estas Políticas se fortalecieron las Operaciones Conjuntas (entre las FF.AA. Ejército, Armada, Fuerza Aérea), se dio origen a las Operaciones Coordinas entre las FF.AA. con la Policía, y a las Operaciones Interinstitucionales, dando cabida a otras entidades que representan la justicia y el bienestar de las poblaciones, en las que se pueden indicar: Ministerios, Fiscalía, Procuraduría, Contraloría, Alcaldías, Gobernaciones, Fundaciones, ONG´s y muchas más, haciendo una presencia de Estado de manera integral, con un componente militar ofensivo para reducir el pie de fuerza enemigo y otro con intervenciones sociales, económicas, de oportunidades y de emprendimiento, previamente coordinadas con Ministerios y la comunidad con los Lideres Sociales a la cabeza.
Son indiscutibles los resultados positivos que tuvieron estas políticas durante casi veinte (20) años de su aplicación, logrando recuperar y ganar espacios territoriales y sociales a las organizaciones criminales, cimentando la institucionalidad y la autoridad estatal de donde había sido desalojada y usurpada por las organizaciones violentas enemigas de la paz. No fue nada fácil planear, ejecutar y supervisar estas Políticas de Seguridad y Defensa, ésto conllevó a realizar cambios estructurales y organizativos en las Instituciones, modificar misionalidades, generar cohesiones que jamás se hubieran pensado, concientizar al pueblo de la necesidad de involucrar a las Fuerzas Militares en el rol de la Seguridad Ciudadana, ganar el corazón de los Colombianos y especialmente obtener el apoyo de la Empresa Privada, de los Medios de Comunicación y de los Países Aliados.
En la actualidad nos encontramos en un limbo conceptual y político con respecto a la Seguridad y la Defensa Nacional. Las directrices planteadas en el documento maestro de Seguridad, Defensa y Convivencia Ciudadana “Garantías para la vida y la paz 2022-2026”, se fundamenta en la necesidad de una “Paz Total” la cual exige cumplir con los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC-EP y trascenderlo mediante negociación con otros actores del conflicto. El documento plantea la transformación de la seguridad humana y la justicia social, para contribuir directa e indirectamente a la defensa de la vida digna y a la convivencia pacífica. La Política acierta en diagnosticar el origen de la actual violencia en Colombia a los cultivos de hoja de coca, la producción de clorhidrato de cocaína, su comercialización, además de la minería ilegal, el homicidio de lideres sociales, la extorsión y el secuestro.
El documento también circunscribe múltiples estrategias, en las que se conciben: Estrategias para la seguridad y la protección (Estrategias para aportar a la Paz Total, para desarticular grupos armados y delictivos, para priorizar el territorio, para abordar el problema mundial de las drogas, para avanzar en la seguridad urbana, para avanzar en la articulación entre la Nación y el Territorio y para fortalecer la seguridad de las poblaciones vulnerables); también incluye Estrategias para la protección y preservación del medio ambiente (Estrategias de Lucha contra la deforestación, contribuir a la gestión del cambio climático y luchar contra la explotación ilícita de yacimientos mineros); además plantea Estrategias para salvaguardar la soberanía nacional y el orden constitucional (Estrategias para la defensa integral del territorio, impulsar una agenda internacional de seguridad y defensa, formular una ley de seguridad y defensa fronteriza, formular una ley de seguridad y defensa nacional, y protección de la infraestructura crítica); y finaliza contemplando Estrategias para fortalecer la Fuerza Pública. Este es un documento maestro del cual muy seguramente derivan extensas y múltiples tareas que ya para los dos años de gobierno ejecutados, debería estar generando resultados positivos, particularmente en la percepción de la seguridad ciudadana y en los temas fronterizos, sin embargo, las cosas no van como se esperaban y si analizamos en detalle, ésto se debe a la falta de coherencia que existe entre las intenciones escritas y planteadas en una política y las actuaciones y verdaderas intenciones del conductor político de nuestro país. Pareciera que fuera letra muerta, dando cabida a ceder más espacios a los violentos para fortalecerse militar y económicamente, ganando así mayor control territorial como está sucediendo actualmente y de manera particular en el Caquetá, además, sacrificando la vida de uniformados y civiles para tratar de encontrar obstinadamente una vía a la tan anhelada Paz Total. Sería muy interesante conocer ¿en qué estamos?, y ¿cómo vamos? sobre los objetivos planteados en esta estrategia, incluyendo información de Alcaldes y Gobernadores, saber qué tan compenetrados se encuentran con esta guía estratégica, y por qué no, incluir Lideres Sociales, podrían ser un buen termómetro de medición tanto cualitativo como cuantitativo.
En verdad, la seguridad ciudadana se consigue con autoridad y la autoridad la deben imponer las instituciones legalmente constituidas, con directrices claras, impartidas desde el Jefe de Estado a su conductor militar y policial, para enfrentar frontalmente a los Grupos Armados Organizados (GAO´s) que no quieren ninguna paz, porque saben que el negocio del narcotráfico les llena sus alforjas de dinero como no lo hará ningún proceso de paz, y es por esta razón, que a través de los Grupos Delincuenciales Organizados (GDO´s), mantendrán el control poblacional y territorial para hacer de las suyas, no solo con el narcotráfico, sino también con la extorsión, el secuestro y el homicidio de todos aquellos que intenten oponerse a sus fines criminales. No se trata de desear o patrocinar una guerra, nadie la quiere, pero ante estas amenazas que ponen en riesgo la democracia y la supervivencia del pueblo colombiano, se debe actuar con determinación y con audacia, no esperando respuestas de intenciones de paz que no van a llegar y si llegan, serán para burlarse por enésima vez de los gobiernos, de los colombianos y del mundo entero como ya lo han hecho. Históricamente y en todos los conflictos y guerras del mundo, se consigue la paz, reduciendo al mínimo las capacidades militares, la moral combativa y la voluntad de lucha del adversario, por medio de la acción militar ofensiva acompañada de acciones sociales que cubran las necesidades de las poblaciones, previamente concordadas con los Lideres Sociales y contando para ello con el apoyo de la empresa privada, de los medios de comunicación que son fundamentales y las alianzas estratégicas con países verdaderamente amigos. Empleemos todo el potencial que poseemos y las capacidades institucionales de la mano de un liderazgo objetivo, atendiendo el clamor de las victimas y del pueblo, y así lograr avances tangibles en la seguridad ciudadana y en el desarrollo nacional.
Muy buen punto de vista Andrés, tiene toda la razón, ni mucho que queme al santo, ni poco que no lo alumbre, si no hay autoridad, si no hay unas normas, todo es caos, desorden, y atraso, igualmente si hay opresión, tampoco sirve, lo mejor es el equilibrio para que no se desborde ni lo uno ni lo otro, pero si tomar acción y determinación para poner la casa en orden sin vulnerar los derechos de nadie, y tampoco dejarse pendejear.
Excelente artículo
Buen análisis
Gracias